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miércoles, 21 de agosto de 2024

EROS Y YAHVÉ

 



EROS Y YAHVÉ

 Pedro Taracena Gil

 Ambos dioses son dos gigantes de la mitología antigua. Eros propiciaba la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad. Esto explicaba los diferentes aspectos del amor en libertad. Eros “el libertador”. Su equivalente romano era Cupido deseo, también conocido como Amor. Eros principalmente era el modelo del amor entre hombres, mientras que Afrodita propiciaba el amor de los hombres por las mujeres. En ambas formas de consumar la relación sexual, Eros se hacía presente. La secuencia: atracción, deseo, posesión, placer, fertilidad y felicidad, suponía la realización natural, humana y a su vez divina. Sin límites ni prohibiciones. Sin premios ni castigos. En los actos de amor Eros ponía la semilla de la felicidad, de la vida, en suma. No ha existido ningún otro dios que se incrustara en las entrañas de la naturaleza humana de forma más integral. No era un dios lejano, se hacía presente en la misma esencia natural del ser humano. Eros servía los pensamientos más estimulantes para hacerse presente y vivir las sensaciones en lo más íntimo y privado. Eros no conoce prohibiciones, tampoco concede recompensas. La recompensa se recibe en el instante mismo de la consumación del deseo, en la explosión del placer. En el orgasmo. 

De la posesión sexual del ser amado emana toda su potencia creadora. Eros no entiende de sexos. Sólo entiende de sensaciones libres de todo prejuicio y de cualquier complejo. Eros no respeta edades. Tampoco acota partes del cuerpo como preferidas exclusivas o excluyentes. Eros emana de los poros del cuerpo, se enreda entre los cabellos, busca entre los rizos de las barbas o se desliza por las suaves pieles de las hembras o los recios torsos de los machos. Lo genital que sirve para garantizar la generación venidera, Eros no lo considera exclusivo para la procreación, ni tampoco para la consumación sexual. El cuerpo que es poseído por Eros es un todo y cada parte en sí misma tiene su manifestación erótica. Eros no pone límites al juego amoroso. Tampoco busca la fertilidad, ésta la encuentra en forma del nacimiento de otras vidas. Pero no es el fin, es una consecuencia emanada de la naturaleza. El hombre haciendo uso de su cuerpo y su razón llegó al conocimiento de que Eros vivía en el reino animal. Y es el ser humano quien, racionalizando sus sensaciones, descubre que Eros no vive con él, sino que vive en él. Que ambos comparten una misma esencia. Cuando en el ser humano surge el deseo, reclama su presencia y Eros llega súbito. En la consumación del encuentro el hombre halla la recompensa. La vivencia erótica puede ser íntima o compartida, en ambos momentos Eros está allí, en los amantes. Los pueblos eligen sus dioses, no son los dioses los que eligen a los pueblos. Aunque en el caso de la tradición del dios Yahvé, es la deidad quien elige su pueblo. “Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo. El pueblo elegido”.


Eros y Yahvé son los contrarios, no solamente en este planteamiento preliminar, sino radicalmente en todo. Eros no dispone de clase sacerdotal para interpretar sus designios. Es una divinidad que viene del interior del ser, no de lo de arriba. Sus preceptos los dicta al oído. Son sensaciones, vivencias y estímulos. No reclama sacrificios, ni somete a prueba alguna. La fidelidad está garantizada. La alianza entre Eros y el ser humano se guarda en el baúl de la privacidad. No obstante, antes de continuar desgranando las cualidades del otro gran gigante de la mitología, es preciso hacer dos salvedades: La primera es que Eros representa la parte más íntima del hombre y más próximo a la naturaleza. Y la segunda que Yahvé es el dios de lo que no se ve y contempla la lucha entre la carne y el espíritu. Y además Eros está presente en todas las mitologías del mundo porque es consustancial con la naturaleza humana y Yahvé rige los destinos de tres familias humanas: El hebreo llamado pueblo elegido. El pueblo islámico y el pueblo cristiano. Estos tres mitos monoteístas forman una unidad granítica en lo básico. De aquí lo atractivo del debate entre Eros y Yahvé. Este antagonismo hace más apasionante la dualidad a la cual está sometido el ser humano. Aunque los seguidores de Eros se ciñen en un momento de la historia al mundo clásico, tanto griego como romano, la esencia y existencia de este mito está presente en la misma naturaleza de los pueblos seguidores de Yahvé. No obstante, y a pesar de negar al sexo la presencia real que tiene, su historia está salpicada de eventos e hitos plenos de sexualidad. Entre los textos sagrados de estas tres religiones que adoran a un mismo dios, aunque bajo nombres diferentes, se encuentra el Cantar de los Cantares del rey Salomón.

Destacado monarca por su sabiduría. Esta colección está compuesta de seis cantos escritos para ser entonados por dos amantes, la esposa y el esposo y apoyados por un coro. Es un cántico de amor utilizando un lenguaje directo. Sensual y sexual, donde Eros está presente en positivo. No obstante, los exégetas no han dudado a través de los siglos, incluir este maravilloso poema de amor entre un hombre y una mujer, como libro religioso con valor inspirado y considerándolo texto oficial. Pero los prejuicios de la tradición se han encargado de hacer una lectura hermenéutica de la expresión literal del texto. Y tienden a interpretar estos versos como una alegoría del amor entre el Yahvé y el pueblo elegido. Esta paradoja que convierte un texto directo en un lenguaje figurado, marca la lucha que vive el hombre entre las pasiones que le conducen al gozo y el placer, y el autodominio que hace meritorias sus obras, reprimiendo sus instintos más primarios. Pero sigamos contemplando su enfrentamiento. Yahvé, que significa “Yo soy el que soy, o el que es”, se sirve de los hombres para revelar su doctrina y manifestarse a su pueblo. Para ello elige a la clase sacerdotal, patriarcas y profetas. Son éstos los que se ocupan de escribir y predicar las consignas del dios. Para poder entrar en contacto con la doctrina de Eros, es preciso iniciar la génesis de la existencia del hombre. Después de crear el mundo en seis días. Tomando barro modela el cuerpo del hombre y postrándole en un profundo sueño, Yahvé le quita una costilla y crea a la mujer. ¡Esto sí que es carne de mi carne y huesos de mis huesos! Exclama Adán al contemplar a Eva por primera vez. El primer mandato que les da es la procreación: ¡Creced y multiplicaos y henchid la tierra!


Este dios no les concede más información directa, aunque la naturaleza les propicia la cohabitación y el ayuntamiento para que la procreación sea una realidad. Y después de un cierto tiempo, la tierra ya dispone de cuatro habitantes sobre su faz. A partir de esta realidad Yahvé les marcará el camino a seguir dando lugar a un larguísimo relato. Historia tan larga como la vivida por Eros. Las leyes de Eros eran las leyes naturales gobernadas por la razón, o renunciando a ella, a diferencia de los animales que estaban guiados por el instinto, sin que les quede otra opción. Yahvé les entrega Los Diez Mandamientos. Dentro de estos preceptos hay dos que tiene relación con Eros. No adulterarás y No desearás la casa de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo... Para la procreación establece unos canales de realización, marcados por el carácter tribal, familiar y de clanes. El mandamiento no adulterarás establece que comete adulterio quien viola la fidelidad conyugal. Es decir, el ayuntamiento carnal realizado por una persona, que estando casada cohabita carnalmente con otra que no es su cónyuge. Esto supone la violación de un contrato, que en las épocas tribales tenía muchas connotaciones de contaminación de la sangre y de las herencias. Generaciones más próximas han definido este precepto como no fornicarás que, si consultamos el único mandamiento encerrado en un único vocablo, fornicar significa: Tener comercio carnal con prostituta o practicar el coito fuera del matrimonio. Las dos palabras se refieren al mismo hecho, pero valorando consecuencias diferentes. A la tradición le ha convenido acotar el sexo exclusivamente para el matrimonio y añadiendo que sólo puede ir encaminado a la procreación, como remedio a la concupiscencia.


Pero si contemplamos el otro mandamiento bajo la influencia de Eros, incluye en el mismo mandato la codicia de todo aquello que posee el prójimo, sin excluir nada y sin hacer ninguna discriminación. No obstante, la tradición desdobla su contenido en dos. Por un lado, no desearás la mujer de tu prójimo, donde se centra en la cuestión sexual, apartándose de la codicia. De esta forma Eros es encorsetado dentro de una serie de normas que nada tiene que ver con su naturaleza primitiva. Aquellas conductas que se exceden de estos esquemas son reprimidas, mal vitas y hasta castigadas por la sociedad de la época. Eros no discrimina a hombres y mujeres y Yahvé somete la mujer al hombre. El apartarse de la procreación establecida es onanismo. Onán estaba obligado a casarse con la mujer de su hermano muerto y a tener hijos. Y Onán eyaculaba en la tierra. Es decir, evitaba la procreación sin renunciar al placer que Eros le proporcionaba. Considerando por algunos en el entorno de Yahvé como una forma de masturbación. Es un encuentro con Eros en su intimidad. Yahvé desde su origen determinó que el hombre sería probado en su fidelidad a su dios y sería merecedor de gozar con él en el cielo eternamente. Eros engrandece la pasión y las pasiones. Yahvé penaliza el ser esclavos de las pasiones y es una virtud meritoria el evitarlas. Eros encuentra la libertad en la pasión. Yahvé, por el contrario, un hombre dócil a las pasiones, sobre todo carnales, es un hombre esclavo de ellas. Eros encuentra virtud en los placeres. Por el contrario, Yahvé considera vicios y desordenes condenatorios.


Eros consumando los deleites sexuales, el hombre se reconcilia con la armonía de la naturaleza. Yahvé somete al ser humano a la prueba fundamental, renunciar a Eros, como causa de todas las perversiones. Eros garantiza en este mundo el gozo y el placer como premio a todo aquel que sea dócil a sus pretensiones. Eros a través del deseo y el placer, provoca la satisfacción y la libertad, sin embrago Yahvé hace reo de culpa a todo aquel que abuse del sexo fuera de los cánones establecidos: La procreación, el rito de la circuncisión y las costumbres tribales. Eros, sólo reclama entrega, Yahvé, fe y esperanza. En la opción del dios Yahvé, previamente se ha de creer en él. Sin la fe en su divinidad, el ser humano no entrará en el reino prometido. Eros no cree en el alma, porque sólo dispone de cuerpo y razón. Yahvé ha creado al hombre a su imagen y semejanza, negándole todo derecho sobre el cuerpo. Aunque le concede el libre albedrío de decidir entre el bien y el mal. Siempre de acuerdo con los criterios de sus mandamientos. Ambas divinidades están enfrentadas en las entrañas del ser humano. La vida de los hombres y las mujeres es el resultado de la pugna de dos dioses por conseguir su hegemonía. Eros al servicio del deseo. Yahvé sembrando la inquietud por la trascendencia, ahuyentando el temor a dejar de existir y volver a la nada. Eros carne próximo y tangible, aquí y ahora. Yahvé espíritu lejano e incierto, pero con esperanza. He aquí la inquietante armonía: ¡Creced y multiplicaos! ¡Gozad y sentíos libres!

 

lunes, 19 de agosto de 2024

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domingo, 18 de agosto de 2024

CONCIERTO PARA UN CONFINAMIENTO

 



CONCIERTO

Julio 2020

Sinfonía en cuatro movimientos

Anoche tú y yo fuimos intérpretes de una gran sinfonía.

Habíamos escrito la partitura tiempo atrás.

Fue durante el confinamiento y el ensayo fue on-line.

Pero los instrumentos se encontraban afinados y listos.

La ansiedad de nuestras emociones desencadenó el allegro.

Aunque en la partidura se marcaba como allegro ma non tropo.

Nos dio igual y la bestia que llevamos dentro pudo más…

Los dos hombres nos fusionamos en uno.

Nos buscamos la boca los labios y la lengua.

Salivando para burlar el virus…

Jamás habíamos mordido bocados de placer con tanto sexo.

El allegro nos impulsaba para abrasarnos al rojo vivo.

Parcelamos nuestros cuerpos para hacerlos hervir de placer.

El adagio lo interpretamos bajo la ducha.

Enjabonados los cuerpos nos pusimos más cachondos, se cabe…

Nos frotamos como si fuéramos piedras de pedernal.

Hasta que saltaron chispas de nuestro placer.

Con aceite nos sobamos, nos abrazamos y nos acariciamos…

El 2º movimiento complació, estimuló y sosegó nuestra piel.

Nos secamos el uno al otro y nos tumbamos.

En la cama fijamos nuestra mirada en el espejo del cielo.

Al instante nos fundimos piel con piel.

Tu arrodillado yo alojé mi cabeza rozándote con mi pelo.

Me apretaste con tus piernas, en contacto con tu polla.

Y trepando uno sobre el otro en sentido contrario,

nos encontramos gozando de la acrobacia 69.

Esta secuencia estaba marcada en el scherzo de la partitura.

Cada cual saboreó la polla y el capullo de su amante compañero.

Sobre todo, tu miembro saciaba mi hambre de rabo humano.

Faltaron notas de las sensaciones, emociones y las erecciones.

El concierto resultó una sinfonía armónica.

Sexual, sensual, erótica y por supuesto pornográfica.

Con los ánimos muy arriba abordamos el cuarto movimiento.

Uno frente al otro nos masajeamos embadurnándonos de óleo.

El final de la sinfonía la abordamos con el abrazo Tantra.

Nos erizamos ándate con moto en las caricias con la lengua.

Supiste erguir mis pezones con el toque pluma de tus dedos.

Antes de penetrar con tu príapo,

mi cavidad anal se hacía hueco con tus dedos.

Te sentaste en el suelo, yo abrí mis piernas para tu falo erecto.

De manera que yo podía cerrar mis piernas,

acogiendo entre ellas tu cuerpo por el culo.

Es evidente que en esa posición con lenta suavidad.

Tu polla dura fue penetrando en mi ano hasta el fondo.

El peso de mi cuerpo facilitaba la penetración.

En esta posición entrelazados con piernas y brazos,

sentimos en mis entrañas,

yo el latido de tu verga y tú el gusto de follarme.

Mantuvimos durante largos minutos nuestros cuerpos juntos.

Fundidos con las sensaciones de tu picha en lo más hondo.

Nos acariciamos resbalando con el aceite nuestras manos.

Nos besamos sin pausa, estábamos muy hambrientos y excitados.

Renunciamos por el momento a tu deseosa corrida.

Tú cogiste mi polla y trataste de ponerla tiesa.

Mi grado de excitación casi me dejó en coma.

Había llegado al orgasmo.

Tú deseaste que yo te la comiera hasta llegar a la gran corrida…

Yo bramé de placer y tú cual verraco me buscabas para repetir.

En la apoteosis final de la sinfonía,

todos los instrumentos se desbocaron en el mismo éxtasis.





jueves, 15 de agosto de 2024

LAS FLORES DEL MAL

 




Elevación

Por encima de los estanques, por encima de los valles,
de las montañas, de los bosques, de las nubes, de los mares,
más allá del sol, más allá del éter,
más allá de los confines de las esferas estrelladas,

espíritu mío, te mueves con agilidad,
y, cual buen nadador que se emociona con las olas,
surcas alegremente la inmensidad profunda
con inefable y masculina voluptuosidad.

Echa a volar muy lejos de estos miasmas mórbidos;
ve a purificarte en el aire superior,
y bebe, como un puro y divino licor,
el claro fuego que llena los espacios límpidos.

Detrás de los tedios y las vastas penas
que con su peso entorpecen la brumosa existencia,
afortunado aquel que puede con un ala vigorosa
alzarse hacia los campos luminosos y apacibles;

él, cuyos pensamientos, como las alondras,
hacia los cielos alzan por la mañana un libre vuelo,
¡quien se eleva sobre la vida y entiende sin esfuerzo
el lenguaje de las flores y de las cosas mudas!




LAS FLORES DEL MAL






“Ami muy querido y muy venerado maestro y amigo Théophile Gautier”, escribió Charles Baudelaire (París, 1821-1867). “Aunque te ruego que apadrines Las flores del mal, no creas que ande tan descarriado ni que sea tan indigno del título de poeta como para creer que estas flores malsanas merecen tu noble patrocinio. Ya sé que en las etéreas regiones de la verdadera poesía no existe el mal y tampoco el bien, como sé que no es imposible que este mísero diccionario de la melancolía y del crimen justifique las reacciones de la moral, del mismo modo que el blasfemo viene a reafirmar la religión. Pero en la medida de mis posibilidades, y a falta de algo mejor, he querido rendir un profundo homenaje al autor de Albertus, La comedia de la muerte y Viaje a España, al poeta impecable, al perfecto mago de las letras francesas, de quien me declaro, con tanto orgullo como humildad, el más devoto, el más respetuoso y el más envidiado de sus discípulos”.

Charles Baudelaire, que empezó a traducir en 1848 los relatos de Poe, continuó haciéndolo hasta 1857, año en que vio la luz su principal obra, Las flores del mal, de la que Zenda adelanta unos poemas traducidos por Carmen Morales y Claude Dubois en una bella edición ilustrada por Louis Joos y publicada por la editorial Nórdica.

LAS FLORES DEL MAL







domingo, 11 de agosto de 2024

ODA A PRÍAPO

 


EL FALO


ODA A PRÍAPO

 







POESIA EROTICO- SATIRICA
AUTOR: Jota Siroco

ODA A PRIAPO

Este falo capón que ves ahora
capullo de algodón ya sin sentido
fuera otro tiempo verga vibradora.
Fuera otrora magnífico badajo,
cucaña, mástil, espolón altivo...
sin rodeos, mi amor, un buen carajo.
Este morcón con aires de morcilla
nació caña de lomo y fue chorizo
enhiesto cual Giralda de Sevilla.
Monstruo sedente hoy, en horas bajas,
no queda a su placer otro destino
que el lúbrico manubrio de una paja.
Compadeciese ella del otoño,
cayó la falda, le mostró el chumino
y a Príapo dejó besarle el coño.

***

Lo siento entrañables políticos
pero esto no es un mitin,
no estáis en vuestra salsa:
Se viene a hablar aquí de cosas verdaderas,
de sangre, piel y cuerpos.
Se viene a hablar aquí de libertades.
Ni una sola promesa,
ni una urna,
ni un voto,
ni una simple medalla
nos cabe en un poema.
Lo siento, pues, entrañables políticos,
no estáis en vuestra salsa.
Pero...yo estoy dispuesto
a cambiaros mi atril y mi tarima,
si, sólo una vez,
por una sola vez
-! qué poco os pido!-
subís aquí
a decir la verdad.

2.-

No soy un Caballero Mutilado,
como llamaba Franco a sus despojos.
Por socialista y viejo camarada
soy un jodido cojo.

3.-

Os aviso
esto podría convertirse en un poema de amor.
!Huid del peligro!
No hay nada más infame
que un poeta narrando sus desgracias,
sus insoportables ausencias.
No hay nada más falso
que los imposibles amores de un rapsoda.
!Ay de vosotros
si llegáis a creer ni una sola de sus palabras!
Habréis caído en su red
y para siempre.
Los poetas, desgraciados ellos,
pintan grandes pasiones que nunca vivieron
porque esas, mis queridos amigos,
nunca se dejan escapar.
Os enseñan el camino del llanto.
Yo os aconsejo, si en algo estimáis mi palabra...
!Huid del poeta como de un acreedor!
Veis, esto se ha convertido en un poema de amor:
No encuentro otra forma de decir que os quiero.

--- *** ---