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lunes, 29 de agosto de 2011

LOS KIKOS: SECTA O LOBBYISTS




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El ejército de una nueva evangelización

PÚBLICO JESÚS BASTANTE MADRID 29/08/2011 

Tras su demostración de fuerza al término de la JMJ, el Camino Neocatecumenal de Kiko Argüello se confirma como el movimiento católico más pujante. "¡Yo no estoy loco! El Señor me ha dicho: Kiko, hay que preparar 20.000 sacerdotes para China. ¡Y aquí hay 300.000!". Y una riada de jóvenes que escucha a Kiko Argüello salta del asfalto y se dirige al altar de Cibeles. El espectáculo vivido el pasado lunes en Madrid, como guinda de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), define a la perfección el estilo y la efectividad del Camino Neocatecumenal, el ejército para la nueva evangelización de la Iglesia católica en el mundo. Al lado del líder, el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, sonríe: según la organización, 5.000 chicos y 2.300 chicas comenzarán, a partir de ahora, un "proceso de discernimiento" para convertirse en curas y monjas. Apenas el 10% lo acabará siendo, pero eso no se cuenta. Lo importante es el músculo demostrado en pleno centro de Madrid. "Aquí estamos, dispuestos a dar la vida por Cristo", afirma Argüello.


LOS KIKOS A LA DERECHA DE DIOS PADRE


"¡Yo no estoy loco! El Señor me ha dicho: Kiko, hay que preparar 20.000 sacerdotes para China. ¡Y aquí hay 300.000!". Y una riada de jóvenes que escucha a Kiko Argüello salta del asfalto y se dirige al altar de Cibeles. El espectáculo vivido el pasado lunes en Madrid, como guinda de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), define a la perfección el estilo y la efectividad del Camino Neocatecumenal, el ejército para la nueva evangelización de la Iglesia católica en el mundo.Al lado del líder, el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, sonríe: según la organización, 5.000 chicos y 2.300 chicas comenzarán, a partir de ahora, un "proceso de discernimiento" para convertirse en curas y monjas. Apenas el 10% lo acabará siendo, pero eso no se cuenta. Lo importante es el músculo demostrado en pleno centro de Madrid. "Aquí estamos, dispuestos a dar la vida por Cristo", afirma Argüello. 
Para descargar el trabajo completo:LOS KIKOSEn la fotografía: Argüello, Hernández y Pezzi, con Benedicto XVI. El carismático, la teóloga y el sacerdote...EL PAPA Y LOS KIKOS

LAICISMO Y CLERICALISMO



Foto: Pedro Taracena

PÚBLICO 29 de agosto de 2011 Óscar Celador Profesor de Derecho Eclesiástico del Estado y de Libertades Públicas La jerarquía católica utiliza habitualmente el término “laicista” para descalificar, bien a aquellos que se oponen a que las administraciones apoyen financiera o institucionalmente proyectos de naturaleza confesional –como la reciente visita del papa a Madrid–, bien a los poderes públicos cuando aprueban normas o reconocen derechos que permiten a los ciudadanos realizar actividades contrarias al ideario católico –como el matrimonio entre personas del mismo sexo–. La Iglesia católica entiende que el Estado no puede regular determinados sectores de la vida civil (como la educación, la familia o la muerte digna) en contra de sus principios de fe, so pena de convertirse en un Estado laicista. Asimismo, los sectores más conservadores defienden la tesis de que el laicismo es uno de los principales culpables del profundo proceso de secularización que desde la Segunda Guerra Mundial asola Europa en general, y a los países tradicionalmente católicos en particular. Las posiciones clericales sólo pueden comprenderse adecuadamente si se tiene en cuenta que históricamente en la Europa católica, bien la Iglesia católica era un auténtico poder político que perseguía directamente la herejía a través de tribunales como la Inquisición, bien los estados ejercían de brazo secular obligando a todos sus ciudadanos a profesar la verdadera fe, como ocurrió en nuestro país durante la dictadura franquista. Ahora bien, es insólito que la Iglesia católica se harte de calificar a nuestro país como laicista, cuando España es probablemente el país europeo más generoso económica e institucionalmente con ella pues, entre otros muchos privilegios, financia su labor confesional y benéfica, y permite que controle prácticamente la mitad del sistema escolar financiado con recursos públicos concertando sus escuelas (algo único en Europa). Las acusaciones mencionadas sólo pueden entenderse en el marco de un clericalismo exacerbado que no conoce límites gracias a la cobardía política que han exhibido tradicionalmente nuestros gobernantes, y al hecho de que la Iglesia católica española todavía no haya realizado la Transición democrática que en estos años ha abordado de forma ejemplar la ciudadanía española.

domingo, 28 de agosto de 2011

EL FRANQUISMO ULTRACATÓLICO



Foto: Pedro Taracena

Es evidente que los valores que defendía Fraga sirviendo la dictadura del Caudillo, son los mismos valores del Partido popular actual, en su maridaje con la Iglesia. El Partido Popular es el franquismo que se proyecta en el siglo XXI: El concepto de familia del cardenal Rouco, Aznar, Rajoy y Gallardón, es el mismo concepto de familia de Benedicto XVI, los Kikos, el Opus Dei y los Legionarios de Cristo Rey. El PP nunca denunciará los acuerdos con la Santa Sede, pero que el Gobierno los mantenga, supone un agravio al pueblo español y la Constitución. Pedir que los hijos legítimos del franquismo, condenen el genocidio, mientras la Iglesia cómplice de los crímenes, beatifica a los suyos, es una ingenua pretensión:


domingo, 21 de agosto de 2011

LA CONFESIÓN



Foto: Pedro Taracena Gil

Mi pasado como creyente yo diría que fervoroso, me permite comprender a los actuales católicos y sus manifestaciones. Fui producto genuino del nacional-catolicismo impuesto por los vencedores en la Guerra Civil. Contubernio entre la Iglesia y las fuerzas militares, falangistas, caciques, monárquicos y capitalistas. Yo fui uno de los españoles que no sólo se aprendió la doctrina cristiana al pie de la letra, sino que se la creyó con auténtica fe ciega. El catecismo del padre Ripalda en su niñez y el Mortarino en su adolescencia, modelaron mi perfil de hombre dócil al eslogan: “quien obedece nunca se equivoca”. Sacaba un sobresaliente en Religión, mientras en Matemáticas sacaba un cinco. Y así fue, me convertí en un fiel adepto defensor de los predicados de la Iglesia. Mi verdadera conciencia católica, apostólica y romana se fraguó en el confesionario. Aunque la clase y el púlpito contribuyeron a mi educación católica, el confesionario fue decisivo para castrar mi sexualidad de niño y de adolescente. Nada de lo que yo pudiera sentir en mi cuerpo me estaba permitido. Nada de lo que yo pudiera razonar con mi libre albedrío, me estaba autorizado. La razón estaba sometida a la fe, y si mi razón cuestionaba algún artículo de fe, debía de someterme a su total irracionalidad. En aquel siniestro cuchitril, el confesor cargaba de culpas mi conciencia para hacerme esclavo de una doctrina que yo creía que me hacía más libre. Todos los postulados que ahora y siempre configuran el credo católico, fueron asumidos por mí, respetando puntos y comas. ¿Cómo ha sido posible que se haya producido el cambio? Como toda transformación ha sido paulatina, siguiendo un proceso de deseducación. Es decir, eliminar la enseñanza inculcada y reemplazándola racionalmente por otro comportamiento asumido con más humanismo. No fue nada fácil ya que el sentimiento de culpa y el temor al castigo divino, no eran fáciles de erradicar.



Foto: Miguel Ángel Rodríguez Fernández

La Constitución Apostólica Gaudium et Spes del concilio ecuménico Vaticano II, me hizo comprender que la doctrina cristiana podía prestar un servicio al mundo actual. Las encíclicas de Juan XXIII, Mater et Magistra y Pacem in Terris, así como la Populorum Progressio de Pablo VI, me hicieron romper el paradigma que la Iglesia había sostenido, sobre todo en España, después de muchos siglos. Y según yo razonaba descubría que la doctrina de Cristo interpretada por “su” iglesia, estaba prostituida, e iba asumiendo la Teología de la Liberación, que sí era una respuesta cristiana basada en las Bienaventuranzas. También pude comprobar que esta respuesta teológica era molesta al poder eclesiástico. El prelado Óscar Romero y el jesuita Ignacio Ellacuria, eran mártires por defender a los desvalidos, con el silencio cómplice de la púrpura eclesial.



Foto: Miguel Ángel Rodríguez Fernández

La Iglesia oficial optó por minimizar los efectos del concilio y haciendo algunos retoques en la liturgia, siguió apegada al poder dando la espalda a los necesitados. En el caso de España, estudiando la historia más reciente, cuando mi conocimiento de estos hechos fueron contrastados y razonados, mi espíritu crítico me liberaba más de los viejos prejuicios religiosos. Descubría que la distancia entre la doctrina original de los cuatro evangelios y la praxis de la Iglesia cada día era más insalvable. Además la complicidad de la Iglesia en crímenes de lesa humanidad, que comenzaron el día 17 de julio de 1936 que hasta la fecha han quedado impunes, me hicieron reaccionar y apostatar del estamento eclesiástico, que nada tiene que ver con la doctrina dictada por aquel Jesús de Nazaret, hijo de un carpintero. El montaje de la Iglesia universal, poniendo en escena una estructura medieval al servicio del siglo XXI, es un esperpento. Un disparate al servicio del poder con el cual está en perpetua connivencia. Bajo el pretexto de que: “Su reino no es de este mundo”, sólo procura la salvación de las almas; ignorando todo lo que supone la Declaración Universal de los Derechos Humanos; depreciando la felicidad de la humanidad.



Foto: Miguel Ángel Rodríguez Fernández

Una vez situado en este lado de la realidad, sin despreciar que la trascendencia es una cuestión de cada uno en privado, mi postura ante este esperpento eclesial ha de ser activa. De crítica y denuncia de todo aquello que va en contra de la voluntad laica del pueblo. Esta lucha comenzó con el Renacimiento, siguió con la Reforma protestante, más tarde la Ilustración, el Liberalismo, el fin de las monarquías absolutistas, rompiendo la alianza trono altar, ejemplo drástico de ello, la Revolución Francesa y la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. En el siglo XX se logra la Declaración Universal de los Derechos humanos en 1948. Todos estos avances se han hecho logrando romper el maridaje Iglesia Estado. El poder ya no viene de Dios y el monarca ya no masacra a su pueblo. El rey reina pero gobierna. El poder emana legítimamente del pueblo y queda establecido en la Constitución. Cuando esta evolución europea se compara con la España de esa misma época, mi agnosticismo se reafirma y a pesar de la terquedad episcopal, yo soy de hecho un apostata legítimo, aunque no formal. La libertad de expresión conquistada en España, me concede y así hago uso de condenar, en nombre de la justicia y la razón el maridaje anacrónico de hecho entre la Iglesia y el Estado. La gestión de la política en el Estado laico, obedece a organizar la convivencia como si Dios no existiera. La religión debe de salir de las escuelas públicas. Con el dinero del pueblo no se puede financiar ninguna religión. Las propiedades de la Iglesia que sean obras de arte o de interés público, deben ser propiedad del Estado. De otro modo, su conservación y restauración deben ser por cuenta del estamento eclesial.




Foto: Miguel Ángel Rodríguez Fernández

La postura timorata del Gobierno, pidiendo aquiescencia a la Iglesia para dar una solución al Valle de los Caídos, es la prueba de la pérdida de papeles y la sumisión del Estado a la Iglesia. Este siniestro lugar fue mandado construir por el dictador sanguinario, en memoria al triunfo aplastante sobre la República y los que la defendieron. Como no podía ser de otro modo albergó en esta nefasta caverna a un cenobio benedictino. Evidentemente sus crímenes hicieron propietarios de este lugar a: Franco y su ejército, a la Falange y el Movimiento Nacional, y a la Iglesia que bendijo la masacre como Santa Cruzada. Y de hecho han exhibido su victoria día tras día. El Gobierno no está legitimado para acordar con la Iglesia nada de espaldas al pueblo. La necrópolis que sepulta la montaña de Cuelgamuros es del Estado. La abadía es patrimonio del Estado como el monasterio de El Escorial, y la basílica es también del Estado y además tienen algo que decir los familiares de los republicanos y nacionales que están ahí sepultados con su consentimiento o sin él. La Constitución no autoriza al Gobierno a negociar en régimen de igualdad a la Iglesia y al Estado. Toda concesión a la Iglesia aleja la reconciliación entre las dos españas. Ya son demasiadas brechas abiertas: Franquistas y sus víctimas, republicanos y nacionales, derechas e izquierdas, ricos y pobres, familia cristiana y las otras familias, el 15-M (*) y el 20-N (**), y ahora católicos y laicos. El comportamiento del Gobierno es una buena forma de fosilizar la Constitución, sin resolver sus exigencias.



LA DECADENCIA DE LA CONFESIÓN

Foto: Pedro Taracena Gil


(*) El 15-M es el movimiento del cual surgió PODEMOS.
(**) El 20-N es la fecha en la cual murió el Caudillo de España Francisco Franco.


DIFERENCIA ENTRE EL 15-M Y LAS JMJ



Foto: Pedro Taracena Gil

Carta publicada en PÚBLICO (21/08/2011) 

Resulta muy fácil ver las diferencias entre ambas. Por poner algunos ejemplos, en las del 15-M se habla de solidaridad, mientras que en las de la JMJ de caridad. En una se piensa ,en la otra se dogmatiza. En una se razona, en la otra se tiene fe. En una hay que luchar por el espacio, en la otra te lo regalan los poderes políticos. En una se critica la usura de los bancos, en la otra son patrocinadas por ellos. En una se participa, en la otra se asiste. En una se hacen propuestas, en la otra se acata la infalibilidad del papa. En una se lucha por cambiar el mundo, en la otra por conservarlo. En una se reciben “hostias” y en la otra se las comen. En una se quiere acabar con la pobreza, y en la otra dar limosnas. En una se decide por consenso, en la otra por inspiración divina. En una caben todas las opiniones, en la otra sólo las de la jerarquía. En una hay personas, en la otra, como dice la Biblia, “pastores y rebaño”. 

José García Cea 
Madrid

miércoles, 17 de agosto de 2011

ESTADO LAICO ¡YA!


MANIFESTACIÓN DE MADRID QUE DECLARA AL PAPA PERSONA NON GRATA

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De mis impuestos, al papa cero

Aborto, es mi libertad, es mi decisión

(+) PLACER Y GOZAR (-) REZAR
Jesús estaría con nosotros

DESPRESTIGIO DEL CATOLICISMO


PÚBLICO 17 DE AGOSTO DE 2011



Francisco Delgado

Presidente de Europa Laica. Diputado en la legislatura de 1977

Ilustración por Miguel Ordóñez

El nacionalcatolicismo toma aire y sol estos días en Madrid utilizando espacios y recursos públicos. A través de los medios de comunicación, sus soberbios y ancestrales mensajes (incluidos los perdones masivos a pecados terrenales) llegan a todo el orbe católico. Al mismo tiempo, sus voceros, clérigos o seglares, atacan con el furor de una cruzada medieval a un supuesto “laicismo intolerante y radical”, confundiéndolo con la serena y creciente secularización de la sociedad, porque en su paranoia piensan que su religión única y verdadera está amenazada por los “enemigos de Dios”. 

No se dan cuenta de que esos imaginarios enemigos los tienen dentro como consecuencia de: actuaciones de sus jerarcas o de sus grupos más fundamentalistas; la visibilidad de las riquezas acumuladas durante siglos (la mayoría de las veces, a sangre y fuego o con leyes que les favorecen); sus dogmas caducos y, en ocasiones peligrosos, en materia de familia, de orientación sexual y sexualidad, de igualdad de género, de vida y de forma de muerte. Estas, entre otras, son las causas de su alejamiento de una sociedad plural cada vez más racional, más libre en su conciencia. 

Hace unas semanas, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, ofrecí una conferencia sobre Religiones y laicidad y, una vez más, una persona dedicada a la enseñanza del catecismo en las escuelas públicas amablemente me increpó sobre el hecho de que cada año se quedaba “con menos alumnos”, argumentando que era consecuencia “de una secularización creciente que amenazaba la moral de la ciudadanía”. Esta persona hablaba de la moral católica como si fuera de la Iglesia católica no hubiera otra moral. La respuesta que le di no fue muy complicada: “La causa no es la laicidad y la secularización, sino sus dogmas y el desprestigio de la institución católica oficial, de la que usted depende”. 

Cada día que pasa, los medios de comunicación (en especial las televisiones) ocupan más espacio en difundir los actos y fastos del evento católico, en proporción directa con la caída de la audiencia en esos momentos. Esta semana y hasta el domingo casi todo van a ser noticias del “acontecimiento”, con el permiso de los mercados, de la pugna electoral PP-PSOE y del fútbol. 

Benedicto XVI, como otras veces, llega en su interesada doble condición de “pastor” de sus fieles y como jefe de un Estado ficción: el Vaticano. Y viene a un Estado real, con una democracia formal, aunque “confesional” en lo institucional, que concede enormes privilegios de tipo simbólico, jurídico, tributario, económico y en concesión de servicios, vulnerando el principio de igualdad y de aconfesionalidad que establece nuestra Constitución. 

Cientos de cargos públicos y altas autoridades del Estado van a rendir pleitesía a la jerarquía católica y a su máximo mandatario que, presumiblemente y una vez más, rodeado de una parafernalia escandalosa, hará críticas a nuestras leyes democráticas, a nuestra plural forma de convivencia y atacará otras iniciativas que se han quedado sin debatir en esta legislatura, como la ley de libertad de conciencia, la ley de muerte digna o la de igualdad de género. 

Los miles de jóvenes de muchas nacionalidades que estos días visitan algunas de nuestras ciudades, además de Madrid, se llevarán la impresión de que están en “territorio católico” por la forma que les han organizado el viaje. La realidad es muy distinta. Los diferentes territorios que conforman España no se reducen a los confesionarios del Retiro, ni a los montajes de Cuatro Vientos y Cibeles. (Por cierto, en esta plaza el macroaltar tapa simbólica y calculadamente el magnífico edificio civil del ayuntamiento). España es plural, diversa, tratamos de convivir personas de cientos de convicciones, organizadas o no. Esta es la impresión que deberían de llevarse los jóvenes, pero no va ser así. Los que algún día puedan volver a visitarnos, como ciudadanos y no como siervos, lo entenderán mucho mejor. 

La mayoría de la ciudadanía no es católica practicante. Menos de un tercio declara serlo, otro tercio aproximado se declara creyente y/o cristiano no practicante; un porcentaje pequeño pertenece a otras religiones organizadas, y casi un tercio se declara ateo, indiferente, agnóstico, etc. Entre la ciudadanía menor de 30 años la situación cambia mucho: sólo el 9% se declara católico practicante y el 49% agnóstico, ateo o indiferente. 

Por ello, por justicia y para construir el Estado democrático y de derecho, hay que situar toda simbología religiosa en la esfera de lo personal y privado; hay que eliminar el privilegio de exenciones tributarias, como el IBI y otros, a la Iglesia católica (ahora que en Europa se está reclamando); se ha de denunciar (o no aplicar) el Concordato (Acuerdos de 1979); hay que elaborar una ley de libertad de conciencia que clarifique situaciones frontera que generan gran confusión entre las iglesias y el Estado; la enseñanza del dogma religioso ha de salir de la escuela financiada con fondos públicos; y, por fin, se ha de adecuar a la realidad social actual la Constitución en su artículo 27 (sobre la formación religiosa y moral) y especialmente en el 16 (eliminando la mención a la Iglesia católica). 

Benedicto XVI se irá con su séquito y nuevas casullas bordadas. Por fin se abrirán espacios públicos para el disfrute general. Se harán cuentas y cábalas. Mientras, la secularización de la sociedad seguirá avanzando, al mismo ritmo que aumenta el desprestigio de esta Iglesia de popes, boato, hipocresía, soberbia y riqueza. Entretanto, con otros problemas de fondo, los partidos mayoritarios, en su ceguera, permiten y fomentan privilegios caducos, de otra época.

BENEDICTO XVI, EL IMPOSTOR


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El carnaval de Madrid

El hijo del carpintero está en África

En el carnaval montado en Madrid con motivo del encuentro de Benedicto XVI con la juventud del siglo XXI, abundan las máscaras de la hipocresía, en términos bíblicos, el fariseísmo. La puesta en escena pretende epatar los eventos protagonizados por un tal Jesús de Nazaret, hijo del carpintero. Burda farsa que produce nauseas al contemplar de qué forma se falsifica la doctrina, que se pretende defender hasta la muerte. Los adefesios exhibidos por la Iglesia derrochan anacronismo perverso. Es repugnante al entendimiento humano que España haya sido elegida para el proselitismo in extremis de un monarca medieval. Paralizar la historia en la época donde el poder venía de Dios y era el rey quien masacraba en su nombre a súbditos y vasallos. Por increíble que parezca, este estado de cosas no se limita a un auto sacramental esperpéntico y desubicado en el tiempo. Es utilizado con claras intenciones de aumentar la cota de poder, de quienes en el Reino de España han sido y son, los grandes caciques de veinte siglos de Historia. En este bullicio de bazar callejero, sin duda, la juventud es la parte más ingenua del reparto. Su inocencia les hacer pasear su mansedumbre al ruido de la esquila que pende de su cuello. Son corderos encaminados hacia el ancestro enmohecido que les aleja del siglo que les ha tocado vivir. Este espectáculo es indigno de un mundo que en el año 1948, escribió para ser cumplida la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Habrá hipócritas que se rasguen sus vestiduras por estas palabras y las tachen de radicales, extremistas, intolerantes o fanáticas. Este osado cronista sólo pretende narrar todo aquello que contempla su mirada. Eso sí en un román paladino, es decir en un idioma claro que defienda la verdad. Cuanto más se analiza esta letanía de arcaicos disparates, su impacto con la sociedad española y el mundo globalizado que nos llega a través de los medios de comunicación, es difícil de superar el escándalo que supone para el sentido común. Cada institución se ha ocultado bajo la máscara del personaje que le ha tocado desempeñar: En principio, Ratzinger, que viene en representación del cristianismo que se prostituyó un día del siglo III, en el que tuvo lugar la pseudo-conversión al cristianismo del emperador Constantino. No viene a encontrarse con los parias de la tierra. Llega a un país católico desde la conversión Recaredo en el siglo VI, pero ausente de sensibilidad cristiana. Es un sacrilegio contra la humanidad contemplar en los telediarios secuencias del beaterio madrileño, mezclado con la hambruna africana ¿Cuántas vidas salvarían las mitras, anillos y capas pluviales de los purpurados príncipes? Es como vivir en un mismo sueño, los años bíblicos de las plagas y el esplendor del Vaticano. Falta valentía y sobra hipocresía para gritar a los peregrinos que les han equivocado la Meca de destino. Su lugar está en África no en España. Pero el rosario de responsables y de fariseos es más grande. El Estado español es el primer responsable en la institución monárquica. El Rey debía renunciar a recibir a un homónimo que condena nuestra legalidad democrática. El Gobierno con un retraso de 36 años que debía de haber denunciado los acuerdos con el Vaticano por anticonstitucionales. Y otro culpable de estos hechos bochornosos es la Iglesia española y las fuerzas que fueron cómplices del derrumbe de la República y del genocidio franquista. Estos eventos que constituyen el hito más vergonzoso de la reciente historia democrática de España, tiene la complicidad del Partido Popular y los medios afines y aparentemente menos afines. Todos ellos se mueven cual marionetas al son de las oligarquías que son su polea de transmisión. Son escasos los medios que se atreverían a hablar en esta lengua. Mientras, los turistas peregrinos y los peregrinos turistas, cantan y bailan esperando al vicario de cristo, pero el Cristo con mayúscula está en África. Es decir el hijo del carpintero.