Rompiendo con el
paradigma
Nuestro abrazo
tántrico rompió con el ceremonial, el ritual, el formulario de cortesía,
sintiendo el fondo de la sensualidad; expresión del deseo y de las emociones
sexuales y eróticas. Es mi deseo comenzar por el final porque fue el broche de
oro de todas las fases de nuestra sesión.
Nuestra piel se
fundió en una sola piel, sintiendo la suavidad y temperatura milímetro a
milímetro. Sentía tus gentiles pegados a los míos; lamiendo tu cara, tus
hombros y tus orejas. Mis manos acariciaban tu espalda y tú me correspondías
con una actitud provocadora. Cambiamos la manera de entrelazar nuestros brazos
para sentir mejor nuestras caricias. Tú colocaste mis piernas para que te
pudiera abarcar mejor tus glúteos. Allí entre nuestros cuerpos fundidos, yo me
sentí libre de reaccionar a todas tus provocaciones; invitándome a dar rienda
suelta a mis ansias y deseo de sentir y de gozar. Sin pudor, sin complejos y
sin prejuicios.
Volviendo al comienzo
en el cara a cara o frente a frente, en ninguna de las anteriores sesiones,
percibí erotizado mi entorno con tanta energía, sintiendo tu presencia. Con la
sola intuición de estar próximo a tu cuerpo o a tus genitales.
Sin duda, hubo
una conexión muy estrecha entre tus nuevas caricias, que no masajes,
aprovechando las posturas laterales. Donde me ofreciste la simetría para que yo
pudiera responder a tus estímulos.
Ha sido una
sesión donde yo ansioso de protagonismo, más conexión ha habido entre el rol
del maestro guía y el aprendiz. Donde apenas me acompañó el pudor y el temor a
cometer errores; desviándome a veces de la respiración. Me sentí muy alegre
compartiendo el juego sensual, sexual y erótico. Sin renunciar a jugar con tus
genitales…
Durante la
estimulación anal, las sensaciones que sentía, ya te manifesté que la molestia
no hizo acto de presencia. Dicho de otro modo, no sentí dolor, pero tampoco
placer sexual, aunque insistiendo en las zonas más genitales, el resultado fue
orgásmico.
No te extrañarás
que haya reflexionado sobre las observaciones que me hiciste que había un
cierto divorcio entre las sensaciones que sentía cuando me acariciabas y el
gesto de mi cara. Me he permitido buscar algunos vídeos de sexo explícito, y en
general los gestos son más cercanos al dolor que al placer, aunque estuvieran
inmersos en la explosión orgásmica.
Sin embargo, a lo
largo de todas las secuencias fui consciente del placer sensual, sexual,
erótico y sentí como nunca mucha alegría.
Como recordarás
fue objeto de nuestra conversación la experiencia de la cual me hizo Juan
(nombre figurado), sobre el erotismo de los olores. Es evidente que yo confundí la forma de
abordar esta cuestión. Aunque yo le acogí con delicadeza y cariño, mis propios
interrogantes me dejaron ciego para ver la realidad. La realidad que tenía ante
mis ojos era mucho más simple, que, en lugar de formular tantas cuestiones de
índole circunstancial, me olvidé de lo fundamental. Cuando Juan (nombre
figurado) me abrazó llorando diciéndome que le gustaba mi olor, yo le acogí con
una respuesta de misericordia y con pretendida comprensión. Cuando en
realidad yo no entendía nada. Le hice preguntas que ni él sabía responder y
tampoco le preocupaban.
Sin duda Juan
(nombre figurado) en un acto de desnudez y sinceridad me estaba diciendo que mi
coche y todo mi entorno de ropa y calzado, le gustaba sobre todo por mi olor y
le despertaban el deseo. Y fue evidente que a mí también me gustaba,
asumiendo algo nuevo en mi experiencia, así como las emociones que alimentaban
ese deseo, que tampoco tenían explicación.
Ahora contemplo
como desafortunadas y fuera de lugar aquellas palabras que daban respuesta a la
catarata de emociones volcadas en aquel abrazo lacrimógeno. “No te
preocupes, llora y desahógate…” Aunque lo que me hizo reflexionar fue, cuando
ante una pregunta mía, él me respondió que esas emociones solamente las sentía
conmigo.
Hay una gran
coincidencia entre tu planteamiento de que yo diera mi respuesta sin ayuda de
nadie, y la actitud de Juan (nombre figurado). Parece que os hubierais puesto
de acuerdo…
He tenido la
oportunidad de mantener un cambio de impresiones entre Juan (nombre figurado) y
yo. Donde me he desnudado totalmente ante él, y me ha seducido la sencillez y
naturalidad de sus apetencias. Y ya
compartimos el mismo deseo y las mismas emociones. Renunciando gustosamente a
cualquier interrogatorio que racionalizaría aquello que es patrimonio de nuestra
naturaleza y sobre todo de nuestra libertad espontánea. Conjugando los verbos:
“gustar” “emocionar” “desear” “sentir” “excitar” y “AMAR”.
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