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EL ÁNGEL CAÍDO de Ricardo Bellver


El Ángel Caído








Este soberbio conjunto escultórico, me permite refrescar la memoria sobre la teología de los ángeles. Me hace recordar cómo serafines, querubines y tronos, constituían el primer coro de espíritus al servicio de Dios, aunque con escasa relevancia en el conocimiento popular. De igual forma, dominaciones, virtudes y potestades, segunda jerarquía de la corte celestial, no han arraigado en la plástica de los artistas. En otro orden angelical, si bien los principados, tampoco, le suenan al común de los mortales, los arcángeles: Rafael, medicina de Dios. Miguel quién como Dios y Gabriel, varón de Dios. Sí tenemos una imagen clara de su cometido y de sus hazañas. Y por último recordemos a los silenciosos y anónimos, Ángeles de la Guarda. Los pintores y escultores, han representado a estos personajes, acreedores de todos los epítetos que con mucha razón el vulgo de todas las épocas, califica de: rollizos como lechones y ceporros con michelines. Pero ahondando más sobre estas criaturas celestiales, no podemos olvidar al más bello de todos los ángeles, llamado Lucifer o luz bella. Cuando Dios le profetizó que, llegada la consumación de los tiempos, la segunda persona de la Santísima Trinidad, el Hijo, se encarnaría en una mujer y debería servirle como Dios. Lucifer, se miró en el espejo de su soberbia y respondió: ¡Non serviam! ¡No le serviré!. Desde este instante fue arrojado a los infiernos y desde entonces se le llama Demonio o Diablo. Lejos de aquellos angelitos de morritos sonrosados, la iconografía angelical nos ha dejado una representación del Ángel Caído, que lejos de considerarla como cursilería repugnante, supone una magnífica escultura de Bellver, ubicada en el parque del Buen Retiro madrileño, única en el mundo. Esta escultura es un alarde de belleza y simbología. Si bien las esculturas dedicadas al arcángel San Miguel, asumen el papel de caballeroso y militar, defensor del orden constituido, la obra de Bellver, es un símbolo de rebeldía, de discrepancia, de libertad, de lucha, de resistencia al sometimiento irracional. Nunca podré contemplar esta escultura con objetividad porque es la ruptura con la docilidad manipulada de la Iglesia. En este caso, el monstruo, no es el ángel que representa la libertad, el monstruo es la serpiente que le intenta subyugar. El Ángel Caído, es el personaje alegórico de la adolescencia, eterna lucha, eterna rebeldía, eterna discrepancia y eterna transgresión. 




Galería de imágenes


 












Reportaje de Pedro Taracena Gil


EL ÁNGEL CAÍDO (Cuento Teológico)


En la Biblia, es decir en las Sagradas Escrituras, no se narra literalmente la historia del Ángel Caído. No obstante, una deducción teológica de la Iglesia, así como la tradición desde los primeros Santos Padres, la rebelión de Luzbel o Lucifer contra Dios, ha quedado definida en una doctrina llena de verosimilitud. Esta historia se la he contado a mi hijo en forma de cuento, desde que era muy pequeño.  No es nada normal que un padre del siglo XX trate este tipo de temas con su hijo.

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EL OCTÓGONO DIABÓLICO

Ensayo sobre los planos de Miguel Ángel






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RICARDO BELLVER, escultor español (Madrid 1845-1924), uno de los más importantes de la segunda mitad del siglo XIX. En 1861 expuso El cacique Tucapel, obra que revela la extraordinaria precocidad de su autor. Estudió en la Academia de San Fernando. Modeló tres bustos, entre ellos el de Goya; en 1862 obtuvo la pensión de Roma con una estatua de David; desde esta misma ciudad mandó un busto del Gran Capitán, un relieve con el entierro de Santa Inés y modeló su primera obra, El Ángel Caído (1878), desnudo de crispación berniniana, en el que se aprecian asimismo influencia de Miguel Ángel, que se colocó en los jardines del Retiro de Madrid, después de alcanzar primera medalla en la exposición de 1881. Durante otra estancia en Roma, modeló la estatua del navegante Juan Sebastián Elcano en Guetaria. Otras obras de su cincel: Estatuas de mármol de los santos Andrés, Pedro, Pablo y Bartolomé (San Francisco El Grande de Madrid); Virgen del Rosario (San José Madrid) y el mausoleo del arzobispo de Sevilla Luis de Lastra y Cuesta.




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