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MI SUBIDA AL MONTE TÁNTRICO X




SOY PROPIETARIO CONSCIENTE DE MI SER

Mi cuerpo es una fortaleza con cinco balcones,
por donde penetra la sensualidad de la vida.
Cuando me abandono en brazos de Eros,
su excitación invade mi cuerpo de energía sexual.
Brotan en mi interior sentimientos,
 preñados de cariño, ternura y amor.
Las emociones compartidas erizan mi vello,
y cada poro de mi piel se convierte en un volcán.
El misticismo y la espiritualidad no son etéreos.
Se fusionan en un humanismo consciente.
Sensual, desnudo e impúdico.
Lo esotérico no habita en el cielo, sino en el alma.
Habita en lo más hondo de mi SER.
Dedicado a mi guía muy amado.



PRIMERA PAUSA EN ESTE ASCENSO

Esta etapa ha sido lo suficientemente significativa, sensual y salvaje, como para hacer un alto en el camino, y revisar conceptos que han sido diametralmente cambiados de valoración, en mi ascenso al Monte Tántrico. Esta evolución ha hecho reducir el área que estaba acotada por el pudor. Más aún, la consciencia de nuestra mutua presencia, la relajación y el abandono en el “aquí y ahora”, me han hecho vivir, sentir y vibrar, en los rincones más insospechados de mi cuerpo. Cuando menos recatado me sentía y más abandonaba mi pudor, más gozo sentía y mayor era la onda expansiva.
Me has hecho vivir sensaciones y emociones a través de los cinco sentidos. No he descartado introducirme paulatinamente en el universo esotérico, y por supuesto en esta sesión, la sexualidad ha estado presente como valor energético, positivo, ausente de prejuicios y complejos. Aceptando y asumiendo con placer y alegría, tu seducción erótica.  Me satisface el haber reaccionado con expresiones claramente orgásmicas, compartiendo las excitaciones contigo.
He mantenido una reflexión sobre mi pasado, que me ha permitido liberar mi realización sensual y sexual, de la basura que la educación religiosa me marcó. Castración y frustración. Y últimamente, tú lo conoces muy bien, me has ayudado a superar la insensibilidad que la extirpación radical prostática me había provocado. La disfunción eréctil y la rehabilitación de muchas partes sensibles de mi cuerpo, están progresando adecuadamente. En términos de realización sexual.
La impureza como ausencia de castidad, referido a la sexualidad, me llena de gozo consciente. La sexualidad no supone para mí, desahogo y relax, sino realización humana y varonil compartida. La concupiscencia definida en negativo, como apetito desordenado de placeres deshonestos, podría ser la crónica de nuestra entrega sobre el tatami. El deseo excesivo del placer sexual, los cánones morales lo definen como lujuria. Celebro y no sabes cómo, que hayamos compartido dosis bastante elevadas de lujuria, sobre ese maravilloso lecho. Cierra el círculo de mi reflexión, las acciones perversas, los pecados deshonestos y las osadas pero acertadas insinuaciones eróticas, que tú muy generosamente has compartido conmigo.
Soy feliz al poderte comunicar que el paradigma que me atenazaba en el subconsciente, está en curso de desaparecer. Los conceptos han sido reemplazados por realidades tangibles y llamadas por su nombre.



SEGUNDA PARTE Y BROCHE DE ORO

Es mi deseo abordar este parte después de tomarme algún tiempo, porque quiero observarla con suma atención…
El nuevo fular con el cual me cubría de color naranja, me aportaba sosiego y alegría. Observé que mis genitales se transparentaban y ese detalle aportaba un toque de erotismo. Sentí gozo y sosiego en el aquí y ahora de tu presencia consciente. Percibía cómo se me erizaba el vello y tu casi imperceptible abrazo, se convertía en puro erotismo. El placer se hacía sentir con tu proximidad jadeante.
Tumbado en el tatami, me sorprendió el placer que sentía albergando tus genitales entre los puentes de ambos pies. Procuraste que las plantas de mis pies se hundieran en tu bajo vientre. Ya te avancé que la presión que ejercías, así como tu temperatura y suavidad, me aportaron excitación en aquel momento. Me hubiera gustado el haber jugado un poco más con mis pies sobre tus genitales…
Otro momento de placer tuvo lugar cuando presionabas levemente mi cabeza entre tus piernas; rozando mis orejas con tus ingles, y tus genitales con mi pelo. Al mismo tiempo estimulaste los lóbulos de mis orejas y las partes laterales del cuello. Me obsequiaste con diferentes maneras de masajear los pezones, con aceite manteniendo una temperatura superior a la del cuerpo. Esta zona ha sido donde más avances he obtenido…
Tus masajes cubrieron la totalidad del cuerpo. Desde los dedos de los pies pasando por piernas, cuerpo, brazos, manos y dedos. Percibiendo mi físico muy receptivo y por supuesto con el deseo despierto…
He de confesarte que no es necesario que insistas mucho, para conseguir ponerme caliente o cachondo, como te suene mejor. Llegado el momento, que tú sabes sintonizar perfectamente, comienzas una especie de acrobacia erótica; poniendo a mi disposición tus atributos genitales. Sin pudor te digo que me entusiasma sentir, acariciar y manosear tu pene y tu glande. Ufff... Me satisfaces con el masaje que me guías para que yo te siga, por brazos axilas y manos. Percibir cómo tu miembro viril recobra su erección más placentera, supone un auténtico acto de adoración de sexualidad mística, hacia ti. No renuncio a utilizar estos términos…



Agradezco la insistente manera que tienes para estimular los anillos interiores del ano. Quizás un tanto adormecido o inhabilitado. Pero no siento dolor ni molestia. Y distingo muy bien cuando utilizas tus dedos, o bien tu capullo acaricia la entrada de mi culo. Electrizas mi piel cuando te deslizas sobre mi cuerpo, por el torso o la espalda con tu polla tiesa y bien aceitada…
Sin duda, uno de los momentos más eróticos fue cuando me inmovilizaste totalmente. No sabía cómo hacerte entender que me habías seducido por encima de cualquier expectativa mía. Bestial y muy bello. Me gustaba ser prisionero de tu seducción. Fui consciente de que deseaba lamerte, chuparte, comerte, morderte, hacerte daño, eróticamente hablando… Sí, Si, Si, ¡Bestia! Exclamaba…
Te pusiste verraco, palabra que en idioma coloquial se utiliza para hablar de un hombre que está cachondo, salido, como un animal semental. No creo que te defraudara mi respuesta. Con tu respiración jadeante me penetraste hasta lo más hondo. Surcaste mi cara con los pinchos de la barba y mi excitación y calentamiento llegó a lo más íntimo de mi ser. Me retorcía de placer…



Además de los placeres sensuales (cinco sentidos) y los sexuales, es decir después del deseo más erótico, me quedaba por compartir contigo el deleite de la degustación de tus genitales. Volviste a cobijar mi cabeza entre tus piernas, estando sentado sobre tus talones. Posicionaste mis manos para que alcanzaran tu espalda. En esta posición podía acariciar tu espalda y tus glúteos. En la medida que tú te inclinabas hacia adelante, a mí me permitías chupar tu barriga y lamer tu ombligo. Instantes después tú me masajeabas el bajo vientre, espacio y tiempo que me permitía acariciar tu pene y glande con mi lengua. Mi posición invertida y el tamaño erótico de tu polla, no me permitía hacerte la mamada que el momento requería. No obstante, me permitiste que torciera un poco el cuello para posibilitarlo. Siempre te agradeceré tu vocación condescendiente con mis deseos no explícitos…
Nuestro abrazo tántrico fue el broche de oro de nuestra sesión. Entrelazamos nuestros cuerpos, piel con piel. Conectando nuestros cuerpos, fusionando nuestra temperatura y sintiendo nuestro respirar, corazón con corazón. Percibiendo el aliento, el uno en el otro… Natural, primitivo, salvaje… No pudo olvidar una observación que me hiciste para que no ocultara o reprimiera mis gestos de gozo, molestia o dolor; indicándome con tu delicadez que tú reaccionarías sin disimulo ante los estímulos que yo te propiciara.
A la hora de concluir esta etapa, acuden a mi mente, las conclusiones que me permiten constatar mi ascenso. Sobre todo, con tu seducción y acoso sexual en positivo, has conseguido diluir mi pudor. Provocar mi deseo. Satisfacer mi ansiedad. Saciar mi hambre erótica. Cultivar mis emociones conscientes. Y sobre todo que sienta en mis venas cómo arde la energía sexual, motor de mi vida…


Comentario al primero de los capítulos de MI SUBIDA AL MONTE TÁNTRICO
Juan 18 de junio de 2017, 13:28
Me encanta... El sexo domesticado y sometido sólo a la utilidad de procrear, priva al ser humano de algo que ningún otro ser vivo posee. Ningún animal disfruta del sexo, ellos sólo obedecen la orden natural de procrear. Y si el hombre es sometido a reprimirse y no disfrutar de su sexualidad, en realidad se condena a ser semejante a las bestias, que es todo lo contrario a como dicen los reprimidos puritanos.


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