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MI SUBIDA AL MONTE TÁNTRICO VIII


¡NAMASTÉ!




Es muy satisfactorio pensar que, aunque la meta esté en la cima de lo inalcanzable, yo no renuncie a vivir cada etapa y superar cada escollo.

Como nadie ni nada me marca la pauta para escribir mi diario de cada jornada, esta vez se me antoja comenzar por el final, por la cúspide que alcanzamos en el último día.  Fue en el abrazo tántrico donde descubrí la plenitud de la desnudez más impúdica. Percibimos que nos cubríamos con suavidad mediante nuestra propia piel y nos arropamos con la propia temperatura de nuestros cuerpos. Yo te percibí bellísimo. Mis caricias me devolvían un cuerpo más entregado, sosegado y al mismo tiempo más erecto. Sí, fue un momento mágico. Nuestros cuerpos se entrelazaron, acogiendo tu pene endurecido entre nuestros vientres, que yo me resistía el dejar de mimarlo y acariciarlo. Fue un abrazo pleno y consciente. Deseaba fundirme más y más con tu cuerpo. Nuestras mejillas se acariciaban mutuamente. Y nuestros brazos extendían nuestras manos para deslizar nuestro placer a lo largo y ancho de nuestras espaldas.

Permanecí tumbado en el tatami totalmente relajado sin apenas pensar en nada. Como siempre parcelaste mi cuerpo y lo llenaste de masajes y caricias. Dimos un paso más en nuestro acercamiento, en el cuerpo a cuerpo; compartiendo conscientemente rincones de nuestro físico. Me diste licencia para tocar tu piel y recrearme con mayor detenimiento y consciencia en tus zonas erógenas. Me sentí más pegado a ti. Con más deseo. Supiste colocar mi cabeza entre tus piernas de manera que yo sentía la suavidad y la temperatura de tus genitales. Me aplicaste unos masajes con óleo, con un poco más de temperatura de la disponía mi cuerpo, y erizaste mi cuello, mi cabello y la parte posterior de mis orejas. En tu movimiento para masajear mi bajo vientre, tu pene rozaba mi cabeza. Sentí tu incipiente erección y esta sensación estremecía mis extremidades.

Durante todas las secuencias de esta sesión permanecí con la consciencia muy centrada en tu presencia, y en no pocas ocasiones compartimos la complicidad que expresaba la madurez de nuestra confianza. Te agradezco que me dieras la entrada en los rincones de tu intimidad y yo me sentí libre para darme permiso y tocarte. Usar y abusar de mi lengua y dientes, me permitió, sentir una enorme variación de sensaciones todas ellas placenteras y diferentes. Sin duda en la medida que iba venciendo mi torpeza, confiaba más en mí y me permitía sentirme más libre para acariciar con mis labios, lengua y saliva, tu pene. Fueron momentos donde perdí el pudor y la noción del tiempo.

Me abandoné tendido desde el principio de la sesión a tu voluntad; aceptando con deseo tus abrazos y jadeos; sintiéndome gratamente poseído sensual y emotivamente. Me apetecía morderte, lamerte, besarte y sentir la fuerza de tus piernas abriendo la mías. El roce de tu cuerpo contra el mío; sintiendo la virilidad de tus genitales ya excitados recorriendo mi pecho y espalda. Especial momento lleno de sensualidad, ternura, suavidad, sexualidad y erotismo, fue cuando me ofreciste la oportunidad de poder acariciar tu pene con mi lengua…
Ya desde el comienzo de nuestro encuentro, tú y yo uno frente al otro, sentimos que estábamos ante un acto de adoración mutua. Fui consciente de nuestra presencia que erizó todos los poros de mi piel. Tus toques con las yemas de los dedos, así como los leves masajes aireados con tu pareo, me hacían sentir en mi desnudez tu desnuda presencia. El abrazo acogiendo los genitales de uno entre las piernas del otro, me hizo sentir el lento fluir de la Energía Sexual. En el momento que dejé caer el peso de mi cuerpo en tus brazos, sentí que así debía de abandonarme durante toda la sesión…

Viví con intensidad cualquiera de tus tocamientos, ansiando el devenir de las próximas sensaciones. Tu sola presencia erotizaba mi cuerpo entero. Durante toda la proximidad, te percibí con clara decisión de transmitirme consciencia, sosiego y sensualidad. Y yo me propuse abandono, confianza, atrevimiento y falta de pudor. Mi contacto contigo fue el más horizontal y ausente de prejuicios y complejos. Aunque estoy narrando el comienzo de nuestra sesión, es el momento de recordar la cumbre de nuestra última etapa. El abandono consciente en tu presencia, me permitió sentir sensaciones y emociones de diversa naturaleza. Con claras diferencias entre las caricias de tus manos y dedos y el placer sentido por el roce de tu pene acariciando la entrada de mi ano. Sin duda desde el principio se disiparon los roles de paciente-terapeuta y maestro-discípulo; dando paso a una presencia consciente en libertad, preñada de respeto cariño, complicidad, amor y adoración. Donde Eros se hizo presente y se resistía a abandonar el tatami.




ME PERMITO HACER UNA REFLEXIÓN A MODO DE BALANCE DE MIS ASCENSOS AL MONTE TÁNTRICO





El origen está en la canalización de la Energía Sexual, a través de la consciencia con ausencia de pudor, compartiendo el placer y el gozo. Esta energía nos lleva a estar totalmente presentes en el cuerpo, tanto por parte de quién recibe el masaje, como de la persona que lo da.
Al principio tenía miedo a ser tocado y a tocar. El conjunto de una serie de cualidades hizo que cada masaje fuera único, diferente, personal y mágico. El movimiento de la Energía Sexual, la respiración y el toque consciente, fueron las pautas definitivas.
El despertar de la Energía Sexual sin presencia ni amor, como ocurre en el sexo exprés y exclusivamente genital o bien con el masaje erótico al uso, se convierten en algo feo, burdo, frío, mecánico, vacío y sin sentido.
La presencia, el amor y la energía sexual es lo que mueve y conmueve profundamente a las personas.
La finalidad: En el masaje tántrico es la expansión de la consciencia.
La intención: En Tantra no hay ninguna intención concreta. El toque consciente es vacío de intención, pero pleno en sensaciones.
La actitud: En el masaje tántrico la actitud es amorosa, casi maternal, eres un canal de amor incondicional, de aceptación de lo que es y de lo que hay, de adoración al ser que tenemos delante. ¡Namasté!





Solo aquellos que han convertido el pecado en virtud, el veneno en miel, tienen entrada en el verdadero mundo del Tantra que está más allá del Karma, del Dharma, de la enseñanza y hasta de la naturaleza divina. Por los actos que envían a los hombres al infierno el yogui se libera. (Extraído del libro: “Tantra, la alquimia energética”).
Podemos llamarlo masaje tántrico, consciente, sensual, erótico, místico, sensorial… Mientras te ayude a explorarte, a ir hacia dentro, a encontrar tu verdad, a meditar y traer más consciencia a tu inconsciencia… Qué más da el nombre que se use.





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