¡NAMASTÉ!
Como nadie ni nada me marca la
pauta para escribir mi diario de cada jornada, esta vez se me antoja comenzar
por el final, por la cúspide que alcanzamos en el último día. Fue en el abrazo tántrico donde descubrí la
plenitud de la desnudez más impúdica. Percibimos
que nos cubríamos con suavidad mediante nuestra propia piel y nos arropamos con
la propia temperatura de nuestros cuerpos. Yo te percibí bellísimo. Mis
caricias me devolvían un cuerpo más entregado, sosegado y al mismo tiempo más
erecto. Sí, fue un momento mágico. Nuestros cuerpos se entrelazaron, acogiendo
tu pene endurecido entre nuestros vientres, que yo me resistía el dejar de
mimarlo y acariciarlo. Fue un abrazo pleno y consciente. Deseaba fundirme más y
más con tu cuerpo. Nuestras mejillas se acariciaban mutuamente. Y nuestros
brazos extendían nuestras manos para deslizar nuestro placer a lo largo y ancho
de nuestras espaldas.
Permanecí tumbado en el tatami
totalmente relajado sin apenas pensar en nada. Como siempre parcelaste mi
cuerpo y lo llenaste de masajes y caricias. Dimos un paso más en nuestro
acercamiento, en el cuerpo a cuerpo; compartiendo conscientemente rincones de
nuestro físico. Me diste licencia para tocar tu piel y recrearme con mayor
detenimiento y consciencia en tus zonas erógenas. Me sentí más pegado a ti. Con
más deseo. Supiste colocar mi cabeza entre tus piernas de manera que yo sentía
la suavidad y la temperatura de tus genitales. Me aplicaste unos masajes con
óleo, con un poco más de temperatura de la disponía mi cuerpo, y erizaste mi
cuello, mi cabello y la parte posterior de mis orejas. En tu movimiento para
masajear mi bajo vientre, tu pene rozaba mi cabeza. Sentí tu incipiente
erección y esta sensación estremecía mis extremidades.
Durante todas las secuencias de
esta sesión permanecí con la consciencia muy centrada en tu presencia, y en no
pocas ocasiones compartimos la complicidad que expresaba la madurez de nuestra
confianza. Te agradezco que me dieras la entrada en los rincones de tu
intimidad y yo me sentí libre para darme permiso y tocarte. Usar y abusar de mi
lengua y dientes, me permitió, sentir una enorme variación de sensaciones todas
ellas placenteras y diferentes. Sin duda en la medida que iba venciendo mi
torpeza, confiaba más en mí y me permitía sentirme más libre para acariciar con
mis labios, lengua y saliva, tu pene. Fueron momentos donde perdí el pudor y la
noción del tiempo.
Me abandoné tendido desde el
principio de la sesión a tu voluntad; aceptando con deseo tus abrazos y jadeos;
sintiéndome gratamente poseído sensual y emotivamente. Me apetecía morderte,
lamerte, besarte y sentir la fuerza de tus piernas abriendo la mías. El roce de
tu cuerpo contra el mío; sintiendo la virilidad de tus genitales ya excitados
recorriendo mi pecho y espalda. Especial momento lleno de sensualidad, ternura,
suavidad, sexualidad y erotismo, fue cuando me ofreciste la oportunidad de
poder acariciar tu pene con mi lengua…
Ya desde el comienzo de nuestro
encuentro, tú y yo uno frente al otro, sentimos que estábamos ante un acto de
adoración mutua. Fui consciente de nuestra presencia que erizó todos los poros
de mi piel. Tus toques con las yemas de los dedos, así como los leves masajes
aireados con tu pareo, me hacían sentir en mi desnudez tu desnuda presencia. El
abrazo acogiendo los genitales de uno entre las piernas del otro, me hizo
sentir el lento fluir de la Energía Sexual. En el momento que dejé caer el peso
de mi cuerpo en tus brazos, sentí que así debía de abandonarme durante toda la
sesión…
Viví con intensidad cualquiera de
tus tocamientos, ansiando el devenir de las próximas sensaciones. Tu sola
presencia erotizaba mi cuerpo entero. Durante toda la proximidad, te percibí con
clara decisión de transmitirme consciencia, sosiego y sensualidad. Y yo me propuse
abandono, confianza, atrevimiento y falta de pudor. Mi contacto contigo fue el
más horizontal y ausente de prejuicios y complejos. Aunque estoy narrando el comienzo
de nuestra sesión, es el momento de recordar la cumbre de nuestra última etapa.
El abandono consciente en tu presencia, me permitió sentir sensaciones y
emociones de diversa naturaleza. Con claras diferencias entre las caricias de
tus manos y dedos y el placer sentido por el roce de tu pene acariciando la
entrada de mi ano. Sin duda desde el principio se disiparon los roles de
paciente-terapeuta y maestro-discípulo; dando paso a una presencia consciente
en libertad, preñada de respeto cariño, complicidad, amor y adoración. Donde
Eros se hizo presente y se resistía a abandonar el tatami.
El origen está en la canalización
de la Energía Sexual, a través de la consciencia con ausencia de pudor,
compartiendo el placer y el gozo. Esta energía nos lleva a estar totalmente
presentes en el cuerpo, tanto por parte de quién recibe el masaje, como de la
persona que lo da.
Al principio tenía miedo a ser
tocado y a tocar. El conjunto de una serie de cualidades hizo que cada masaje
fuera único, diferente, personal y mágico. El movimiento de la Energía Sexual,
la respiración y el toque consciente, fueron las pautas definitivas.
El despertar de la Energía Sexual sin presencia ni amor, como ocurre
en el sexo exprés y exclusivamente genital o bien con el masaje erótico al uso,
se convierten en algo feo, burdo, frío, mecánico, vacío y sin sentido.
La presencia, el amor y la energía sexual es lo que mueve y conmueve profundamente
a las personas.
La finalidad: En el masaje tántrico es la expansión de la consciencia.
La intención: En Tantra no hay ninguna intención concreta. El toque
consciente es vacío de intención, pero pleno en sensaciones.
La actitud: En el masaje tántrico la actitud es amorosa, casi
maternal, eres un canal de amor incondicional, de aceptación de lo que es y de
lo que hay, de adoración al ser que tenemos delante. ¡Namasté!
Solo
aquellos que han convertido el pecado en virtud, el veneno en miel, tienen
entrada en el verdadero mundo del Tantra que está más allá del Karma, del
Dharma, de la enseñanza y hasta de la naturaleza divina. Por los actos que
envían a los hombres al infierno el yogui se libera.
(Extraído del libro: “Tantra, la alquimia energética”).
Podemos llamarlo masaje tántrico,
consciente, sensual, erótico, místico, sensorial… Mientras te ayude a
explorarte, a ir hacia dentro, a encontrar tu verdad, a meditar y traer más
consciencia a tu inconsciencia… Qué más da el nombre que se use.
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