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LA ENCÍCLICA PAPAL









Por Pedro Taracena

Para comprender mejor el significado y valor del contenido de la carta del Papa a los hombres, es preciso hacer una abstracción temporal de su magisterio auténtico. En este tipo de escritos que no contienen verdades teológicas, sin embargo, sí expresan un contenido humanístico que en Occidente tiene sus raíces en la tradición judeocristiana. Las encíclicas de sus predecesores desde León XIII hasta nuestros días, han sido guía y patrón para que surgiera la Teología de la Liberación. El papa Francisco es su nuevo baluarte y sin embargo, Juan Pablo II y  Benedicto XVI fueron sus furibundos detractores. Tampoco podemos olvidar que a pesar de los dos últimos pontificados, que fueron nefastos para hacer avanzar la doctrina de la Iglesia en mundo actual, y sobre todo la interpretación de los  signos de los tiempos a la luz del Evangelio, Monseñor Romero e Ignacio Ellacuría, dieron testimonio con su vida, en el mundo de América Latina a través de la Teología de la Liberación.
En este caso Francisco ha dejado de un lado la doctrina revelada y se ha hundido en el humanismo más auténtico y primitivo de la geografía del globo terráqueo. El Hombre y la Tierra. El hombre como centro del universo y su conducta vivida conforme a la Naturaleza. Como colofón su vocación franciscana le ha dado un tinte poético, bucólico, ecológico y hasta animalista. Un Jede de Estado de estas características sí es muy útil en el concierto de la Naciones Unidas y un jaque al capitalismo liberal que todo lo puede porque todo lo corrompe.



Reportaje fotográfico: Francisco Naranjo





























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