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martes, 30 de octubre de 2018

WILLY TOLEDO


¡¡Me cago en Dios!!


Willy Toledo
Pedro Taracena Gil




“Yo me cago en dios y me sobra mierda para cagarme en el dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María. Este país es una vergüenza insoportable. Me puede el asco. Iros a la mierda. Viva el coño insumiso”

Únicamente este titular puede constituir un delito en un Estado falangista, fascista, franquista y del Nacionalcatolicismo. Quienes tutelaron la Constitución de 1978 fueron los mismos que se sublevaron (Alzamiento Nacional) contra la República, ganaron la Guerra Civil (Santa Cruzada de Liberación Nacional) e implantaron la Dictadura (Movimiento Nacional). En 1977 decretaron la Ley de Amnistía que dejó impune el Genocidio Franquista 1936-1975. A pesar haber restablecido formalmente el Estado de Derecho, España como país ha perdido el tren de la Historia. El Nacionalcatolicismo impregna la vida en la mentira del Régimen Monárquico de 1978. A pesar de “disfrutar” de una Constitución aconfesional, el Maridaje Iglesia-Estado y la Alianza Trono–Altar está en pleno vigor. La Iglesia fue cómplice de los crímenes franquistas y a cambio aún recibe una dote sustancial del botín de guerra conseguido en su Cruzada de Liberación. Es una vergüenza que el Rey de España se doblegue ante los Obispos y Cardenales. Pero si hablamos de legitimaciones, Francisco Franco masacró al pueblo español y fue invicto Generalísimo de los Tres Ejércitos. El genocidio fue el que le dio la legitimidad para implantar la Dictadura. Y con esa misma sangrienta legitimidad instauró la dinastía Borbónica. Es decir que los reyes Juan Carlos I y Felipe VI, su propia naturaleza monárquica es de procedencia divina. En el caso español desde la conversión de Recadero. Y Franco fue Caudillo de Estaña por la Gracia de Dios. Según nos recuerdan las monedas acuñadas por su régimen. Este breve ensayo sirve a modo de preámbulo que explica el disparate que pretenden consumar por la implicación de cualquier deidad en la vida civil y democrática de un pueblo. En España los franquistas y católicos viejos, que militan en los Tres Poderes del Estado, se resisten a salir del Medievo. Las consecuencias del Renacimiento, la Revolución Francesa, la Constitución de Cádiz de 1812, la Ilustración, la República, el Concilio Vaticano II, el Post Modernismo, Internet y la Globalización, son asignaturas pendientes en nuestra maltrecha democracia. Con mucho gusto apoyo la postura, el arrojo y la valentía del insigne actor Willy Toledo.


lunes, 22 de octubre de 2018

HOMENAJE PÓSTUMO AL MINISTRO GALLARDÓN

Hemeroteca
21 DE OCTUBRE DE 2013



¡EL ABORTO ES SAGRADO!

Por Pedro Taracena Gil

Sí, el aborto es sagrado porque sagrados son los derechos humanos, por supuesto al margen de los dictados de la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana. Cuando las mujeres se encaraman a las barandillas de los palcos de invitados del Congreso de los Diputados, no son enviadas de ninguna clase sacerdotal; haciéndose portavoces de mensajes de divinidad alguna. Es comprensible que el beatísimo ministro de Justicia se escandalizara y repitiera con sorna burlona de farisea hipocresía: ¡El aborto es sagrado…! Dando a entender que suponía una afrenta sacrílega hacia lo que él, lejos de considerarlo sagrado, lo asume como un pecado moral, reato de culpa, ante los tribunales de Dios, es decir ante los obispos españoles. La maternidad es un derecho, no una obligación. Quien lo decide es la mujer no el Estado y menos los obispos.

Tenía que saber este proto diácono de sacristía, que el vocablo sagrado, no es de uso exclusivo de los asuntos de la religión que profesa el Gobierno. Que dicho de paso esta interpretación de lo sagrado no debía de tener ninguna influencia en las leyes, al menos mientras los integrantes del Ejecutivo, hayan jurado respetar y hacer respetar los valores constitucionales. Ellos saben que los Acuerdos con el Vaticano son un apaño del franquismo con los obispos, que juntos implantaron el nacionalcatolicismo, que aún perdura. Con la complicidad de todos los gobiernos que en la etapa de la democracia hayan sido.

La frase elegida es muy acertada porque el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo es digno de protección y de respeto. Además, ya está recogido en una ley que el legislador de forma aconfesional resolvió. Por otro lado, otra acepción recibe el nombre de sagrado cuando los logros son difíciles de alcanzar por medios humanos. Y por último el episodio protagonizado por estas respetables mujeres en el Congreso de los Diputados, sin pretenderlo, mostraban sus torsos desnudos acogiéndose a sagrado, un refugio en la sede de la soberanía nacional, huyendo del ministro inquisidor. La puesta en escena fue magistral, muy acertada la postura de los diputados que aplaudieron y cínica e hipócrita la postura de aquellos que por acción u omisión condenaron el hecho.

El Gobierno neofranquista o quizás sin el prefijo, nos tiene acostumbrados a defender el Congreso de los Diputados con uñas y dientes; persiguiendo las actitudes críticas con sus políticas criminales; fosilizando la Constitución, mintiendo a los españoles y olvidándose de aquello de que: El espíritu vivifica, pero la letra mata.


LA RANCIA ESPAÑA


lunes, 15 de octubre de 2018

“ANDALUCÍA CON FUTURO”




Carta abierta a Susana Díaz

Me dirijo a ti en la doble vertiente como máxima responsable del Partido Socialista Obrero Español y Presidenta de la Junta de Andalucía. Yo te escribo en calidad de exmilitante del PSOE, que no como exsocialista. Mis raíces republicanas y socialistas se hunden en las mismas raíces de nuestro fundador, Pablo Iglesias. Es evidente que no voy a dudar de tu doble vocación, pero sí hacerme eco de ciertas y acusadas desviaciones y discrepancias con el Secretario General, el compañero Pedro Sánchez. Las imágenes de la puesta en escena en Madrid de vuestro divorcio, dieron la vuelta al universo mediático. Tampoco voy a realizar una crítica de tu gestión al frente de la Junta de Andalucía, y mucho menos mencionar el “y tú más” de los casos de corrupción de tu partido en tu misma Región. Para ello están las fuerzas representadas en el Parlamento de Andalucía.






Pero de lo que sí me quiero hacer eco es de la plataforma que ha surgido hoy: “ANDALUCÍA CON FUTURO”. Cuando compañeras y compañeros deciden tomar esta decisión, es porque en el partido que tú diriges, la democracia, el diálogo y el respeto a las reglas del juego no están presentes, ni se las espera. Una cosa es la disciplina de partido y otra muy diferente, las conductas caciquiles y la mordaza colocada a las bases, sin mencionar la tergiversación de las decisiones tomadas en un congreso. Si no eres capaz de liderar una política de consenso, sin duda “ANDALUCÍA CON FUTURO”, ha llegado para quedarse. Son compañeras y compañeros socialistas con carnet de socialista, militantes activos y al corriente de sus cotas. Con vocación republicana; abandonando las posturas aduladoras mantenidas con la Corona y luchadores contra la extrema derecha que al final ya está aglutinada en una misma corriente ultra: PP VOX CIUDADANOS con descontrolados franquistas, nazis, falangistas y fascistas.

En España sólo existió el centro de Suárez y era franquista converso. El PSOE se llamó socialdemócrata, pero fue la derecha moderada capaz de pactar con la derecha franquista. Formando un bipartidismo perverso. En Andalucía tú eres la única responsable de la fragmentación de la izquierda, porque uno de los grandes vicios del PSOE ha sido odiar o ignorar a todo lo que estuviera a su izquierda: PCE, PODEMOS e IZQUIERDA UNIDA. El espectro resultante del 2 de diciembre será reflejo del Congreso de los Diputados de Madrid.

Señora Presidenta, ahora solemnemente te doy mi opinión sobre quiénes son tus enemigos, que también son los enemigos de España. Por supuesto no son los Medios de Comunicación, aunque están al servicio del Régimen del 78, y tampoco los partidos políticos. Los enemigos del pueblo andaluz han sido desde tiempos ancestrales, la Oligarquía Financiero, el Oligopolio Energético, los Terratenientes latifundistas capitaneados por la Casa de Alba, los Caciques, el Nacionalcatolicismo infiltrado en la cultura andaluza y los franquistas vencedores en la guerra que expropiaron a los vencidos y se quedaron con sus propiedades.

No tengas miedo a escuchar a “ANDALUCÍA CON FUTURO”. Tampoco en su día se tuvo miedo a Izquierda Socialista. Si se hace inevitable las dos facciones resultantes, deberíamos “todos” hacer una piña con UNIDOS PODEMOS. La aglutinación de las derechas constituyentes en una ULTRA-DERECHA salvaje, está llamando a las puertas de todos los parlamentos. Es el franquismo-falangismo-nazismo-fascismo de siempre. En España no es delito la apología de todos estos “ismos”.



Salud y República, compañera.

Pedro Taracena
Periodista




lunes, 8 de octubre de 2018

"MI RELIGIÓN"



Me escribe un amigo desde Chile diciéndome que se ha encontrado allí con algunos que, refiriéndose a mis escritos, le han dicho: ´Y bien, en resumidas cuentas, ¿cuál es la religión de este señor Unamuno?´ Pregunta análoga se me ha dirigido aquí varias veces. Y voy a ver si consigo no contestarla, cosa que no pretendo, sino plantear algo mejor el sentido de la tal pregunta.


Por Miguel de Unamuno


Universidad de Salamanca
Salamanca, 6 de noviembre de 1907.
Mi religión y otros ensayos, 1910.
Me escribe un amigo desde Chile diciéndome que se ha encontrado allí con algunos que, refiriéndose a mis escritos, le han dicho: “Y bien, en resumidas cuentas, ¿cuál es la religión de este señor Unamuno?” Pregunta análoga se me ha dirigido aquí varias veces. Y voy a ver si consigo no contestarla, cosa que no pretendo, sino plantear algo mejor el sentido de la tal pregunta.


Tanto los individuos como los pueblos de espíritu perezoso —y cabe pereza espiritual con muy fecundas actividades de orden económico y de otros órdenes análogos— propenden al dogmatismo, sépanlo o no lo sepan, quiéranlo o no, proponiéndose o sin proponérselo. La pereza espiritual huye de la posición crítica o escéptica.
Escéptica digo, pero tomando la voz escepticismo en su sentido etimológico y filosófico, porque escéptico no quiere decir el que duda, sino el que investiga o rebusca, por oposición al que afirma y cree haber hallado. Hay quien escudriña un problema y hay quien nos da una fórmula, acertada o no, como solución de él.
En el orden de la pura especulación filosófica, es una precipitación el pedirle a uno soluciones dadas, siempre que haya hecho adelantar el planteamiento de un problema. Cuando se lleva mal un largo cálculo, el borrar lo hecho y empezar de nuevo significa un no pequeño progreso. Cuando una casa amenaza ruina o se hace completamente inhabitable, lo que procede es derribarla, y no hay que pedir se edifique otra sobre ella. Cabe, sí, edificar la nueva con materiales de la vieja, pero es derribando antes ésta. Entretanto, puede la gente albergarse en una barraca, si no tiene otra casa, o dormir a campo raso.
Y es preciso no perder de vista que para la práctica de nuestra vida, rara vez tenemos que esperar a las soluciones científicas definitivas. Los hombres han vivido y viven sobre hipótesis y explicaciones muy deleznables, y aun sin ellas. Para castigar al delincuente no se pusieron de acuerdo sobre si éste tenía o no libre albedrío, como para estornudar no reflexiona uno sobre el daño que puede hacerle el pequeño obstáculo en la garganta que le obliga al estornudo.
Los hombres que sostienen que de no creer en el castigo eterno del infierno serían malos, creo, en honor de ellos, que se equivocan. Si dejaran de creer en una sanción de ultratumbas no por eso se harían peores, sino que entonces buscarían otra justificación ideal a su conducta. El que siendo bueno cree en un orden trascendente, no tanto es bueno por creer en él cuanto que cree en él por ser bueno. Proposición ésta que habrá de parecer oscura o enrevesada, estoy de ello cierto, a los preguntones de espíritu perezoso.
Y bien, se me dirá, “¿Cuál es tu religión?” Y yo responderé: mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he de encontrarlas mientras viva; mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio; mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche, como dicen que con Él luchó Jacob. No puedo transigir con aquello del Inconocible —o Incognoscible, como escriben los pedantes— ni con aquello otro de “de aquí no pasarás”. Rechazo el eternoignorabimus. Y en todo caso, quiero trepar a lo inaccesible.
“Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”, nos dijo el Cristo, y semejante ideal de perfección es, sin duda, inasequible. Pero nos puso lo inasequible como meta y término de nuestros esfuerzos. Y ello ocurrió, dicen los teólogos, con la gracia. Y yo quiero pelear mi pelea sin cuidarme de la victoria. ¿No hay ejércitos y aun pueblos que van a una derrota segura? ¿No elogiamos a los que se dejaron matar peleando antes que rendirse? Pues ésta es mi religión.
Ésos, los que me dirigen esa pregunta, quieren que les dé un dogma, una solución en que pueda descansar el espíritu en su pereza. Y ni esto quieren, sino que buscan poder encasillarme y meterme en uno de los cuadriculados en que colocan a los espíritus, diciendo de mi: es luterano, es calvinista, es católico, es ateo, es racionalista, es místico, o cualquier otro de estos motes, cuyo sentido claro desconocen, pero que les dispensa de pensar más. Y yo no quiero dejarme encasillar, porque yo, Miguel de Unamuno, como cualquier otro hombre que aspire a conciencia plena, soy una especie única. “No hay enfermedades, sino enfermos”, suelen decir algunos médicos, y yo digo que no hay opiniones, sino opinantes.
En el orden religioso apenas hay cosa alguna que tenga racionalmente resuelta, y como no la tengo, no puedo comunicarla lógicamente, porque sólo es lógico y transmisible lo racional. Tengo, sí, con el afecto, con el corazón, con el sentimiento, una fuerte tendencia al cristianismo sin atenerme a dogmas especiales de esta o de aquella confesión cristiana. Considero cristiano a todo el que invoca con respeto y amor el nombre de Cristo, y me repugnan los ortodoxos, sean católicos o protestantes —éstos suelen ser tan intransigentes como aquéllos— que niegan cristianismo a quienes no interpretan el Evangelio como ellos. Cristiano protestante conozco que niega el que los unitarios sean cristianos.
Confieso sinceramente que las supuestas pruebas racionales —la ontológica, la cosmológica, la ética, etcétera— de la existencia de Dios no me demuestran nada; que cuantas razones se quieren dar de que existe un Dios me parecen razones basadas en paralogismos y peticiones de principio. En esto estoy con Kant. Y siento, al tratar de esto, no poder hablar a los zapateros en términos de zapatería.
Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o, por lo menos, creo creer en Él, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela, por vía cordial, en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es cosa de corazón.
Lo cual quiere decir que no estoy convencido de ello como lo estoy de que dos y dos hacen cuatro.
Si se tratara de algo en que no me fuera la paz de la conciencia y el consuelo de haber nacido, no me cuidaría acaso del problema; pero como en él me va mi vida toda interior y el resorte de toda mi acción, no puedo aquietarme con decir: ni sé ni puedo saber. No sé, cierto es; tal vez no pueda saber nunca, pero “quiero” saber. Lo quiero, y basta.
Y me pasaré la vida luchando con el misterio y aun sin esperanza de penetrarlo, porque esa lucha es mi alimento y es mi consuelo. Sí, mi consuelo. Me he acostumbrado a sacar esperanza de la desesperación misma. Y no griten ¡Paradoja! los mentecatos y los superficiales.
No concibo a un hombre culto sin esta preocupación, y espero muy poca cosa en el orden de la cultura —y cultura no es lo mismo que civilización— de aquellos que viven desinteresados del problema religioso en su aspecto metafísico y sólo lo estudian en su aspecto social o político. Espero muy poco para el enriquecimiento del tesoro espiritual del género humano de aquellos hombres o de aquellos pueblos que por pereza mental, por superficialidad, por cientificismo, o por lo que sea, se apartan de las grandes y eternas inquietudes del corazón. No espero nada de los que dicen: “¡No se debe pensar en eso!”; espero menos aún de los que creen en un cielo y un infierno como aquel en que creíamos de niños, y espero todavía menos de los que afirman con la gravedad del necio: “Todo eso no son sino fábulas y mitos; al que se muere lo entierran, y se acabó”. Sólo espero de los que ignoran, pero no se resignan a ignorar; de los que luchan sin descanso por la verdad y ponen su vida en la lucha misma más que en la victoria.
Y lo más de mi labor ha sido siempre inquietar a mis prójimos, removerles el poso del corazón, angustiarlos, si puedo. Lo dije ya en mi Vida de Don Quijote y Sancho, que es mi más extensa confesión a este respecto. Que busquen ellos, como yo busco; que luchen, como lucho yo, y entre todos algún pelo de secreto arrancaremos a Dios, y, por lo menos, esa lucha nos hará más hombres, hombres de más espíritu.
Para esta obra —obra religiosa— me ha sido menester, en pueblos como estos pueblos de lengua castellana, carcomidos de pereza y de superficialidad de espíritu, adormecidos en la rutina del dogmatismo católico o del dogmatismo librepensador o cientificista, me ha sido preciso aparecer unas veces impúdico e indecoroso, otras duro y agresivo, no pocas enrevesado y paradójico. En nuestra menguada literatura apenas se le oía a nadie gritar desde el fondo del corazón, descomponerse, clamar. El grito era casi desconocido. Los escritores temían ponerse en ridículo. Les pasaba y les pasa lo que a muchos que soportan en medio de la calle una afrenta por temor al ridículo de verse con el sombrero por el suelo y presos por un polizonte. Yo, no; cuando he sentido ganas de gritar, he gritado. Jamás me ha detenido el decoro. Y ésta es una de las cosas que menos me perdonan estos mis compañeros de pluma, tan comedidos, tan correctos, tan disciplinados hasta cuando predican la incorrección y la indisciplina. Los anarquistas literarios se cuidan, más que de otra cosa, de la estilística y de la sintaxis. Y cuando desentonan lo hacen entonadamente; sus desacordes tiran a ser armónicos.
Cuando he sentido un dolor, he gritado, y he gritado en público. Los salmos que figuran en mi volumen de Poesías no son más que gritos del corazón, con los cuales he buscado hacer vibrar las cuerdas dolorosas de los corazones de los demás. Si no tienen esas cuerdas, o si las tienen tan rígidas que no vibran, mi grito no resonará en ellas, y declararán que eso no es poesía, poniéndose a examinarlo acústicamente. También se puede estudiar acústicamente el grito que lanza un hombre cuando ve caer muerto de repente a su hijo, y el que no tenga ni corazón ni hijos, se queda en eso.
Esos salmos de mis Poesías, con otras varias composiciones que allí hay, son mi religión, y mi religión cantada, y no expuesta lógica y razonadamente. Y la canto, mejor o peor, con la voz y el oído que Dios me ha dado, porque no la puedo razonar. Y el que vea raciocinios y lógica, y método y exégesis, más que vida, en esos mis versos porque no hay en ellos faunos, dríades, silvanos, nenúfares, “absintios” (o sea ajenjos), ojos glaucos y otras garambainas más o menos modernistas, allá se quede con lo suyo, que no voy a tocarle el corazón con arcos de violín ni con martillo.
De lo que huyo, repito, como de la peste, es de que me clasifiquen, y quiero morirme oyendo preguntar de mí a los holgazanes de espíritu que se paren alguna vez a oírme: “Y este señor, ¿qué es?” Los liberales o progresistas tontos me tendrán por reaccionario y acaso por místico, sin saber, por supuesto, lo que esto quiere decir, y los conservadores y reaccionarios tontos me tendrán por una especie de anarquista espiritual, y unos y otros, por un pobre señor afanoso de singularizarse y de pasar por original y cuya cabeza es una olla de grillos. Pero nadie debe cuidarse de lo que piensen de él los tontos, sean progresistas o conservadores, liberales o reaccionarios.
Y como el hombre es terco y no suele querer enterarse y acostumbra después que se le ha sermoneado cuatro horas a volver a las andadas, los preguntones, si leen esto, volverán a preguntarme: “Bueno; pero ¿qué soluciones traes?” Y yo, para concluir, les diré que si quieren soluciones, acudan a la tienda de enfrente, porque en la mía no se vende semejante artículo. Mi empeño ha sido, es y será que los que me lean, piensen y mediten en las cosas fundamentales, y no ha sido nunca el de darles pensamientos hechos. Yo he buscado siempre agitar, y, a lo sumo, sugerir, más que instruir. Si yo vendo pan, no es pan, sino levadura o fermento.
Hay amigos, y buenos amigos, que me aconsejan me deje de esta labor y me recoja a hacer lo que llaman una obra objetiva, algo que sea, dicen, definitivo, algo de construcción, algo duradero. Quieren decir algo dogmático. Me declaro incapaz de ello y reclamo mi libertad, mi santa libertad, hasta la de contradecirme, si llega el caso. Yo no sé si algo de lo que he hecho o de lo que haga en lo sucesivo habrá de quedar por años o por siglos después que me muera; pero se que si se da un golpe en el mar sin orillas las ondas en derredor van sin cesar, aunque debilitándose. Agitar es algo. Si merced a esa agitación viene detrás otro que haga algo duradero, en ello durará mi obra.
Es obra de misericordia suprema despertar al dormido y sacudir al parado, y es obra de suprema piedad religiosa buscar la verdad en todo y descubrir dondequiera el dolo, la necedad y la inepcia.
Ya sabe, pues, mi buen amigo el chileno lo que tiene que contestar a quien le pregunte cuál es mi religión. Ahora bien; si es uno de esos mentecatos que creen que guardo ojeriza a un pueblo o una patria cuando le he cantado las verdades a alguno de sus hijos irreflexivos, lo mejor que puede hacer es no contestarles.

Salamanca, 6 de noviembre de 1907.
Mi religión y otros ensayos, 1910.

lunes, 1 de octubre de 2018

COÑOS



Origen del mundo
Gustave Courbet 1886

Por Charneguet

AZ PERIODISTAS




La cosa va de coños y es que después de tanto darnos por culo los independentistas, llegó la hora de dejar los culos a un lado y poner los coños primero. A estas alturas la alternativa bien merece un post, o una misa, si se trata del meapilas del llorón de Junqueras…Yo, ¡pese a mi recién estrenada condición de príncipe de la Iglesia! ¡Cardenal nada menos!, cuyo capelo entregome y colocara sobre mi nuca, el Nuncio Enciclopedista, el ilustre cardenal José Luís de Valero, líbreme Dios de lanzar una encíclica en toda regla sobre algo tan serio… La solemnidad y el boato que acompaña tal dignidad, me resbala, así que la cosa la ceñiré en una más que modesta homilía, siempre más cercana y familiar que un tratado conciliar…
Visuales, olorosos y táctiles, sin prescindir del gusto… Hete aquí los sentidos, las piedras angulares que completan el mapa de una libido bien establecida y estructurada…El del oído, aunque también, siempre lo hace de una manera indirecta, clandestina si se quiere, como la de un furtivo en un evento, pero que luego, eso sí, adquiere hechura y protagonismos propios como el de cualquier otro invitado…Como la presencia del inevitable canapero gorrón, una figura aparentemente molesta, pero que al final, se integra y forma parte de la tramoya. El sentido del oído induce, eso sí. Recuerden sino las melodiosas y vibrantes marchas de los gaiteros escoceses en los preliminares de un combate, cuyas notas, armonizan, templan y potencian los ardores guerreros. Pero hablamos de coños, luego las sinfonías percibidas han de ser diferentes.
Nada más sugerente y electrizante que unos dedos temblorosos en busca del encuentro de un coño mojado por la excitación, caliente que se dice… No importa por donde se inicie la exploración, si por encima de la braguita, por un lateral o por la parte de atrás. La sensación de sortear la costura del encaje, siempre algo más dura que el resto de la prenda, produce el mismo impacto que la toma de una almena… Luego, como diría el invasor, el castillo es mío… Inenarrable el primer contacto de las yemas de los dedos con la densa mata de vello; tienes la sensación de que venías explorando por suaves, ondulados y dulces páramos para, de golpe, topar con un frondoso bosque tropical, donde las humedades se perciben en oleadas exóticas siempre cargadas de matices misteriosos que te invitan a seguir explorando con mucha más fruición, con más premura y con más celo… Algo así como si el mítico El Dorado te estuviera esperando.




La primera vez que me topé con un coño poblado de un pubis rubio me quedé perplejo. Hasta entonces siempre había visto que el pelambre de una mujer era negro o algo más clara, pero sin perder su condición oscura. Aquella mata de vello rizado era densa, como las otras, pero al ser amarillenta sobre un fondo de piel blanca y sonrosada, como que resaltaba menos, como más liviano. La misma impresión me causó cuando apenas percibí una leve tonalidad entre el exterior y el interior de aquella virginal hendidura. Aquel coño me parecía menos voluptuoso, menos impúdico, como menos coño se diría, no sé por qué. Esto lo deducía mientras me lo comía con el mismo impudor y obscenidad que siempre hice gala, eso sí, entre los gruñidos y gritos inconexos de la moza y que tanto impactan a la mayoría de los machos aficionados a tales menesteres.
Me he comido muchos coños… extensos, concisos, exuberantes, breves, recogidos, prepotentes, lujuriosos, obscenos, ralos, correosos, húmedos, calentones, retadores, sumisos, siempre a tono con sus pelambreras. Desde los montes más rizados, hasta los más frondosos valles, a veces, dentro de un mismo e incomparable ecosistema. Desde las onerosas y cálidas grietas, hasta las grutas más recónditas. Tierras exóticas todas, que siempre esperaban la llegada de un intrépido explorador que las hollase. Allá supe de la “alquimia de las soluciones salinas” que diría cierto amigo mío y de que los ecosistemas del placer, en el de la mujer mucho más, no debe ser modificado de manera artificial so pena de desnaturalizarlo… Lavando sí, pero Lavanda, no, sería el lema…
Mas tarde también supe que en las Salinas también estaban las soluciones, sobre todo en las de Ibiza, pero esto acontecería años más tarde.
El vello púbico siempre produce un especial impacto entre determinados machos, entre los que me cuento. También entre algunas hembras. Pero no seré yo quien renuncie a ningún coño. Los afeitados son los que menos me impactan, si acaso, salvaría el placer de afeitarlos. Los semi afeitados, por contra, se me antojan como una especie de híbridos que, a semejanza de las mulas, no dejan de ser un sucedáneo que devalúan o rebajan la intensidad de ciertas libidos.
Tuve la suerte de tener una hembra oriental, china, para más datos. Impactante era su vello púbico, negro como el azabache, densamente poblado, lacio y recio como escarpias… Uno de sus placeres era que le eyaculara sobre el pelambre. Solía visionar con indescifrable placer el contraste de mi semen, blancuzco y semisólido, salpicando su negrísima mata de vello… Luego con los dedos, esparcía con fruición el semen sobre su coño en una especie de ritual que nunca acerté a descifrar. No sé si para compensar la finísima capa, también blancuzca, que sus cálidos y abundantes fluidos, dejaban alrededor de mi verga cada vez que follábamos.

Nota del editor: Las dos fotografías que ilustran el artículo de Charneguet, pertenecen a fotógrafos de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid. Resistentes al franquismo y al nacionalcatolicismo. Y lo más importante es que utilizaban estas imágenes para felicitar a sus colegas en Navidad, que ellos consideraban unos meapilas...