Eros
Eros es el amor en su esencia
primitiva, está más próximo del animal, que todos llevamos dentro, que del
hombre racional, cultivado y responsable. El amor entendido como la expresión
del encuentro corporal, donde asisten como protagonistas los cinco sentidos. Si
bien interviene la razón, no es para armonizar, sino para ser testigo mudo y
pasivo del juego amoroso. Eros como interpretación del amor en el mundo de los
clásicos, se refería a la relación entre
hombres, no obstante, puede hacerse extensible a hombres y mujeres; incluyendo
el amor lesbiano. Los sentidos y el sexo en estado puro, sin más injerencias
ambientales y periféricas. Sexualidad
y sensualidad. Erotismo
engendrado por Eros, como patrimonio diferenciado entre el hombre y la bestia. Donde
el amor es sexo, y el instinto de los amantes predomina sobre la razón. Los
prejuicios nos pueden escandalizar y los complejos limitar, pero la celebración
desnuda del amor en el lecho carnal, sin límites y sin establecimientos
previos, puede ser monótono pero también
creativo, único e irrepetible. Producto de la diferencia entre el
instinto predestinado y el libre albedrío de la razón. Cuando abundamos en
definir el amor humano, bajo el prisma de Eros, hallamos un sinfín de
atributos. Todos encaminados al gozo y a los placeres sexuales. Lujurioso se
podría denominar bajo la cultura judeo-cristiana. Ajeno a la procreación. La
naturaleza sella en el instinto de los animales la multiplicación de la
especie. Para los humanos es opcional y ahora más que nunca. El amor sin
contaminación busca y encuentra su fin en sí mismo. Las consecuencias del amor
se desprecian o se evitan previamente. El amor se consuma en estado puro. Allí
sólo importan los atrapados por Eros. No existe nadie más. Podemos ahondar más
y adjudicarle más atributos y epítetos: El amor es efímero, aunque nadie quiere
que termine, no es eterno. Tampoco somos conscientes de que cuando se
contamina, se domestica, y se transforma. El amor es salvaje y posesivo.
Egoísta y celoso, ciego e insaciable. Sensual y sexual. Infantil y caprichoso.
Inmaduro y adolescente. Irresponsable y apasionado. Se siente libre. Atrapa y
hace esclavo al ser amado. Comienza y concluye en el cuerpo. Nada y nadie
existe cuando Eros hace su presencia. ¿Cuáles son las impurezas que hace que el
Amor-Eros abandone la perfección? Pues todo aquello que lo va domando,
racionalizando y poco a poco alumbrando su principal cómplice y a su vez rival.
Éste no es más que el Amor-Cáritas en el universo judeo-cristiano, y el
Amor-Ágape en el greco-romano. El cariño. El amor es el presente y el cariño
eterno. A pesar de ello, cuando las brasas encenizadas del cariño, acarician la
brisa de la sexualidad, se aviva la llama del amor, Eros hace renacer el
presente. El amor vuelve a ser efímero.
Eros sólo se hace
presente cuando la cópula amorosa se lleva a cabo bajo la influencia de verbos
adolescentes, no adultos. Verbos vírgenes, sin contaminación del deber, el
mandato o la responsabilidad. “Me gustas”. “Te deseo”. “Te quiero para mí”.
“Ansió poseerte”. “Sigue, no pares nunca”. “Lo quiero, aquí y ahora”.
“Compartamos el gozo”. “No me harto de…” Lo quiero todo y ahora”. Cuando el
amor intenta crecer, abandona el estado salvaje y se encuentra en el mundo de
la razón. En el mundo del deber y convenir. Obligaciones y convenciones de la
sociedad. Estos verbos ahogan el amor. La madurez y la responsabilidad son
incompatibles con el amor en libertad, limpio y desnudo. Sin previsión,
espontáneo. El arte de amar con el concurso de Eros, quizás, está en conseguir
la capacidad de desnudarse y abandonar en el dintel del lecho amoroso, todo
aquello que estorba a la pasión primitiva. La convivencia es el primer enemigo
del Amor-Eros, puro, salvaje, natural y primario. A pesar de que esto pueda
provocar, escandalizar y transgredir la inercia de la historia. Eros es la
libertad, no conoce ataduras y responsabilidades. El Amor-Eros es lo contrario
del Amor-Cáritas. Egoísmo contra generosidad. Entrega y donación contra
posesión y pasión. Eros no renuncia a nada, siempre quiere más y sólo entrega
aquello que recobra con réditos. Otorga felicidad porque le reporta felicidad.
No entiende de renuncia y mucho menos de ausencia de placer. El sexo es la
piedra angular de su estructura. El amor puro es la esencia del gozo, de la
posesión, de la satisfacción plena, del sexo consumado, de la lujuria, de lo
amoral, de la trasgresión. Se comporta como si ninguna deidad existiera.
Después del amor, sólo hay más amor. Hasta el infinito. Hasta la eternidad. El
débito conyugal, el matrimonio legal, la familia, la procreación y todos los
valores humanos de la convivencia, surgen al margen de este amor. Cuando el amor supera o se contamina
con el mundo que sirve de vestido a los amantes desnudos, surge el amor
domesticado por la tradición secular y sobre todo religiosa. Ese amor
contaminado, adulterado y nada trasgresor, abandona su estado de inocencia
adolescente y primitiva, y se convierte en el garante de la felicidad colectiva
y allí se engendra la procreación, el amor filial, el cariño, la ternura y
tiene vocación de perpetuarse. Eros huye espantado de esos lugares hacia otros
derroteros; acechando nuevas presas…
Revisando este texto a la luz de lo que se viene considerando como amor platónico, podría interpretarse que el amor platónico es el amor ausente de toda relación física. Se comete un error al contemplar este amor como espiritual ausente de todo lo material, sexual o erótico. La filosofía de Platón nos hace comprender mejor el amor entendido por el filósofo cuando nos explica a través del Mito de la Caverna, la existencia de dos mundos. El mundo de los sentidos, de la naturaleza, es decir, del hombre. Y otro mundo el de las ideas, que se llega a él a través de la razón al conocimiento a la perfección y a la libertad. Entonces un amor será platónico, es decir perfecto, ideal, virtual, sublime... si es el reflejo del amor perfecto que se encuentra en el mundo de las ideas. Pero Eros es un bien en el mundo de las ideas y cuanto más se acerque a ese ideal más platónico será, pero también más real y sensual. Se alejará del mundo de las sombras y se acercará al mundo real, donde el sol es el foco de la luz y donde se consuma nuestra realidad. EL AMOR PLATÓNICOEL MITO DE LA CAVERNA
es el carruaje; el
yo, el hombre que lo
conduce; el pensamiento
son las riendas,
y los caballos.
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