Artículo: Pedro Taracena Gil
Restauración digital: Gabriel Taracena Gil
Reportaje fotográfico de la agresión vandálica: Pedro Taracena Gil
PDF DE LA RESTAURACIÓN DIGITAL
La historia de una amistad
Durante el
verano de 1967, un fraile agustino, Gonzalo Gómez Zamalloa, regentaba la
parroquia de Ntra, Sra. de la Esperanza en Madrid. Un templo prefabricado
construido al uso de aquellos años en los barrios periféricos de la capital. Su
pasión por el teatro y por la culturización de la juventud, le llevó a encargar
al arquitecto Fariñas, la construcción de un salón de actos, en los terrenos
adjudicados a la Iglesia. Allí se levantó un local que serviría para
representar obras de teatro y revistas orales. A las revistas orales acudirían
actrices, actores y personalidades del mundo de la cultura y del espectáculo.
José María Rodero, Elvira Quintillá, Niní Montián, Trini Alonso, Guillermo
Marín, entre otros. Se montaron obras como: “Llama un inspector”, “La visita
que no tocó el timbre”, “Escuadra hacia la muerte” y algún sainete de los
hermanos Álvarez Quintero. Festivales doblando canciones con montajes de
zarzuelas y lectura de obras de teatro como, “Nosotros, ellas y el duende”. Al
mismo tiempo funcionaba el Cine Club, al más puro estilo de los años sesenta.
“¡Viva Zapata!”, “La busca”, fueron películas proyectadas y discutidas, la
noche de los jueves.
El Padre
Zamalloa encargó al pintor de Guadalajara, Carlos Santiesteban, un mural para
decorar la pared izquierda del patio de butacas. Su dimensión se extendía a lo
largo de quince metros de longitud y unos tres y medio de alto. Santiesteban
pintó el mural sobre el yeso de la pared, es decir, con la técnica del fresco.
Utilizó para ello paletillas, más concretamente cuchillas, marcando trazos
sobre el propio yeso. Los motivos eran cuatro ángeles, personajes alegóricos de
las diferentes sensibilidades de la cultura. La Literatura, la Pintura, la
Música, la Declamación etc. Uno de los ángeles tiende a escaparse del mural
tras una volátil paloma de la paz. Si efectuamos una lectura del cuadro, como
si fuera un texto, encontramos como preámbulo, el ancla de la esperanza. En su
parte central, el grupo angelical presenta armonizando en sus manos una
delicada expresión en situación de comunicación y diálogo. El gran sol de
Levante, nos anuncia el amanecer de la paz y de la realización del hombre a
través de la belleza y de la sensibilidad. El salón y su mural, fueron símbolo
de un desarrollo cultural, sin precedentes en un barrio de las afueras de
Madrid. Además de ejercer un liderazgo social y cultural, este religioso de
vocación tardía, logró que algunos jóvenes, chicas y chicos, accedieran a la
Universidad, siendo mayores de veinte años, después de estudiar el
bachillerato. El Padre Zamalloa, después de cursar los estudios de Derecho,
profesó en la orden de San Agustín con veintitrés años. Esta experiencia de la
vida, le permitió comprender a la juventud y él mismo les preparó y les
presentó en el Instituto para entrar en la cultura y en la educación. Por si su
saber hacer y estar en el mundo, le faltara alguna reválida, vivió el Mayo del
68 en el mismo París, durante aquel mismo verano. Detrás de estos eventos, allí
estaban, la amistad y hermandad habidas entre el sacerdote y el pintor. Dos
líderes embriagados por la misma sensibilidad.
En la
primavera del año 1970, ante la incomprensión de aquella juventud, el Padre
Zamalloa, abandona la parroquia y los agustinos le nombran prior del convento
de San Manuel y San Benito en la calle Alcalá de Madrid y definidor de la
orden. A partir de estos años, el salón ya no tendría la misma actividad y el
mural de Carlos Santiesteban, levantaba acta de una lánguida decadencia
cultural. El salón prestaba sus muros exclusivamente para las litúrgicas de la
parroquia. No obstante, en muchos hogares se conserva el maravilloso mural como
fondo de sus enlaces matrimoniales. El Padre Zamalloa, falleció en Septiembre
de 1971, en un trágico accidente de ferrocarril, en un viaje de Madrid a Irún.
En los años
setenta, un incendio destruyó el techo del escenario. Y más tarde, en los años
ochenta, una grúa utilizada para la construcción de un aparcamiento
subterráneo, cayó sobre la mitad del tejado del edificio del salón, produciendo
la destrucción del mismo y el comienzo de su desaparición. La comunidad
agustiniana, no supo o no pudo reconstruir el salón. Tampoco las autoridades
del distrito tenían conocimiento de la joya que allí se guardaba. El complejo
formado por la residencia de los párrocos y el propio edificio del salón, no
debía de estar en regla con las ordenanzas al uso en esa época. Y mucho menos
tomar parte de un catálogo oficial. Ante el abandono general, el mural
presentaba el aspecto que muestran las fotografías. El estado no podía ser más
lamentable. El vandalismo, la incultura y la ausencia de toda sensibilidad, se
habían ensañado con la delicada obra de Carlos Santiesteban. Meses después todo
el complejo se destruyó y hoy es un solar que sólo conserva los baldosines del
suelo del edificio. Al lado hay un aparcamiento subterráneo y el viejo edificio
prefabricado, donde se ubicó la parroquia, hoy es un hogar de la tercera edad.
La comunidad parroquial se ha fusionado con la iglesia de Santa Ana, que fue
construía a cien metros de allí por el arquitecto Fisac, en los años sesenta.
El único testimonio que queda de esta obra de Carlos Santiesteban, es este
material fotográfico. El restaurador, ha logrado recuperar digitalmente el
mural original con su total esplendor. Aquel fresco que ocupó la misma
superficie que una vivienda de aquel barrio, hoy se encuentra atrapado en un CD
ROM. Este trabajo es un recuerdo a su amical relación. No hay duda que Gonzalo
y Carlos, mantuvieron una hermandad sellada por esta obra de arte que hoy
podemos contemplar. Para el fotógrafo y restaurador del mural, Gabriel
Taracena, también supone un recuerdo cariñoso al amigo fallecido. La
publicación de este material fotográfico, así como la historia del mural de
Carlos Santiesteban, son una exclusiva para La Nueva Alcarria y un desagravio
para la obra de un artista de nuestra provincia.
LA NUEVA ALCARRIA
Viernes, 6 de agosto de 1999
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