ECCE HOMO
¡He aquí el hombre!
¡He aquí el hombre!
Me voy a
permitir hacer una lectura más realista contemplando que la segunda persona de
la Santísima Trinidad, se hizo hombre manteniendo dos naturalezas, divina y
humana.
Si el Cristo
poseía las dos naturalezas, no sería razonable mutilar una de ellas o castrar
atributos que la caracterizan y constituyen. Y como consecuencia de esta
semejanza con el resto de los hombres,
la lógica divina no contemplaría someter a la humanidad a esta contradicción.
Ateniéndome siempre a los principios de humanidad, sería verosímil que el Cristo tuviera un desarrollo
humano sacralizando todo aquello de que Dios le había dotado. Evidentemente me
estoy refiriendo a la sexualidad inherente a la persona humana de Cristo en
particular, y al género humano en general.
No pretendo
realizar una acción trasgresora sino una lectura teológica, más acorde con la interpretación
de los signos de los tiempos. Con este ensayo o performance
es mi deseo ensamblar en el mismo plano
de sensualidad, la audición del canto polifónico medieval y la contemplación
del erotismo amoroso del hombre. Estas situaciones presentadas en esta galería
de imágenes, sacralizan la sensualidad, la sexualidad y el erotismo. Más aún,
libres de prejuicios y complejos muestran el misticismo de la condición sexual
del ser humano. Esta interpretación presenta al Dios más Hombre y al Cristo más
Dios.
La
sexualidad como valor positivo y el gozo erótico, son virtudes que engrandecen
al ser humano y le asemejan más a Dios. La sexualidad se ensambla en el amor
sin entender de géneros. La genitalidad sirve para la procreación
mediante el ayuntamiento de una mujer y un hombre. No obstante, la sexualidad
hace iguales a hombres y mujeres, y es la expresión de su amor sin distinción
de género. Esa es la grandeza de la naturaleza humana del Cristo hecho hombre.
JAM MONTOYA
JAM MONTOYA
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