¿Estás bien?
No tengo ninguna intención de despertar… Este breve diálogo puso el broche de oro a mi última etapa en mi ascenso al Monte Tántrico. Dicho esto, aunque no haya llegado al nivel de madurez ideal, progreso adecuadamente como los escolares. Sin duda, mi grado de acercamiento dio muestras de haber conquistado un área de cierto confort; manteniendo un comportamiento aceptable por ambas partes. Si con una palabra tuviera que resumir y expresar mi estado de ánimo al concluir nuestra sesión, sería: ¡LA ALEGRÍA!
Para mejor comprender los logros
en nuestra sesión, me permito dividir los tiempos en varios movimientos de una
misma sinfonía. Cuyas partes están muy diferenciadas. En este concierto las
cualidades de rapidez y agilidad se traducen en intensidad sensual y sexual:
Adagio.-
Siempre
comenzamos con una entrevista personal descalzos, tomando una infusión. Una
entrevista de carácter psicológico, de pensamiento y de comportamiento.
Durante el verano había tenido la
oportunidad de sedimentar mi madurez, y mi seguridad; viviendo acontecimientos
en mi entorno familiar, académico y amical; consolidando el respeto a quienes
piensan de forma diferente. Había constatado, también, que el magisterio
ejercido en la educación y aprendizaje de los hijos, había dado paso a la
impartición de no pocas lecciones, por parte de los hijos hacia sus padres. De
esta forma la cuestión generacional garantiza el progreso humanístico.
Compruebo con satisfacción que mis hijos me aportan auténticas lecciones
magistrales en la vida.
En el campo energético esta
potencia se manifiesta conscientemente a través de satisfacciones, que fusionan
emociones y sensaciones de naturaleza sensual, donde intervienen los cinco
sentidos. Donde recupera su protagonismo y sensibilidad, la sexualidad y la
genitalidad. Me encuentro en disposición para intentar conectar con el mundo
esotérico y espiritual; flexibilizando la dicotomía entre fe y razón, al margen
de conceptos, bloqueos y creencias puramente religiosas.
Andante.-
Este segundo tempo tiene lugar ya desnudos con el fular ceñido a la cintura. Una
auténtica adoración y reconocimiento mutuos. Masajes pluma con las yemas de los
dedos y aproximaciones delicadas; provocado un hormigueo general en todo el
cuerpo. En este espacio se practica la respiración natural y se pasa a la
respiración tántrica (animal). Percibí que estaba más relajado que en otras
ocasiones y que era más consciente de las caricias que estaba percibiendo. Las
sensaciones que sentía con la proximidad del maestro, me hacían sentir paz y
sensualidad. Muy sutilmente el maestro hace caer sendos pareos, mostrándonos en
total desnudez.
Vivace.-
Ya en el tatami describo el
sedimento de las sensaciones y emociones que me proporcionó mi encuentro con el
Maestro de Tantra. Me hizo sentir con marcada variación de sensibilidad en
muchos más rincones de mi cuerpo, que en anteriores sesiones. Desde los dedos
de los pies hasta los extremos del cabello de mi cabeza. Sin traspasar en
ningún momento las funciones establecidas en la hoja de ruta del maestro y el
discípulo. El terapeuta y el paciente. El avezado experto y el principiante
aprendiendo. En esta ocasión los masajes corporales de naturaleza
fisioterapéutica a pesar de ser aplicados con energía, no sentí molestia alguna
y mucho menos, dolor.
Molto
allegro.-
Sucedió el intercambio corporal
donde de forma explícita se manifestaron los contactos sensuales, mordiscos y
lametazos. Los contactos sexuales cuerpo a cuerpo, sintiendo la proximidad de
los genitales en todas las innumerables partes sensibles. En todo momento, se
provocó la elevación del clima en la tensión sexual y genital con un erotismo
sublime.
Es importante resaltar que este
último movimiento de la sinfonía alcanzó un estadio muy cercano al clímax,
debido a que lo propició mi maestro y porque yo me di permiso para llegar al
punto más alto que él me proporcionaba. Sin duda yo me sentí muy feliz cuando
percibía que allí no había un maestro y un discípulo. Sobre el tatami había dos
hombres. Yo gozaba sobremanera acariciando todas las partes de su cuerpo a mi
alcance. Y le agradezco que me permitiera acariciar sus genitales y sentir su
presencia en todas las partes de mi persona.
Y por último tuvo lugar una fase
integradora de toda la sensualidad y sexualidad, donde los dos últimos tempos se integraron en un mismo crescendo. Cuando el pudor desapareció
dio paso a la expresión en libertad, clave para darme permiso para sentir un
sinfín de sensaciones y emociones que van desde la molestia más leve y efímera,
hasta el placer más orgásmico.
En este último movimiento se hizo
presente Eros como nunca lo había hecho. Toda la sesión fue impúdica a la par de
libre y consciente. Yo me sentí inhibido pero lo suficientemente lúcido como
para mostrar sin disimulo mi deseo sexual. Pero este deseo sexual fruto de la
presencia real de Eros, fue reconducido a los límites racionales; recuperando
el pudor necesario para que los papeles de terapeuta-paciente, dicho de otro
modo, maestro-discípulo pudieran ir abandonando la horizontalidad entre
iguales. Pero como bien aclaramos en el abrazo tántrico de despedida, hubo
deseo sexual pero no hubo bloqueo, rechazo ni resistencia. En palabras tuyas; "Tú tenías el deseo pero no te diste permiso". Fue una forma muy
bonita y satisfactoria de poner fin a nuestra etapa…
¡Namasté!
Desde
la última sesión, siempre que tomo una infusión de Rooibos con vainilla, me sabe
a energía sexual…
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