Más joyas del fondo inédito del fotógrafo leonés Manuel Martín
Foto: Pedro Taracena
Aquel día todo el universo estaba contento: "Hasta el Sol se sumó al acontecimiento de despedida a los heroicos soldados de la Legión Cóndor, a los cuales debemos en León no sólo la gran parte que les corresponde en la seguridad material y bienestar que hemos disfrutado, en contraposición de las angustias de otras ciudades amenazadas por la aviación pirata', sino por el magnífico ejemplo de su disciplina, de su férrea y formidable organización y de la bondad que hace de estos hombres verdaderos niños". El diario Proa, de la falange leonesa, remataba las galas con la que el dictador Francisco Franco dijo adiós a la escuadra de la muerte, en el aeródromo de Virgen del Camino, el 22 de mayo de 1939.
En un día tan luminoso, las tropas que partían dejaban un recuerdo imborrable en los leoneses: no podía faltar nadie. El diario de León contaba: "Un gentío inmenso" desbordaba la base. Y pasaba lista: "En el campo, los heridos y mutilados de guerra, las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, entre las que recordamos a los excelentísimos señores obispo de la diócesis doctor Ballester, gobernador civil, alcalde con todos los concejales, y en fin, todas las personas representativas de León". Quien no contaba era Manuel Martín, reportero anónimo y por cuenta propia, que tomó instantáneas para vender en su laboratorio.
La jerarquía católica ofreció auxilio espiritual a las tropas facciosas
El fotógrafo entre medallas, aviones, discursos y esvásticas, vio la larga fila de "todas las personas representativas de León", apretadas tras la larga bandera que cambió de color España. En el centro, entregado al saludo nazi, Carmelo Ballester Nieto, que siete días antes era ordenado obispo de León. No entró a dirigir su diócesis hasta un mes después de la foto, tal y como cuenta el polémico Diccionario Biográfico de la Academia de la Historia.
"Gracias a sus dotes diplomáticas se introduce en las esferas dirigentes de la sociedad y de la Iglesia española", dice la obra de la RAH sobre Ballester. En amplia reseña, se apunta que, además de hacer "de altavoz de la conciencia católica en una sociedad abatida por la ola de propaganda sectaria" (en la República portuguesa, ojo), destacó por sus dotes políticas: "Ejerciendo de obispo fue llamado con frecuencia a los Consejos de Estado, principalmente desde su puesto de procurador de las Cortes españolas. Su presencia en las Cortes patentiza las relaciones entre la Iglesia y el Estado, vigentes en tiempo del general Franco", como escribe Antonio Orcajo.
En el centro, entregado al saludo nazi, estaba el obispo Ballester Nieto El historiador Fernando Hernández, autor de Guerra o revolución (Crítica), aclara que la Iglesia, en su concepción de la Guerra Civil como cruzada, participó en los frentes con voluntarios en los requetés tradicionalistas y ofreció auxilio espiritual a las tropas facciosas. "La Iglesia participó y legitimó moralmente con su presencia los actos ceremoniales, en los que tomaban parte tanto las unidades nacionales como sus aliados extranjeros italianos y alemanes", explica.
Y recuerda que con Pío XII la Iglesia defendió al nacional-socialismo como freno del bolchevismo. "Pacelli intervino antes de la llegada de Hitler al poder para que el partido del Zentrum alemán colaborara para facilitar el acceso del líder nazi a la cancillería. Por tanto, no habría nada chocante en la comparecencia en las mismas tribunas de miembros de la jerarquía eclesiástica con altos mandos alemanes", añade.
La Iglesia católica ofreció auxilio espiritual a las tropas facciosas Por cierto, Hernández descubre en la significativa foto de Manuel Martín, a una figura parecida a Arconovaldo Bonaccorsi, Conde Rossi, "que ensangrentó Mallorca al frente de sus Dragones de la muerte', escuadras de falangistas locales especializados en el asesinato, la violación y el pillaje". Se refiere al personaje tocado con gorro negro fascista, perilla y bigote, que en las crónicas del día aparece identificado como "el agente de Italia señor Gabioli, con uniforme fascista". Ese día el sol salió para todos.