EL
LENGUAJE Y LA SEDUCCIÓN
Por
Pedro Taracena Gil
Virtudes rescatadas del baúl de
los vicios
La
libido nos despierta el deseo sexual.
La
concupiscencia procura los placeres más deshonestos.
La
lujuria nunca encuentra excesivo el erotismo de la carne.
Si
alguien renuncia al roce de los cuerpos.
La
elección nos hace libres, pero no más meritoria.
La
fornicación es tan humana como el erotismo.
La
excitación nos transporta al amor de dos personas.
La
masturbación es un canto a la autocomplacencia.
El
lamerse y mamarse, una felación de donación mutua.
La
sodomía y la fornicación son caras de una misma sexualidad.
Eros
es el dios pagano creador de la energía sexual.
En
potencia disponemos de ella como seres humanos.
Somos
nosotros quienes la convertimos en actividad sexual.
La
energía y la materia no se crean ni se destruyen.
Solamente
se transforman en nuestros cuerpos.
Todo
es virtuoso en la actividad sexual.
El
vicio lo crea la prohibición y el pudor.
El
ser humano lascivo que tiene un exacerbado deseo sexual.
Acapara
para él y su pareja el placer y el gozo.
Ambos
encuentran en esta fusión el orgasmo y el éxtasis.
OTRAS OPCIONES ERÓTICAS
Es mi propósito abordar estos temas huyendo de conceptos fisiológicos, psicológicos o sexuales, considerados como parafilias. Por supuesto al margen de cualquier consideración moral y religiosa. Estas tendencias o prácticas se entienden que se llevan a cabo entre iguales. Mayores de edad. Respetando la libertad, la igualdad y la integridad física. Pudiendo ser protagonistas de estos hechos o conductas, desde una persona en solitario hasta varias del mismo o distinto sexo. Siempre en el ámbito privado y aceptando el sigilo para no causar daño en la imagen personal y su derecho a la intimidad, al divulgar tales prácticas.
El
tratamiento que personalmente doy a este brevísimo ensayo, está tomado de mi
experiencia periodística y de fotógrafo, más aún como retratista.
Es verdad
que he comprobado que estos perfiles se dan con mucha nitidez y en pocas
ocasiones se contaminan o pierden su genuina personalidad. He podido
entrevistar a personas que confesaban con total libertad y expresividad, sus
experiencias irrenunciables y muy satisfactorias. Con las sesiones de
fotografía al margen del mundo de la publicidad y de la moda, es fácil
adentrarse con mayor intimismo en la personalidad y espontaneidad del modelo y
de la modelo. En una sesión fotográfica la modelo o el modelo son actores que
representan un personaje ajeno a ellos. Se visten con las ropas que les
proporciona el modisto o el publicita. Pero no sucede lo mismo cuando el
retrato es de una persona en particular, que desea presentar su perfil más
favorable. En este caso el personaje desea superar al actor. Y ambos a la
propia persona.
De entre
todas estas conductas hemos seleccionado las más conocidas y además trataremos
de simplificarlas. Obviando las más consideradas como vulgares y rechazadas
socialmente, porque no merecen la atención de esta pincelada de ensayo. El
autor de este ensayo no emitirá ni un solo comentario peyorativo de estos
comportamientos privados o semipúblicos.
EL EROTISMO DE LOS CUARTOS DE BAÑO DE LOS MUSEOS
DIÁLOGO SOBRE LAS VACACIONES
PINTOR: Tú propuesta playera es interesante, pero vamos de otro royo, exposiciones y mucho cine, vemos dos películas seguidas, y luego mucha gastronomía.
PERIODISTA: También es una gran oportunidad para gozar de la sexualidad…
PINTOR: Los polvos en la playa, han pasado a la historia, tuvieron su momento. Sustituyo la cultura por la playa y lo impúdico lo desarrollo en los baños de los museos. Me motiva masturbarme en ellos. En el Museo de Bellas Artes San Pio V, me he hecho un pajote. Besos amor.
PERIODISTA: Cada momento descubro facetas tuyas más intensas y potentes. Un pajote en el museo es una dimensión digna de ti... Me excita que me lo cuentes. Prefieres solo o acompañado. ¿Mirar o que te vean?
PINTOR: No, hacerme yo un pajote. Bueno, me las hago sólo en el cuarto cerrado. Me excitan los baños de los museos.
Y si veo algún hombre que me motiva, en la exposición, me excito más.
PERIODISTA: Eres mi modelo de HOMBRE LIBRE SEXUAL ERÓTICO PORNOGRAFICO CONCUPISCENTE Y MUY AMOROSO. ¡UN LUJAZO!
Si tú y yo nos encontráramos en la vida NOS DESTROZARIAMOS SEXUALMENTE HABLANDO. Eres mi AMOR INSACIABLE.
PINTOR: Hola mi amor. Tú y yo juntos en los baños de los museos, sería un encuentro de nuestros cuerpos en un espacio donde reside la belleza y nosotros aportaríamos, a ese recinto magia natural entre dos cuerpos que se desean. Esta idea es una dimensión más, a las ya aportadas en otros espacios. Esta es la dimensión que en los Museos aporto, ya que me producen morbo, y casi siempre dejo una corrida de mi leche en ellos. Buenas noches amor.
OTROS HABITÁCULOS PARA OTRAS OPCIONES ERÓTICAS
I GALERÍA DEL FENÓMENO “CRUISING”
Exhibicionismo: Considero que el exhibicionismo debe de contemplarse dentro de unos parámetros muy amplios. Salvo patologías invasivas en mayor o menor escala, todos y todas somos exhibicionistas de nuestra imagen. Comenzando por el aseo personal y lo que denominamos como ir arreglados. El primer acto de exhibicionismo lo realizamos frete el espejo. Éste nos devuelve nuestra imagen desnudos, vestidos, desaliñados y acicalados. Y nos avanza el grado de aceptación de vamos a tener en la calle, en clase o en el trabajo. Y así nos lanzamos a la conquista de la aceptación por parte de la gente en general y de nuestro entorno familiar y social en particular. Aquí entra en juego el grado de timidez en el contacto humano. Esta exhibición ha de ser compartida. Dos ejemplos pueden marcarnos la pauta del exhibicionismo de índole sexual. En una playa textil y en una playa nudista. En ambos casos compartir en igualdad nos ayudará a vencer la timidez y el pudor. Desnudarse en una playa no acotada para ello, es exhibicionismo que falta al respeto a los que se mantienen con el sexo cubierto. Al contario permanecer vestido o con bañador en una playa de nudistas, es un abuso que agrede a los naturistas que el desnudo para ellos es un vivir conforme a la naturaleza, pero sin otras connotaciones eróticas. Estos valores humanistas se viven con su máximo expresión natural en las colonias, pueblos, campamentos o urbanizaciones naturistas. Desnudez y naturaleza es un binomio perfecto. Es evidente que el pudor se mantiene en las parcelas reservadas a la intimidad. Todas estas conductas rinden culto a Príapo, es decir el falo en su máxima erección. Allí donde se encuentren hombres o mujeres convocados por el dios Eros, un buen pene en erección, será el centro donde todas las miradas se concentrarán provocadas por el deseo sexual. Habrá quien desee ser penetrado hasta el fondo, no faltará el mirón que se masturbe buscando su eclosión personal. Otros u otras se llevarán el miembro más próximo hasta acariciar sus gargantas en lo más profundo. Y no faltarán polígonos eróticos: triángulos, cuadrilátero, pentágonos y hasta figuras formadas con más ángulos. La libertad sexual no conoce límites. El respeto impera sin complejos ni prejuicios.
II GALERÍA DEL “EXHIBICIONISMO”
III GALERÍA DEL “VOYERISMO”
Para todo fotógrafo es un reto tomar imágenes de un modelo de la forma más natural posible. La cámara supone un elemento de agresión a la persona a fotografiar. Si el profesional de la imagen no dota de armas de defensa al modelo, es difícil plasmar lo auténtico, genuino y espontáneo de la persona retratada. Sobre todo, si el fotógrafo huye de las poses repetidas, comerciales, tópicas y típicas. El modelo presenta ante el objetivo una serie de prejuicios, temores, desconfianzas, rechazos y falta de autoestima. Casi nadie se siente fotogénico y todos salimos mal en las fotos. Cada modelo se ha ocupado a lo largo de su vida de matar al Narciso que cada uno lleva dentro. No obstante, todo fotógrafo que se precie debe dominar el complejo mundo del retrato, tanto la técnica como otras estrategias humanísticas; Creando un mundo de libertad, confianza y complicidad; Fomentando el reconocimiento mutuo con el modelo; Transmitiendo permanentemente toda imagen que el profesional contempla a través del visor de su cámara; alejándose del plató o estudio convencional; transformando las técnicas de Marketing en herramientas humanísticas orientado más hacia el arte y menos hacia el comercio. Mayor humanidad y menos puestas en escena vacías de contenido. Cuerpos sin vida.
Esta introducción es un pretexto para contar mi
experiencia como fotógrafo en este campo. Cuando por primera vez me encontré
ante un modelo narcisista confeso y convicto, todos mis planteamientos para
abordar una sesión fotográfica, se tambalearon. Después de la primera
entrevista, acudí sin dudarlo a las fuentes de información que me proporcionaba
la mitología clásica. Al fin cuando abordé la sesión, tuve la certeza que tenía
la oportunidad de retratar al mismísimo mito griego. Estaba ante mí, dispuesto
a mostrarse tal cual vive todavía, como uno de las grandes realidades.
Comenzada la sesión, apenas tuve que diseñar pequeños retoques de luz y variar
algunos grados en las tomas del gran angular. Cada secuencia de aquel evento
fue apuntes de una lección magistral. Donde el fotógrafo era el alumno del
modelo. Sin necesidad de la más mínima indicación, el Narciso se asomaba
a través de su propia mirada, la expresión de su boca y los primeros planos de
su rostro. Afirmando su presencia, acomodándose a la cámara que apenas tenía
que capturar aquellas improntas como imágenes acabadas con toda riqueza
de matices. Deseo irrenunciable e innegable del Narciso que moraba en el
modelo. Las posturas de músculos, brazos, piernas y busto, posaban ante el
objetivo de la cámara como ante un espejo. El Narciso se contempla ante sí
mismo y así se muestra ante los demás. Sin pudor, ausente de prejuicios, libre,
enamorado de sí mismo y rechazando los amores de los demás. El Narciso
representa la reafirmación del ego más puro. La autoestima y la libertad más
absolutas. Sólo rinde cuentas a él mismo. Fuera de él no hay belleza y tampoco
admite que sea otro quien reconozca su singularidad. Él es suficiente para reconocerse
y amarse. Es el perfecto auto retratista. El fotógrafo no tiene que esforzarse
en extraer el Narciso que todos llevamos dentro, éste surge en el primero de
los planos, se sitúa en la escena y ya jamás la abandonará. Treinta y seis
secuencias fueron demasiadas para retratar al personaje mítico, porque una de
ellas es suficiente para reconocer al Narciso con todo su esplendor.
El narcisismo ha sido tratado desde el punto de
vista social y psicológico, como se refleja en el preámbulo de este trabajo, pero
en el campo de la fotografía es un aspecto apasionante, quizás, poco explorado.
Como enamorado de la fotografía, más aún, como retratista, considero un hito en
mi carrera haber logrado fotografiar al mito de Narciso. El agua de aquella
fuente mítica, ha sido remplazada por mi cámara y allí, el mito sigue viviendo.
Este mismo trabajo se lo envié al modelo narcisista
y ésta fue su respuesta:
¿Te has inspirado en el Narciso que conoces o es simple inspiración? Me ha parecido bien, sólo que el Narciso del que te hablo sería incapaz de quitarse la vida, está demasiado enamorado de sí mismo.
Un fuerte abrazo.
Narciso.
IV GALERÍA DEL “NARCISISMO”
Hasta ahora hemos planteado las sensaciones y emociones sensuales, es decir a través de los sentidos, montando un entramado al servicio de la sexualidad. El ver mirar, el tacto acariciar, el gustar besar y lamer, oír jadear y nos quedaba el oler. Pues el olor corporal, el olor de la ropa y calzado, sobre todo deportivo, son percibidos por algunos como sexual y erótico. Más aún se trata de algo esencial y envolvente la fusión de los cuerpos y la vestimenta que ha estado en contacto con ellos. Muy especialmente si las experiencias sexuales y eróticas tienen lugar en el interior de un coche. Donde muchas de sus partes se convierten en elementos fetichistas, desde la pedalera hasta el volante pasando por las asientos traseros y delanteros.
V GALERÍA DE LOS “OLORES Y OBJETOS”
Nudismo/Naturismo
Nacimos desnudos y poco a poco los demás, la familia, la sociedad, se ocupa de ir poniéndonos la ropa... La ropa del pudor, el vestido de la vergüenza, el abrigo de los prejuicios. Poco a poco nos ocultamos de nosotros mismos y del prójimo; cobijándonos bajo la gran capa de la moral y las buenas costumbres. Nos avergonzamos de nosotros mismos. Nos negamos. No nos reconocemos. No nos aceptamos. Queremos ocultar aquello que el otro no quiere ver. Deseamos contemplar aquello que nos gusta, pero la sociedad nos prohíbe. Sólo mostramos aquello que aceptan los demás. Nuestra propia aceptación no cuenta. Es la hipocresía la que ordena qué tenemos que mostrar y aquello que nos imponen ocultar. Nos han educado para negarnos, para no dejarnos querer... Y en la medida que tú te aceptes y te reconozcas, te dejarás amar.
Un niño de nueve años vive la espontaneidad y
el naturismo, sabiendo entroncarlo con su vida social y escolar. Al regreso de
sus vacaciones, disfrutadas en un lugar naturista de nuestro país, el profesor
le invitó como a todos los niños de su clase, a realizar un trabajo que
consistía en hacer un dibujo reflejando sus actividades y un texto narrando sus
experiencias. Cuando el niño volvió a casa de su primer día de clase, contó a
sus padres, con todo tipo de detalles su narración y sus ilustraciones. Pero
este niño hizo a sus padres una importante aclaración: A todos, os he pintado
un bañador. ¡No iba a poneos desnudos delante de la clase! Él estuvo a la
altura de las circunstancias en cada momento. Supo adaptarse y respetar el
contexto de su ambiente. Una semana más tarde, este niño, en compañía de su
clase, visitó la exposición de las excavaciones de Atapuerca. Allí había una
reproducción muy bien ambientada del "Homo antecessor", de un grupo
de homínidos totalmente desnudos. Este niño fue el único que no exclamó ¡Mira
tiene el pito al aire! O También, ¡Se le ve la cola! Sus vivencias naturistas y
nudistas le permitieron discernir y adaptarse. Aquí está su incipiente madurez,
basada en la espontaneidad y la naturalidad.
Otras de las perspectivas, desde las cuales se puede estudiar el cuerpo humano, son el retrato y el autorretrato. Este tema, aunque desde otro ángulo ya ha sido tratado más arriba. Poco a poco se crea un espacio mágico entre el fotógrafo y el modelo, entre el objetivo de la cámara y su mirada. El estudio fotográfico se convierte en un pequeño campo de batalla, donde se libra la lucha entre la agresión del fotógrafo con su cámara; entrando en la intimidad del modelo y el desafío que supone para él, su respuesta; utilizando su mirada como única arma. Esa mirada mantenida, es el reflejo de su autoestima, de su aceptación y seguridad en sí mismo. Cuando el modelo va cediendo tensión en favor de su identificación con la cámara, irá aceptando ser reconocido por el otro. En la medida que el modelo se reconozca en las fotografías, se habrá aceptado así mismo. Si además somos capaces de recorrer el camino del retrato al autorretrato, habremos conseguido gozar del Narciso que todos llevamos dentro y compartir este gozo con los demás. Nos habremos reconocido y nos habremos dejado reconocer, dando ocasión para descubrirnos el yo; abandonando la máscara que nos oculta, que nos anula. Todos nosotros deberíamos conseguir nuestro reportaje fotográfico, muestra de nuestra aceptación y nuestro reconocimiento. Prueba de haber superado el recorrido del retrato al autorretrato. Seríamos más amados y amaríamos más...
VI GALERÍA "NATURISTA/NUDISTA"
VII EL "AUTORRETRATO"
OPCIÓN
ERÓTICA SIN CATALOGAR
Efectivamente es difícil de catalogar el comportamiento de los protagonistas de esta nuestra última entrevista. No obstante, la vocación de este llamémosle ensayo, nunca ha tenido intención de pasar estos comportamientos a través de tamices psicológicos, morales, sociales, político o religiosos.
Siguiendo
con esta pauta hemos abordado la entrevista a dos hombres que ahora tienen 49 y
76 años, pero su peripecia comenzó sobre los 10 años del primero. Utilizamos la
palabra peripecia porque si bien no supuso un acontecimiento dramático
imprevisto, sí alteró sus sensaciones, emociones y sentimientos. A través de su
desarrollo.
Este niño
al rebasar la edad donde se abandona la fantasía y comienza el lenguaje lógico,
se fijó en su padre como hombre, más aún, como varón. Y aprovechaba la puerta
entreabierta de su habitación para mirarle cuando se desnudaba recreándose en
su cuerpo desnudo. La curiosidad fue creciendo al mismo ritmo que evolucionaba
su adolescencia: crecimiento del vello púbico y las primeras masturbaciones,
aunque prematuras para que llegara la eyaculación. Enseguida, según nos cuenta,
manteniendo el sigilo se acercaba habitualmente a la cama donde su padre se
echaba la siesta, para llegar a tocar los genitales de este hombre; siendo
consciente de que era su padre. Nos dice que llagó a tocarle y acariciarle el
pene. Su padre permanecía dormido, y como era de esperar el niño
insistía y lograba la erección del miembro viril de su padre. Si hacemos un balance
del crecimiento del hijo de los 10 hasta los 18 o 19 años: la niñez, la
adolescencia, la pubertad y hasta la juventud, estas etapas se desarrollaron
bajo un calculado sigilo y un pacto silencioso y secreto, donde el niño fue
asumiendo que aquello no era malo y que su padre no le recriminaría por ello, y
mucho menos le iba a delatar. El padre, jamás denunciaría a su hijo y mucho
menos exponerse a la presión familiar, social y religiosa. Se creó una
complicidad que fue adaptándose a los tiempos de crecimiento del hijo. Cuando
el joven aún no había cumplido los 20 años, su padre falleció. El hombre de
ahora mantiene que pudo constatar que su padre después de muerto tuvo una
erección. Esta afirmación no ha sido motivo de consideración porque por encima
de todo está el respeto para ambos, padre e hijo.
Han
pasado 20 años de la muerte del padre y el hijo con 49 años, cuenta que desde
entonces nadie conoce aquella relación paternofilial, que hoy la asume con
mucho cariño y respeto por la conducta amorosa de su padre. Pero ha sucedido
algo nuevo en su deseo sexual. Ha encontrado un hombre que tiene la misma
diferencia de edad que mantenía con su padre. Y abiertamente le ha contado el
relato y además le ha declarado que siente la misma atracción sexual con él que
sentía con su padre. Atónito este hombre de más de 70 años, lejos de huir del
relato ha deseado quedarse dentro, como un protagonista más. Lo más importante
de esta nueva situación es que el nuevo padre, sin complejos ni prejuicios, ha
descubierto el deseo sexual en el joven que podría ser su hijo.
Para
abundar en la situación presente hemos solicitado que el nuevo protagonista de
la historia, se prestara a ser entrevistado para completar el espectro de
sensaciones, emociones y sentimientos, que constituyen la nueva arquitectura de
la pareja.
“No ha
sido un flechazo súbito, nos relata este hombre de 76 años, ha sido una
reflexión donde asumiendo el papel del padre adulto y el crecimiento del niño:
infancia, adolescencia, pubertad y juventud, he establecido una doble empatía
que me ha llevado a sentirme libre para dar rienda suelta a mi deseo sexual. He
tomado esta decisión como si su padre natural no hubiera muerto…
Me siento
que soy el padre putativo, donde la sexualidad tiene una naturaleza
paternofilial. Dos hombres que se han enamorado y quieren vivir su sexualidad
asumiendo en positivo el pasado de cada cual. Los dos relatos se convierten en
una historia; rompiendo los paradigmas ancestrales”.
Esta
entrevista ha quedado así de abierta. El lector puede cerrarla como estime
oportuna. Nos sentimos incapaces de modificar una coma o valorar las emociones
que desgranan este relato.
LAS RELACIONES HOMOERÓTICAS RITUALES EN LOS PUEBLOS MELANESIOS
El marco geográfico en el que nos encontramos es la Melanesia, que no es más que una de las divisiones de las numerosas islas de Oceanía. En esta división aparecen las naciones de Papúa Nueva Guinea, Salomón, Vanuatu y Nueva Caledonia. Numerosas etnias y grupos lingüísticos se concentran en estas islas. Grosso modo podemos distinguir dos grupos lingüísticos distintos: los hablantes de las lenguas papúes y los de las lenguas oceánicas melanesias, aunque existen unas 350 lenguas habladas por distintos grupos étnicos, a veces de reducidos tamaños. En este ensayo estudiaremos solo una pequeñísima parte de estas etnias, solo aquellas en las que se practiquen la homosexualidad ritual.
Según
el antropólogo Gilbert H. Herdt, hay cuatro tipos ideales de prácticas entre
individuos del mismo sexo: las estructuradas por la edad, por el género, por la
clase y las igualitarias o gay. En el tema que nos corresponde, las prácticas
en Melanesia, la variable principal que rige todas las prácticas entre personas
del mismo sexo es la edad.
Antes
de analizar estas prácticas hay que desprenderse del velo occidental, en el
cual la homosexualidad es un pecado (en algunos países hasta un delito), una
enfermedad o algo aborrecible. Tradicionalmente se ha considerado la práctica
homosexual como anormal, pero no es una idea válida a nivel universal, pues hay
culturas en las que el concepto homosexual no existe. En nuestro marco
geográfico a tratar, los hombres melanesios que participan en prácticas
homosexuales rituales no son “homosexuales”, como veremos más adelante una vez
que nos introduzcamos en el tema de debate, porque todas las relaciones
sexuales hay que contextualizarlas en una cultura particular.
También
hay que hacer una observación sobre el término “pederastia”, nombre que designa
la relación entre un varón mayor con otro más pequeño, pues este concepto no
existe entre los grupos indígenas estudiados.
Una
vez realizada esta introducción y haber aclarado algunos puntos fundamentales
de los temas que vamos a tratar, pasaremos a hablar de estas prácticas rituales
en Melanesia. Primero comentaremos algunas prácticas de estos pueblos para
luego centrarnos en los sambia y finalizaremos con una conclusión.
Para
muchos pueblos, entre ellos los asmat (habitan una franja del extremo oeste de
Nueva Guinea Occidental), la práctica sexual se define como un mbai, es
decir, como una “amistad” de por vida con simpatía que no es diferente del
matrimonio heterosexual. En general podemos decir que las prácticas
homoeróticas se basan en la inseminación vía oral del más joven, pero podemos
comprobar que en otras culturas también la inseminación anal es bastante
frecuente.
Entre
los jaquai (tribu vecina de los asmat), la sodomía es el deber del mentor
porque su papel es cuidar por la masculinización del joven. Según las creencias
de este pueblo, la sodomía es la única forma de hacer al joven fuerte y
masculino y de que en un futuro sea un gran guerrero. Lo mismo ocurre entre la
cultura kumula, situados geográficamente en el área de la Meseta Papúa al sur
del monte Bosavi, en la que los jóvenes (que son denominados “esp sas” de los
inseminadores) reciben semen a través del coito anal durante la iniciación para
que “crezcan” y se hagan “grandes”. Aquí los niños comienzan la iniciación a
los nueve años y su inseminador será el padre o el hermano de su futura mujer.
También
entre los poblados del Trans-Fly, cerca del curso medio del río Fly, el coito
anal es necesario para el desarrollo físico del hombre. En esta sociedad cuando
a un joven le empieza a salir la barba, sus tíos maternos lo llevan a la casa
de los solteros donde compartirá sus días con grupos de cazadores y con la
“opción de las relaciones homosexuales con otros varones”[1].
Por último destacar que en la isla de “East Bay”, en el sector nororiental de
Melanesia, los jóvenes en su adolescencia pueden practicar la masturbación
mutua y que su abandono puede conllevar la práctica de relaciones sexuales
anales con sus distintos amigos (pudiendo intercambiarse el papel del activo y
del pasivo). Estas prácticas, según nos dice Davenport, no son más que los
favores que se podrían esperar de la amistad.
Ahora
pasaremos a casos más concretos. Tradicionalmente se ha denominado a la isla de
Malekula (al norte de Vanuatu) como un locus classicus[2] de
las relaciones homosexuales organizadas. Allí se encuentran al norte los big
nambas. Para ellos la homosexualidad está altamente organizada en la que los
hombres mayores (cuyo poder físicamente está representado en los grandes
tamaños de sus penes) ayudan a que los más jóvenes se conviertan en hombres
maduros. Según Guiart, los que establecen una relación homosexual son el abuelo
paterno y el nieto.
Es
muy curioso los nombres con los que se designan a una pareja homosexual durante
esta iniciación, que son el de “esposa” y “marido de la hermana” o nilagh
sen, aunque a veces se emplean los términos de “guardianes” o dubut y
de “novicios”. Esta “pareja” se comportaría como cualquiera otra heterosexual,
el “marido” puede tener celos de que otro hombre pueda mantener relaciones
sexuales con su “esposa”, según nos relata Deacon[3].
También podemos comprobar que el dubut no puede tener relaciones
sexuales con el joven durante su periodo de reclusión tras la circuncisión[4].
Estas
prácticas homosexuales no las realizan por el simple placer sexual, sino por la
creencia de que con ellas el órgano masculino del joven amante se pueda
desarrollar fuerte y grande, pues para los big nambas un pene grande es
primordial en el contexto de la dominación masculina. Una vez que el joven se
convierte ya en un “hombre” puede tomar a otro joven como amante y empezar la
iniciación. Además, estas prácticas hacen que el muchacho se cargue de un
“poder” extraordinario.
Por
último, analizaremos el caso de los sambia que habitan las Tierras Altas
orientales de Papúa Nueva Guinea con una población de unos 2500 habitantes
repartidos en un territorio de selva muy extenso. Este pueblo también practica
la homosexualidad ritual. Para ellos, como para muchos otros pueblos
melanesios, el semen es un recurso muy escaso, tanto incluso que lo han
fetichizado, convirtiéndolo en una “mercancía” con una personalidad propia.
Para
entender las prácticas homosexuales entre los sambia hay que entender primero
una idea muy importante: el papel de la mujer. Entre los sambia el rechazo a la
mujer es una idea muy común por eso las relaciones entre un varón y una mujer
son opuestas. Hay una creencia “universal” entre este pueblo que consiste en
calificar a la esposa como un ser inferior y como agotadora de los hombres
debido en gran parte a sus fluidos menstruales y vaginales. Por esta razón las
relaciones sexuales entre ambos deben ser muy espaciadas para evitar el
agotamiento, el envejecimiento y/o la muerte prematura del hombre.
La
mujer madura de forma natural porque sus cuerpos contienen un órgano de sangre
menstrual (tingu) que acelera su desarrollo. Esto no ocurre lo mismo cuando se
trata del varón, que no puede madurar de esta forma, sino que necesitan el
semen para ello. Los hombres sambia creen que sus órganos seminales no producen
semen por sí solos, sino que se necesita la ayuda de inseminaciones y prácticas
rituales.
Esta
iniciación comienza cuando el joven tiene siete o diez años y son llevados a la
casa de los solteros donde no podrán tener contacto con ninguna mujer. A lo
largo de su infancia, los jóvenes tienen que pasar por seis iniciaciones
durante los próximos diez o quince años, dentro de las cuales en la primera
etapa (la llamada moku) se practican las felaciones. En ese periodo los
muchachos aprenden a ingerir el semen de jóvenes de más edad a través del sexo
oral porque el beber semen hará al adolescente más grande y fuerte, estando
prohibido invertir los papeles de mamador/mamado. Todos los varones sambia
tienen que pasar obligatoriamente por estas dos etapas: primero son mamadores y
luego serán mamados.
Ahora
hablaremos de las categorías culturales principales del semen entre esta tribu.
El semen será, por tanto, un recurso que será consumido, producido, “conservado”,
“invertido” y “gastado”. Antes de continuar tenemos que tener muy en cuenta las
creencias de los sambia, a saber: el semen es el fluido humano más precioso y
apreciado siendo vital para la procreación y el crecimiento, siendo muy escaso;
los sambia solo conciben el placer sexual en correspondencia con otra persona,
es decir, el placer sexual[5] solo
se concibe con otra persona, no existe la idea de masturbación; cuando
los hombres hablan del deseo erótico suelen referirse a las salidas sexuales
(boca o vagina); y las relaciones sexuales se pueden dividir entre trabajo (wumdu),
que no es más que la procreación, o como juego (chemonyi), copular repetidas
veces con un joven a sabiendas que él no procreará. Según Gilbert H. Herder
podemos distinguir cinco tipos de categorías culturales que son:
Juego
erótico: es básicamente el chemonyi, gastar el semen para conseguir el
orgasmo. Se prefieren más los contactos entre varones que entre mujeres, ya que
una esposa (que no es más que una propiedad sexual) es menos excitante que un
joven o una mujer virgen. Esta categoría también es empleada en las felaciones
homosexuales, aunque el receptor de semen lo toma para su “crecimiento”.
Procreación:
contactos heterosexuales de genital a genital que produce el nacimiento de una
descendencia. La inseminación oral de la mujer prepara al cuerpo y lo fortalece
para hacer niños. Esto también hace que la mujer pueda crear leche materna, con
la creencia de que el semen se transforma en leche. Dentro del vientre, la
leche se transforma en tejido fetal: hueso, piel, músculos y órganos.
Crecimiento:
el crecimiento humano se debe a la ingestación de semen o sus equivalentes
(leche materna o nueves de pandanáceo). El crecimiento masculino es debido a
las inseminaciones durante su infancia, asemejando las felaciones con el
amamantamiento. Estos espermas serán distribuidos por el cuerpo y harán madurar
la piel, los huesos y el cráneo. El semen también será acumulado como un
embalse en los genitales del joven y su función es el desarrollo del vello
corporal y el de un pene maduro, además de para poder tener contactos sexuales
posteriores.
Fortaleza:
el semen masculiniza el cuerpo de una persona. “En términos masculinos sambia,
la fortaleza es un producto de transacción que hace uso de la secreta
adquisición sexual de semen de otros hombres por parte del padre, que luego él
utiliza para alimentar a su esposa, cuyo cuerpo, a su vez, tiene una capacidad
‘natural’ para almacenar el fluido y convertirlo en alimento de pecho que
fortalece y madura al niño”[6].
Espiritualidad:
es una composición de elementos naturales y sobrenaturales. En esta categoría
están los espíritus familiares más importantes que se cree que los hombres
varones los transmiten mediante el semen. Los muchachos solo heredan a los
familiares del padre mediante el semen. También la concepción del alma entra en
esta categoría, que muchos creen que es producto del esperma del padre.
Como
conclusión podríamos decir que la fellatio homosexual significa un
“amamantamiento” (semen simbolizado como leche materna) para hacer “crecer” a
los más jóvenes para que alcancen el status de hombre. Con el semen
no solo se “crece” y se convierte un muchacho joven en “hombre” sino que
conlleva más significados, como hemos visto por ejemplo entre los sambia. El
semen es vital para la creación del feto, es decir, el varón desde antes de
nacer ya está consumiendo semen del padre, sino también para tener fuerza, para
su virilidad y para poseer un pene grande y fuerte, algo primordial en estas
sociedades. Además, como hemos visto, el semen transmite la herencia por línea
paterna al hijo, es decir, a los espíritus, a sus antepasados, por ello tenemos
que entender estas prácticas no desde nuestras perspectivas europeas, sino
desde las creencias y costumbres de estos pueblos. No podemos conocer o aceptar
unas prácticas o unos ritos sin haberlos contextualizados antes o sin conocer
primeramente parte de sus creencias.
David
Granado Hermosín
Puedes
descargar este archivo en PDF
[1] Busse,
Mark William. Sister Exchange ammonh the Wamek of the Middle Fly. Dissertation,
University of California: San Diego, 1987.
[2] Según
nos ha transmitido Michael R. Allen.
[3] Además
Deacon pudo ver que el coito anal homosexual se realizaba de pie.
[4] Layard,
que ha podido comprobar esto, afirma que esta operación es distinta a la realizada
por los judíos y que, por tanto, habría que emplear un nuevo término. Para ello
Layard crea el término de “circun-incisión” (en la que se hace solo un corte
longitudinal) y el de “superincisión” (en la que se hacen dos cortes).
[5] Para
un sambia hablar de sexo solo se puede hablar como duvuno (que
significa empujar o penetrar) en la boca de un joven o en la vagina de una
mujer, o como laakelu mulu (que significa lucha del pene) que no es
más que liberarse de la erección del pene a través del “orificio de bambú”
(metáfora que designa la boca del joven) o por la “cosa allí abajo” (vagina).
[6] Herdt,
Gilbert H. Homosexualidad ritual en Melanesia. Madrid: Fundación Universidad-Empresa,
D.L. 1992, pp. 241-242.
GALERÍA DE IMÁGENES DE LOS MELINESIOS
LAS RELACIONES HOMOERÓTICAS RITUALES EN LOS PUEBLOS MELANESIOS