LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
LA CONTEMPLACIÓN
El
verbo se ha clausurado,
el
silencio se hace salmodia
y
el trino de los vencejos,
interrumpe
la madrugada.
Resaca
de noches engolfadas
con
las mieles del amado,
droga
cotidiana de eunucos,
del
infierno escapados...
¡Qué
días preñados
de
sol y luna!.
¡De
muerte y vida,
embriaguez
y locura!.
¡Qué
noches aladas,
colmadas
de angélicos aquelarres!
Fiestas
vividas en íntimas estancias,
llenas
de inconfesables placeres,
sufriendo
en las almas,
las
divinas ausencias.
Bendita
incomunicación,
pórtico
y flagelo de mi vida,
lecho
mortuorio de mis sentidos.
No
me pidas regresar
de
esta locura...
Antes
de nacer o antes de morir,
me
atrapó.
En
un principio o al final.
Siempre
o nunca.
¡Déjame
que me abandone
en
mi afán!
Hora
tras hora,
Salmo a salmo.
Quiero
estar preso en la cárcel
eterna
de mi libertad...
Pedro Taracena Gil
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