En tiempos de tanta certeza, tanto enfrentamiento y tanta crispación, la duda me parece la última trinchera
El pasado lunes publiqué un artículo titulado 'Y cuando despertamos, todo estaba politizado'. En él hablaba de la politización de los atentados que, desde mi punto de vista, habían hecho unos y otros, tanto los independentistas como los contrarios a la independencia. Mi sorpresa llegó cuando un diario digital con una línea editorial cercana al independentismo se hizo eco de mi artículo con este titular: "Évole acusa a la ANC de ‘copiar las maneras de hacer de la España más rancia’ por llenar de estelades la manifestación". Desde luego, con ese titular tuvieron más clics que con otro que fuese neutro o simplemente cierto. Pero como ahora estamos más pendientes de la noticia más vista que de la noticia más contrastada, pues así nos va. A partir de esta información, otro digital se animó: "Evole compara la ANC con ‘la España más rancia’". Ambos titulares eran una manipulación de lo que yo había escrito. Pero no le di más importancia. Hasta que vi cómo reaccionaban algunos por las redes. Muchos de ellos no habían leído mi artículo, pero se informaban de mi opinión a través de ambos titulares sesgados.
Artículos como armas arrojadizas
Como el miércoles seguía recibiendo insultos de algunos, me puse en contacto con el responsable de uno de los digitales. Le expliqué la situación, él la valoró, y a los pocos minutos descolgó el artículo de la web y colgó otro con este titular: "Évole lamenta la utilización del 17-A: ‘Hasta las playas están politizadas’". Además, acompañó el link con este texto: «El domingo nos hicimos eco de un artículo de Évole con un enfoque sesgado. Volvemos con voluntad de enmienda». El nuevo artículo no tuvo ni mucho menos la repercusión del anterior, pero le agradezco infinitamente el gesto –casi inédito en los tiempos que corren– a Salvador Cot.
Cuando pensaba que la tormenta ya había pasado, el jueves descubro este titular de un periódico de la caverna española: "Évole llama ‘España rancia’ a los que lucen la enseña nacional". Me eché a reír. Qué momento más raro vivimos. Los artículos se convierten en armas arrojadizas al grito de «linchen al que no piensa como yo» o «difamen al equidistante», palabra que se está utilizando casi como insulto (y no es la primera vez que pasa, como recordaba esta semana Manel Lucas). No sé quién es el sabio que define dónde está la equidistancia y determina quiénes son los equidistantes. Pero cada vez me siento más distante de los que participan en linchamientos de los que no piensan como ellos. Y seguiré dudando. En tiempos de tanta certeza, tanto enfrentamiento y tanta crispación, la duda me parece la última trinchera.
JORDI ÉVOLE Y LA EQUIDISTACIA
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