AMNISTÍA INTERNACIONAL
El sexo sin consentimiento es violación. ¿Por qué sólo nueve países europeos lo reconocen?
Aproximadamente nueve millones de mujeres en la Unión Europea (UE) han sido violadas después de los 15 años. La cifra es inquietante. Igualmente alarmante es el hecho de que pocos países europeos se tomen este delito con la seriedad que deberían, tanto en la ley como en la práctica.
El 26 de abril de 2018, nos leyeron la sentencia después de un dilatado periodo escandaloso
de reflexiones tendenciosas e impregnadas de cultura machista. Si la Justicia
emana del pueblo como dice la Constitución Española, yo tengo el derecho a
discrepar de este veredicto y lejos de acatar la sentencia, calificaré a los
jueces como faltos de empatía con las mujeres y un insulto a sus propias madres,
esposas e hijas. El rancio machismo franquista, falangista y del nacional
catolicismo ha sembrado sus conciencias y han quedado rancias y enmohecidas con
perversa intención. Si el Tribunal Superior de Justicia de Navarra y el Tribunal
Supremo, no dictan una sentencia más justa y más respetuosa con las mujeres,
bien podemos decir que la Justicia Española está anclada en el franquismo y
machismo más rancio. Tampoco tiene mi confianza el Tribunal Constitucional,
porque acaba de dar por buena la segregación en los colegios del Opus Dei
concertados por el Estado.
LOS
VIOLADORES DE LAS FIESTAS DE SAN FERMÍN
Por Pedro Taracena Gil
Ante los hechos contenidos en
el auto del juez, las exquisiteces del derecho constitucional a la presunción
de inocencia, queda reservado para quien deba impartir Justicia. Pero la
Justicia emana del pueblo y se aplica por los jueces y magistrados en nombre
del Rey. En román paladino esta
banda de presuntos delincuentes son unos criminales sin más
apelativos.
Pero nadie está libre de
responsabilidad frente a estos hechos execrables. El macho ibérico se engendra
en el seno de las familias arropado por la sociedad. Este repugnante perfil
crece y se desarrolla en los parvularios, en las escuelas públicas y privadas.
En las universidades y escuelas de negocios. Se practica en el trabajo y en la
vida social. Que nadie se escandalice. No existe en España un diseño educativo
que luche desde la más tierna infancia, contra la desigualdad que impera en las
familias, en el trabajo, en los lugares de ocio, en la cultura, en la política
y en los sectores religiosos. El franquismo y el nacionalcatolicismo vienen
imponiendo su cultura machista ante la hipocresía de las izquierdas y las
derechas.
Las raíces de esta perversión
social están en haber mantenido los Acuerdos con la Santa Sede, fuera del marco
constitucional. Los obispos se erigen en pedagogos en materias que no son de su
incumbencia. Han perdido el púlpito pero realizan su proselitismo en los
medios, en los colegios del Opus Dei y en las cátedras episcopales. Impensable
en cualquier país europeo de corte laico. Otra de las raíces está en la
carencia de una educación sexual desde la infancia. La realización sexual es un
derecho donde más se ejerce, si cabe, el respeto, la libertad, la igualdad y la
responsabilidad. Sin olvidar que los comportamientos machistas gozan de la
complicidad de todos los estratos sociales.
En el papel otorgado en las familia a los
niños y las niñas, es sonde comienza la supremacía del hombre sobre la mujer.
Las conductas machistas se inician en la adolescencia, donde las niñas sobre
todo, aceptan la supremacía masculina. Los institutos donde el acoso escolar,
el incipiente machismo aceptado por las adolescentes y la homofobia, están
instalados ante los cuadros docentes que no saben, no contestan… Los
acosos violentos y los suicidios parece que no sean síntoma suficiente para
erradicar esta plaga machista.
Cuando el juez ha narrado los
hechos de estos cinco machistas indeseables, todos nos hemos rasgado la
vestiduras, mientras las medidas cautelares de otros magistrados y otras
sentencias causan no solamente extrañeza sino escándalo público. Pero es que
del perfil machista nadie estamos libres, porque así nos han educado y así
estamos dispuesto a educar a nuestros hijos.