NAVEGANDO EN LA OSCURIDAD
ODA A LA LUJURIA
Con mi desnudez varonil traspasé aquel muro de negros y transparentes adobes.
Buena verga supurando líquido humedecía toda carne que encontraba a su paso.
Me seducía ser empotrado contra aquellos muros abriéndome en canal.
Sentía aplastado mi cuerpo por aquellas dos tetas empitonando mi espalda.
Aquel humano me encalomó a cuatro patas cual animal semental en celo.
Sentí sus salvajes mordeduras en mi nuca según penetraba hasta lo más hondo.
Navegando en la misma oscuridad nos sentimos yo tumbado y él encima.
Yo me abrí de piernas y ya con mi polla dura, él penetró sentado sobre mí.
La oscuridad de hizo sentir que disponía de voluminosas ubres femeninas.
Me sentí empitonado con unos pezones amenazantes de concupiscencia.
Nos entregamos a un abrazo tántrico preñado de besos, abrazos y muerdos.
El hombre que me había follado momentos antes, ahora se dejaba fornicar.
Cargado de energía sexual colocado en X boca abajo me dejó metérsela…
Ahora yo abrazaba sus pechos sujetándole sus manos por detrás
y le mordía su cuello sus orejas y lamía su espalda.
Salimos de aquella negritud donde nuestros ojos vieron la luz…
Y allí sobre un tatami nos hicimos una mamada bajo el número mágico del 69.
Gozamos los dos y también los mirones que se pajearon al unísono.
Habíamos dado rienda suelta a nuestras pasiones.
Pasiones altas y golfas, abajo y encima, con luz a oscuras.
Entre jadeos y gritos decidimos corrernos más tarde…
Con mi desnudez varonil traspasé aquel muro de negros y transparentes adobes.
Buena verga supurando líquido humedecía toda carne que encontraba a su paso.
Me seducía ser empotrado contra aquellos muros abriéndome en canal.
Sentía aplastado mi cuerpo por aquellas dos tetas empitonando mi espalda.
Aquel humano me encalomó a cuatro patas cual animal semental en celo.
Sentí sus salvajes mordeduras en mi nuca según penetraba hasta lo más hondo.
Navegando en la misma oscuridad nos sentimos yo tumbado y él encima.
Yo me abrí de piernas y ya con mi polla dura, él penetró sentado sobre mí.
La oscuridad de hizo sentir que disponía de voluminosas ubres femeninas.
Me sentí empitonado con unos pezones amenazantes de concupiscencia.
Nos entregamos a un abrazo tántrico preñado de besos, abrazos y muerdos.
El hombre que me había follado momentos antes, ahora se dejaba fornicar.
Cargado de energía sexual colocado en X boca abajo me dejó metérsela…
Ahora yo abrazaba sus pechos sujetándole sus manos por detrás
y le mordía su cuello sus orejas y lamía su espalda.
Salimos de aquella negritud donde nuestros ojos vieron la luz…
Y allí sobre un tatami nos hicimos una mamada bajo el número mágico del 69.
Gozamos los dos y también los mirones que se pajearon al unísono.
Habíamos dado rienda suelta a nuestras pasiones.
Pasiones altas y golfas, abajo y encima, con luz a oscuras.
Entre jadeos y gritos decidimos corrernos más tarde…
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