LA BELLEZA COMO EMOCIÓN AVIVADA
Por Pedro Taracena Gil
El
concepto belleza se mueve en el universo de las emociones, alterando nuestro
ánimo a través de los sentidos que configuran nuestra sensualidad. Su
antagónico es lo feo, la fealdad, que causa desagrado o aversión. Algo o
alguien desprovisto de belleza o hermosura, sigue siendo una percepción
emocional relativa. La belleza como propiedad cualitativa de las personas, de la
naturaleza o de las obras creadas por los humanos, no es un valor absoluto y
dependerá de la percepción de quien lo contemple. Esta premisa me permite
abordar la obra de JAM MONTOYA de una forma más cognitiva y racional, aunque se
trate de analizar emociones percibidas. Son muchas las sensaciones que me incitan
a contemplar y estudiar la ingente galería creativa de este autor.
Como fotógrafo, más aún, como
retratista he descubierto que la persona retratada discierne entre la estética
y la sensualidad. La estética como disciplina que crea el paradigma como único prototipo
a seguir, y la sensualidad como la percepción o apreciación de la belleza a
través de los sentidos. Dentro de estas dos variables se mueve una sesión
fotográfica. El modelo huye de la cámara porque no se considera fotogénico y su
autoestima no despega del suelo del plató. Sin embargo, el retratista debe de
hacer un ejercicio de reconocimiento hacia el modelo para crear un clima que le
ayude a reconocer que su belleza es suya, y con este reconocimiento debe romper
el paradigma que le hace negar su propia percepción. La sensualidad de su
propia belleza. Este binomio estética- sensualidad se complica cuando la belleza
de la obra creativa por JAM MONTOYA, se siente amenazada por los prejuicios
religiosos. Al margen de la razón y sin embargo imbuidos del fanatismo hispano
ancestral.
Me propongo escribir un breve ensayo sobre la obra de este insigne autor, huyendo de la belleza atrapada en estilos comparativos y de cualquier tentación escolástica. No renuncio a la intención volcada en el título que encabeza este trabajo, donde la belleza se percibe como una emoción. En la primera etapa de su creación artística, el autor penetra en un lugar reservado a la clase sacerdotal. Su irreverencia se adentró al espacio donde se hallaba el Tabernáculo, traspasando el velo denominado Parojet de tejido azul celeste púrpura y carmesí, que da paso al lugar reservado al Sumo Sacerdote. Según escribe Eduardo Hadjes Navarro: “Dicen los sabios de la Torá que Parojet era de una belleza extraordinaria, dando mérito a las instrucciones que Dios le dio a Moisés. Sus querubines bordados eran descritos como una verdadera obra de arte”. El artista extremeño quizás sin proponérselo había penetrado en el Sancta Sanctorum de su creatividad: Sexualidad y Misticismo. Teología y Transgresión. ¿Como conjugar estas cuatro magnitudes sin resolver el conflicto creado? Misión imposible. No obstante, en otro lugar de su estudio, Eduardo Hadjes Navarro, escribe: “La palabra Kdeisha que es literalmente, prostituta consagrada, lo que podríamos definir como aquellas prostitutas que rondaban el Templo hasta que Josías las sacó de dicho lugar en su reforma narrada en Reyes 2 capítulo 23 versículo 5”. Y esto nos aclara que la contaminación entre lo religioso y lo pagano toma parte de la civilización judeocristiana. Pero JAM MONTOYA pretendió y consiguió salvar la belleza.
EMOCIÓN ATRAPADA
El verbo se ha clausurado,
el silencio se hace salmodia
y el trino de los vencejos
interrumpe la madrugada.
Resaca de noches engolfadas
con las mieles del amado,
droga cotidiana de eunucos,
del infierno escapados...
¡Qué días preñados
de sol y luna!
¡De muerte y vida,
¡Embriaguez y locura!
¡Qué noches aladas,
colmadas de angélicos aquelarres!
Fiestas vividas en íntimas estancias,
llenas de inconfesables placeres,
sufriendo en las almas,
la divina ausencia.
Bendita incomunicación,
pórtico y flagelo de mi vida,
lecho mortuorio de mis sentidos.
No me pidas regresar
de esta locura...
Antes de nacer o antes de morir,
me atrapó.
En un principio o al final.
Siempre o nunca.
¡Déjame que me abandone
en mi afán!
Hora tras hora,
Salmo a salmo.
Quiero estar preso en la cárcel
eterna de mi libertad...
De la mano del propio artista me
adentré de forma impúdica, siguiendo la médula espinal de sus ideas e intenciones.
Seducido por la sensualidad de sus imágenes cometí la osadía de pensar en una
herética interpretación teológica que justificase la libertad de expresión, para
tratar de conjugar las aparentes contradicciones. Recordando mi época pía
cuando casi levitaba, medité sobre la Segunda Persona de la Santísima Trinidad,
que siendo verdadero Dios también es verdadero Hombre; constatando que tiene
dos naturalezas: divina y humana. Teológicamente es verdadero Dios y verdadero
Hombre. Supone una contradicción que Dios privara de los atributos propios del
Hombre, a quien a su vez era su Hijo. José Saramago en el Evangelio según
Jesucristo se acerca más al personaje bíblico, donde su comportamiento es más
humano y natural. La obra de JAM MONTOYA me ha mostrado que la sexualidad y la
mística se entrelazan para que la realización humana sea bonita y plena. Y que
la Teología está escrita para transgredir sus dogmas porque esclavizan al
hombre.
Avanzando en el devenir de la
libertad creativa de JAM MONTOYA, contemplamos cómo se adentra en el Medievo
Hispano para luchar contra su intolerancia; preñando sus improntas de libertad
y dejando tiras de piel en su empeño transgresor. Ha sido testigo del
despotismo fanático y también superviviente de la intolerancia y la hipocresía
religiosa. La mayor cualidad de su
creatividad es la belleza. Belleza sin prejuicios y sin complejos: Cristo
crucificado con sus atributos sexuales en erección, frailes y monjas soportando
el clímax erótico del misticismo… La fealdad impúdica en la obra de JAM MONTOYA
se convierte en belleza llena de vida sensual y sexual, donde lo impúdico se
confirma como un valor positivo. Admirando la belleza en sus imágenes no supone
una falta de respeto a quienes no comulgan con ellas. Los valores humanos están
por encima de las creencias religiosas que son de naturaleza privada.
Mi ensayo sobre su obra pretende
estar cimentado en la percepción subjetiva de la belleza y en la abstracción de
los valores artísticos al margen de su comprensión racional. Volviendo al
universo de las emociones, yo percibo a este artista singular, como un hombre
del Renacimiento. Aunque efectivamente es un sarcasmo hablar de un artista del
Renacimiento que habita en el siglo XXI. Pero no es menos cierto que las
circunstancias vividas en la España del siglo de Valle Inclán, configuraran un
auténtico esperpento. Me tomo la licencia de utilizar el vocablo Renacimiento
para ahondar en la personalidad libertaria de JAM MONTOYA.
En la España de los años comprendidos
desde 1936 a 1978, se ha vivido en un oscuro túnel medieval y teocrático. Como
sucediera en la Italia del Quattrocento
después de la Edad Media, España ha tenido su Renacimiento. Señalando que el
Renacimiento de Italia llegó a nuestro país cien años más tarde. Esta
observación me lleva a considerar que los valores renacentistas están presentes
en su obra. Algunos son los criterios que mantengo para analizar esta
afirmación: Dios deja de ser el centro del universo dando paso al Hombre. La fe
ya no predomina sobre la razón. Se recupera la cultura clásica en el
conocimiento y en el criterio de vivir conforme a la Naturaleza. JAM MONTOYA es
ante todo un humanista cuyo universo gira en torno al cuerpo de la mujer y del
hombre. Cuerpos despojados de sus vestiduras en busca de su inocencia primitiva,
sin perder la sensualidad que les hace percibir la sexualidad como la expresión
carnal de la belleza que irradia su naturaleza. La concupiscencia, la
deshonestidad, la lujuria, la ausencia de pudor, expresan la verdad de las
emociones, sobre todo, cuando los cuerpos se entrelazan y fusionan. Allí donde
está la verdad se hace presente la belleza.
Cuando JAM MONTOYA abandona el
Sancta Sanctorum de su obra, es como si hubiera vivido: el Jueves Lardero, Las
Carnestolendas, el Martes de Carnaval, el Miércoles de Ceniza, La Cuaresma, la
Semana Santa con el Triduo de Pasión y llegado al Domingo de la Resurrección…
Empuñando las armas de la irreverencia, la transgresión, la heterodoxia y hasta
la herejía, marcó las pautas sagradas e inquebrantables de la libertad de
expresión plástica, cima del humanismo considerado como si Dios no existiera y
jamás hubiera existido. En todo momento sus imágenes nos están invitado a la
abstracción dominando la gama de grises, las luces y las sombres, los brillos y
los contrastes, consiguiendo un bellísimo dramatismo pleno se sensualidad…
JAM MONTOYA con su obra ha
logrado romper el paradigma que tenía secuestrada la belleza como si de una
fealdad se tratara. Culpable de lo impúdico u obsceno, de lo lascivo y
lujurioso, de lo impuro y deshonesto. Porque todos estos pecados se atribuyen a las emociones sexuales por desviarse de su
única función impuesta por Dios, la procreación para la perpetuidad de la
especie. El precepto no gozarás
implícito en Los Diez Mandamientos, priva al ser humano de la sexualidad como
virtud para obrar, sobre todo de acuerdo con determinados ideales de vida, como
el placer y la belleza. Abordar la personalidad de un artista a través las
características de su obra, es trabajo de comisarios e investigadores, sin
embargo, a través de este ensayo me permito moverme en el mundo de las
emociones y abstracciones personales. JAM MONTOYA, como artista protagonista de
su especial renacimiento, considero
que también crea sus imágenes a su maniera,
es decir, emprende su manierismo particular.
En el espacio SANCTORUM pone en escena a hombres y mujeres interpretando
papeles que expresan la verdad natural. Lucha entre la virtud como lo bello y
el pecado como la fealdad, hasta que la razón impone su realidad no virtual
sino tangible. El manierismo deforma
la realidad, sin embargo, mantiene la armonía en una sinfonía que interpreta
una bella gama de movimientos: expresividad, percepción, abstracción, obsesión
y fantasía.
Una suave policromía preside el manierismo de JAM MONTOYA. Predomina la
figura de la mujer, desnuda y engalanada con ropajes que se diluyen en el fondo
del espacio. Rostros muy expresivos reflejando un flujo de emociones y
semblantes. Los dioses Eros y Príapo permanecen presentes en su obra laica,
liberada del yugo de la iconografía religiosa. Contemplar sus imágenes sin
prejuicios religiosos supone asistir a una exhibición de belleza en estado
puro. Provocadora de emociones de intenso erotismo. La belleza espiritual y
mística no eleva a la persona allá arriba, a los cielos, sino que ahonda en lo
más interno de su cuerpo. No es algo intangible, es una emoción sensual, sexual
y a veces erótica y pornográfica, sentida aquí dentro, en lo más profundo del
cuerpo humano. En su colección FROM ME TO YOU (2012-2013) lo bello se encuentra
en la expresión de los rostros y en la sensualidad de los cuerpos. Construye
manos cercenadas y las injerta de nuevo sobre cuerpos vivientes, como una gran
metáfora de sensualidad. Son los sentidos los que perciben la abstracción de la
belleza.
Como colofón de este breve ensayo,
incito a los internautas para que naveguen por las galerías de JAM MONTOYA, tomando
como equipaje su cayado que se apoya en la razón, y su zurrón que contiene la
transgresión de las leyes impuestas por el fanatismo de cualquier naturaleza.
Para excitar la llama de la libertad, el humanismo y el amor, expresiones de
una misma belleza.
A MODO DE HOMENAJE A JAM MONTOYA LÁTIGO DEL NACIONALCATOLICISMO
Selección realizada por Pedro Taracena Gil
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