JOSÉ LUIS
SAMPEDRO
“Mi sexo es masculino, pero
mi género es femenino, atraído hacia las mujeres y, para concluir, sumiso”
(pág. 144)
Título del libro: El amante lesbiano
Autor: Jose Luis Sampedro
Descripción: Una ardorosa
historia de amor entre una mujer sedienta de un varón sin machismo y un amante
fetichista que goza en la sumisión. Una fantasía erótica ajena a la represiva
educación sexual contranatura todavía imperante. Una indagación en las
múltiples variantes cerebro-genitales del amor.
Comentario: Una historia
donde nada es lo que parece ni nada es lo que ves, narrada de una manera
inteligente, en la que se nos muestra sin ningún pudor que la sexualidad puede,
y de hecho, es más compleja de lo que el binarismo nos ha vendido. Todo ello en
una atmósfera mágica, casi irreal, que van permitiendo al personaje principal
crecer, desaprendiendo todo lo que ha aprendido, mientras va descubriendo lo
que es el amor y el sexo.
Durante los escasísimos instantes
que siguen a un súbito y mortal ataque cardíaco, Mario evoca su vida y el lento
descubrimiento de su compleja identidad psicosomática. Ese tiempo comprimido en
el que la historia se alarga dentro de una situación momentánea, como si en ese
instante definitivo desfilara por la memoria, a una velocidad inimaginable, la
película de la existencia que sucumbe. Lo que le ha importado al autor es
la reconstrucción de un proceso visto desde la mirada retrospectiva del propio
sujeto, y en este aspecto se advierten múltiples concomitancias entre El
amante lesbiano y una de las más significativas novelas de Sampedro: Octubre,
octubre (1981), cuya estructura modelada sobre la evocación fragmentaria de
unas vidas ofrecía ya la pauta.
El descubrimiento de una dualidad
oculta en el ser humano que habitualmente se resuelve en favor de uno de los
componentes en términos de dominio o sumisión, conduce a postular un estado
equilibrado en que “género” y “sexo” reciban en la conducta personal idéntico
rango. No se trata, en rigor, de una cuestión de homosexualidad, sino de
androginia. Como sucedía en Octubre, octubre, las teorías del amor tántrico y
diversos autores musulmanes constituyen apoyaturas teóricas de las numerosas
ideas que sostienen el entramado de la novela. Pero me parece más adecuado
destacar el modo en que este conjunto intelectual se ha convertido en
narración, que es lo específicamente literario. Y, en este sentido, la obra
tiene momentos de extraordinaria intensidad.
Veamos un ejemplo:
[..] "Me has apresado en la
red de tu hombría como el cazador a la paloma" Me miró sonriente,
reconociendo el archifamoso verso del poema de Leyla y Majnun, mientras yo
añadía: "Sólo me quedaría como tu esclava, tu sierva, tu odalisca."
Fui capaz de decirlo con firmeza, mirándole a los ojos, y cuando le oí
responderme que ése era justamente su deseo me arrebató la ira: "Entonces
¿por qué has sido tan cruel estos días? ¿No me has visto sufrir esperándote en
vano desde mi llegada? ¿Sadismo de leopardo, placer de la caza?"... Se
levantó, vino junto a mí, se sentó a mi lado y me abrazó por el hombro, con lo
que me rindió: "Te equivocas, gacela mía. Eres tú quien atrapó al
leopardo, le hizo desearte, necesitarte, desde que te adiviné por tus escritos
y me nació un amor que se confirmó con tu presencia. Yo también he sufrido
reteniéndome, pero era menester padecer ambos para llegar ahora a estar maduros
en la exasperación, como el místico que vuela mejor hacia la luz desde el
abismo... Ha llegado el momento, lejos de congresos y de todo; te recojo en el
límite y juntos construimos nuestro encuentro total. Serás mi odalisca, como
deseas, gacela tiempo esperada. Viviremos como Rumí y su amante Shams, según
cantó en aquel cuarteto que conoces:
En verdad somos un alma única tú
y yo
Nos mostramos y nos ocultamos tú
en mí, yo en ti.
Esa meta persigues nuestros
cuerpos al enlazarse,
pues tú y yo no existimos ni yo
ni tú
(Fragmento del libro, página 85)...[...]
El amante lesbiano es eso
que, a veces despectivamente, recibe el marbete de novela intelectual, porque,
en efecto, está llena de ideas, de cultura variadísima y vivida. Pero es
también un relato sobrio, preciso, espléndidamente construido y escrito; una
novela, en suma, a la que, como tal, cabe oponer muy pocas objeciones, al
margen del interés o la adhesión que suscite la historia. Sampedro es, además,
un académico que escribe bien. Que yo prefiera “rasgueo” a rasguido (pág. 110)
o “espliegos” a lavandas (pág. 167) entra en el terreno del gusto personal.
Bienvenida sea una novela seria en tiempos de tanta cansina frivolidad.
Os lo recomiendo, lo leí hace
años, creo que salió en el 2000 y enseguida me lo compré, y ahora lo releo, una
delicia releer a Sampedro, es un soplo de inteligencia y ternura que
apetece tanto en estos tiempos de ordinariez y vacío, está escrito con una
lucidez aplastante, es una obra de arte inteligente y sensual. Es la esperanza
frente a la moral convencional. Es una nueva concepción del sexo. Una delicia.
José Luis Sampedro
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