EL ARDOR DEL DESEO Y LA PASIÓN
I EROS AL DESNUDO
Contemplando esta galería de
imágenes, quizás en la intención del modelo y del fotógrafo, no estaba el haber
logrado una lección magistral sobre el tema monográfico del falo. Mi propósito,
sin embargo, es poner letra al ensayo que contemplo en este concierto de bellas
fotografías.
Buscando en el baúl de los
clásicos, Eros es el más antiguo de los dioses y encarna el deseo sexual.
Es decir, todas las atracciones que evocan el amor, incluidas las tentaciones
heterosexuales y homosexuales. Los antiguos tampoco se olvidaron de Anteros, el
dios del amor mutuo. Y en otra de sus acepciones el amor que no puede
crecer sin pasión. Sin excluir el onanismo. En Atenas el cuarto día de cada
mes era sagrado para Eros.
Todo símbolo fálico está ligado a
la procreación, a la fertilidad. Pero bajo mi punto de vista la visión del
falo, sobre todo contemplado desde su potencia eréctil, encierra más riqueza
humanística. Es la máxima expresión de la potencia erótica de compartir placer.
Más aún, el lenguaje amoroso del falo supera la distinción de géneros.
Volviendo al reportaje
fotográfico, su visionado permite al espectador, al menos yo me he tomado la licencia, poner el verbo a
las texturas preñadas de sensualidad. Los primeros planos invitan a la lujuria
más caprichosa. Las luces y las sombres juegan con un mito hecho carne,
preparado para convertirse en un ser sin escrúpulos. Según los romanos lo
consideraban como un símbolo de la vida después de la muerte…
POWER POINT
EL FALO
II ERECTUS
Para que ERECTUS
sea un ensayo en positivo hay que transgredir la doctrina que lo predica en
negativo: “El falo en erección está destinado a la procreación”.
El derecho al
gozo sexual es en virtud de perpetuar la especie humana. Abstenerse de él
constituye una virtud.
Cuando el
hombre hace uso de su razón llega al conocimiento de que el placer y la
procreación pueden ir por dos caminos distintos.
Además, la
naturaleza le ha dotado de unos atributos que le permite obtener placer así
mismo (onanismo) y compartiendo sensualidad con los demás (hedonismo)
Ésta es una
galería de imágenes que contiene el Catecismo de la Transgresión. Donde la
sensualidad, la sexualidad, el erotismo y hasta lo que puede tener de
pornografía, son notas en positivo del concierto de las sensaciones eróticas,
que constituyen la realización sexual del ser humano.
Colaboran en
este propósito la luz, los reflejos, las texturas, la tensión…
Y de igual
manera un volcán de emociones: el deseo, la libido, el apetito sexual, la
lujuria… Ha sido la intención del editor que, desde la primera hasta la última
secuencia, Eros hiciera acto de presencia. Si lo ha conseguido o no, es el
internauta quien tiene la última palabra…
II EL PRÍAPO
“Los atletas griegos combatían en la
palestra y se amaban en el androceo, pero no volvían la espalda a las
instituciones”
Balánida (Paul Verlaine): Oda Al Falo.
Balánida
I
Es un corazón pequeño,
la punta al aire:
símbolo orgulloso y dulce
del corazón más tierno.
Lágrimas derrama
corrosivas como brasas
en prolongados adioses
de flores blancas.
(...)
II
Glande, punto supremo
del ser
del amado.
Con temor, con alegría
reciba tu acometida
mi trasero perforado
por tu macizo instrumento
que se inflama victorioso
de sus hechos y proezas
y entre redondeces se hunde
con sus ímpetus alevosos.
Nodrizo de mis entrañas,
fuente segura
donde mi boca se abreva,
glande, mi golosina o bien
sin falsos pudores,
glande delicioso ven
revestido
de cálido satín violeta
que mi mano se enjaeza
con un súbito penacho
de ópalo y leche.
Es sólo para una paja
apresurada que hoy te invoco.
Pero, ¿qué pasa? ¿Tu ardor se impacienta?
¡Oh, flojo de mí!
A tu capricho, regla única
respondo
por la boca o por el culo,
ambos listos y ensillados
y a tu disposición
maestro invicto.
Después, néctar y pócima
de mi alma, ¡oh glande!,
vuelve a tu prepucio, lento
como un dios a su nube.
Mi homenaje te acompaña
fiel y galante.
Es un corazón pequeño,
la punta al aire:
símbolo orgulloso y dulce
del corazón más tierno.
Lágrimas derrama
corrosivas como brasas
en prolongados adioses
de flores blancas.
(...)
II
Glande, punto supremo
del ser
del amado.
Con temor, con alegría
reciba tu acometida
mi trasero perforado
por tu macizo instrumento
que se inflama victorioso
de sus hechos y proezas
y entre redondeces se hunde
con sus ímpetus alevosos.
Nodrizo de mis entrañas,
fuente segura
donde mi boca se abreva,
glande, mi golosina o bien
sin falsos pudores,
glande delicioso ven
revestido
de cálido satín violeta
que mi mano se enjaeza
con un súbito penacho
de ópalo y leche.
Es sólo para una paja
apresurada que hoy te invoco.
Pero, ¿qué pasa? ¿Tu ardor se impacienta?
¡Oh, flojo de mí!
A tu capricho, regla única
respondo
por la boca o por el culo,
ambos listos y ensillados
y a tu disposición
maestro invicto.
Después, néctar y pócima
de mi alma, ¡oh glande!,
vuelve a tu prepucio, lento
como un dios a su nube.
Mi homenaje te acompaña
fiel y galante.
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