El Ángel Caído
Ricarod Bellver
Foto: Pedro Taracena Gil
Acudimos al concierto de las emociones
Por Pedro Taracena Gil
Desde muy niños somos
conocedores de los cinco sentidos del ser humano: ver, oír, oler, gustar y
tocar. Estos cinco sensores constituyen las puertas por donde captamos nuestra
sensualidad. Después nos han hablado del SEXTO SENTIDO, se trata de sensaciones
sutiles ajenas a la percepción de la realidad y que pertenecen al universo
espiritual.
Otros tratados vienen a
explicar que los cinco sentidos de la sensualidad, pueden y deben estar al
servicio de la sexualidad. Pero la sexualidad como sentido autónomo y motriz de
toda nuestra realidad humana, personal y social, se encuentra en el limbo de
los prejuicios y de los complejos. Más aún, la cuestión sexual es una materia a
la que es lícito censurar y en muchos de los casos ni mencionar. Tabú encofrado
en la misión puramente biológica del aparato genital reproductor, femenino y
masculino.
No
solamente tenemos carencia de una educación sexual laica y sin tabúes, sino que
ya nuestros ancestros condenaron al ostracismo más inhumano, el derecho a nuestra realización sexual.
Realización sexual en libertad, igualdad, respeto y responsabilidad. Este vacío
es patente y carece de interés para los responsables políticos de los planes de
estudio, que debieran corregir esta
mutilación educacional, y sobre todo para que la educación sexual salga de la
clandestinidad más hipócrita.
Nadie es ajeno al tema de la
sexualidad. Si se aborda sin perjurios y sin complejos, es fácil hablar de la
sexualidad y de las sensaciones y emociones que produce. Porque en todos los
seres humanos, salvo aquellos que voluntariamente renuncien a ella, brotan en su interior emociones
sexuales. En términos de la cultura clásica es Eros quien hace acto de
presencia, ante el principio de que a toda acción corresponde una reacción.
Todo estímulo sensual o sexual tiene su respuesta con la excitación erótica.
Todos estos términos se
comprenderán mejor si nos adentramos en
el mundo de las emociones. Considerando y valorando los órganos genitales y la
sexualidad como valores positivos. Es decir, dadores de emociones ajenas a la
moral, la religión y las costumbres tradicionales. Para mejor entender la
utilización de estos conceptos, es preciso aplicar a cada palabra el contenido
que cada persona libremente le otorgue.
Sensaciones como el gozo, el
placer, la alegría, el amor, la amistad, la ternura, las caricias, el erotismo,
el coito, la masturbación, la felación, sin distinción de sexo, son en términos subjetivos, energía
cargada en positivo. Para mejor entender este concepto de carga positiva,
podemos utilizar el símil de dos
asistentes a un concierto de
música clásica, donde hay solistas, orquesta y coros. Uno de los asistentes es
un simple amante de la música clásica, sin embargo el otro, es un director de
orquesta consagrado y además fue concertino de una de las orquestas que él dirigió.
¿Quién apreciará mayor gozó en este maravilloso concierto? ¿Quién de los dos percibirá más matices en
los sonidos de los instrumentos?
Este ejemplo sirve para ilustrar
que la sexualidad ha sido apartada de las emociones si no está implicada
directamente en los gentiles. De esta manera mutilamos nuestra realización
sexual. Cuanta mayor experiencia tengamos en el conocimiento y práctica de
todos los instrumentos, mayor será
nuestro gozo, nuestro placer y mayores satisfacciones compartiremos.
No olvidemos que a todo
estímulo corresponde una respuesta. Si el estímulo tiene carga positiva, la
respuesta será placentera y positiva. Las emociones pueden venir también con
carga negativa: el dolor psíquico, la tristeza, la angustia… ¿Por qué no responder con todas las emociones,
incluyendo las emociones sensuales, sexuales, eróticas y hasta pornográficas?
Estos conceptos han de salir del ámbito de la moral y la religión. Lo lúdico,
lo impúdico, lo deshonesto desde el punto de vista sexual y la concupiscencia, no irradian energía
negativa. La resultante en el estado de ánimo de la persona es sexualmente muy
positiva, aunque no estemos ante un acto sexual
y genital exclusivo. Una persona realizada sexualmente en libertad, es
una persona cargada de energía positiva.
Y está mejor preparada para responder ante una invasión de penas y
calamidades de carga a veces muy negativa.
Con este planteamiento, el autor
de este brevísimo ensayo, es consciente de que puede ser incomprensible o
incluso rechazable por la cultura judeocristiana. Donde el sexo está limitado a
la procreación y toda realización sexual al margen de estos fines divinos,
es negativa y en muchos casos
considerada antinatural.
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