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sábado, 17 de septiembre de 2016

LOS 7 PECADOS CAPITALES DE LA SENSUALIDAD Y LA SEXUALIDAD




Por Pedro Taracena Gil

Cuatro son las emociones que se consideran como básicas: el miedo, la ira, la alegría y la tristeza. Independientes de la cultura o condición de la persona. Sin duda según sepamos gestionar conscientemente los estados de ánimo, así desarrollaremos mejor nuestra personalidad en positivo.
Al margen de estas cuatro magnitudes, existen otras sensaciones que afectan y enriquecen la vida del ser humano. Para abundar en la sensualidad que percibimos a través de los cinco sentidos: ver, oler, oír, tocar y gustar, he tratado de rescatar de las garras de la cultura judeocristiana, siete sensaciones tomadas como negativas que consideradas como vicios, debían de ser reprimidos y combatidos  con antídotos considerados virtudes.
Aunque los estados modernos democráticos y laicos, hayan secularizado los usos y costumbres, aún queda un poso de negativismo en la moral religiosa,  imperante durante siglos en Occidente. Para ahondar en esta metería he tomado el ensayo como formato para llevarlo a cabo. Sí, un brevísimo ensayo sobre LOS SIETE PECADOS CAPITALES en el siglo XXI. Donde pretendo desacralizar los conceptos divinos de pecado, vicio y virtud. Estos siete pecados mortales según el Padre Jerónimo de Ripalda, se llaman capitales porque son cabeza de otros muchos



1º La lujuria se convierte en pecado cuando la sexualidad se aparta de su único fin que es la procreación. En la actualidad lejos de ser un valor negativo es un derecho de las  mujeres y los hombres en libertad e igualdad. El derecho a la realización sexual. La mujer tiene el derecho para decidir sobre su propio cuerpo. El ser madre es una opción no una obligación. La sensualidad y la sexualidad del ser humano es causa de satisfacción y alegría. La castidad solamente es un valor opcional.




2º La gula está considerada como pecado cuando se abusa de las comidas y bebidas para obtener placeres con la gastronomía con exceso y con ansia. Desbordando la mera satisfacción de la alimentación equilibrada para la subsistencia. En la actualidad más que evitar un pecado o caer en un vicio, lo que se plantea es una educación desde la edad infantil para tener una vida saludable y evitar enfermedades derivadas de la obesidad. La Sanidad Pública debe prescribir una nutrición equilibrada para adultos, que responda a su esfuerzo físico y su trabajo. Y evitar el abuso de bebidas alcohólicas y erradicar la droga de cualquier naturaleza para la población sin importar la edad. La gula como exceso sí es considerada como una cuestión negativa. Y cuando se atenta contra la salud pública, es un delito. Su antídoto es la templanza: Moderación, sobriedad y continencia.

 


 La avaricia que desborda en grado sumo el afán muy noble de superación de cada persona, no solamente es pecado bajo la moral religiosa, sino que es una conducta antisocial y condenable por la sociedad laica. El egoísmo de acaparar riquezas a cualquier precio, incluso acudiendo al fraude y a la falta de solidaridad, es un comportamiento detestable y muy negativo. Contra avaricia largueza: Generosidad y desprendimiento.





4º La pereza según dicen los teólogos: “Es el pecado capital que crea tristeza de ánimo. Una actitud negativa frente a las obligaciones del hombre que tienen que ver con los ejercicios de piedad y de religión”. Los teólogos añaden: “Asimismo, hace referencia a la incapacidad que siente el hombre de aceptar y hacerse cargo de su propia existencia”. Es evidente que este pecado de índole divina tiene una transcripción en el siglo XXI muy diferente, en las disciplinas de Psicología y Psiquiatría. El cuadro teológico que se menciona más arriba, tendría su diagnóstico a través de la gestión del conflicto de las emociones básicas. Diligencia es la virtud que contrarresta a la pereza, si ésta no es patológica.




5º La ira se trata de una emoción básica. En el plano religioso en un manual de Teología podemos leer. “Que una persona comete el pecado capital de la ira cuando adopta una negación vehemente de la verdad, así como cuando alberga deseos de venganza. Asimismo, en la actualidad, también se considera ira cuando una persona es intolerante hacia otras, ya sea por motivos de raza o religión”. La ira en el campo de la razón es una emoción auténtica y como tal debe tratarse. También puede ser una satisfacción subjetiva el sentimiento del  odio. En ningún caso si no tiene consecuencias dolosas para el odiado, el odio en sí mismo no es un delito o un factor negativo. Contra ira paciencia aunque no es una respuesta muy eficaz, cuando los sentimientos están enconados.






6º La envidia es el pecado capital que en el plano teológico y en el aspecto laico, tienen la misma valoración negativa y el mismo rechazo moral. Contra el pecado de la envidia, la virtud de la caridad. Y en el plano social y político, contra el deseo de conseguir cosas que tienen terceras personas, está la justicia y la solidaridad.




7º La soberbia según la Teología es: “Uno de los pecados capitales más importantes y más serios. Este pecado daría lugar a todos los demás, según las enseñanzas morales de la Iglesia. Se caracteriza por el deseo y convicción de ser más importante y mejor que los demás, adoptando una confianza extrema en uno mismo que deriva en la vanidad”. Su contrario es la humildad. No obstante la soberbia desde el punto de vista laico, social y político, tiene un punto de equilibrio. Del lado personal está el derecho a ser respetado y al mismo tiempo a tener un alto grado de autoestima. Y del lado social tenemos la exigencia a que nos traten con justicia y con igualdad. La humillación impuesta por los otros o soportada libremente por el servilismo de uno mismo, no es un valor positivo. 



Es evidente que cuando estas sensaciones, emociones y sentimientos se analizan como si Dios no existiera, el diagnostico se razona y mucho de lo negativo se torna en positivo.



Fotos: Pedro Taracena Gil

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