Por Pedro Taracena Gil
Cuatro son las emociones que se
consideran como básicas: el miedo,
la ira, la alegría y la tristeza. Independientes
de la cultura o condición de la persona. Sin duda según sepamos gestionar conscientemente
los estados de ánimo, así desarrollaremos mejor nuestra personalidad en
positivo.
Al margen de estas cuatro magnitudes, existen otras sensaciones que
afectan y enriquecen la vida del ser humano. Para abundar en la sensualidad que
percibimos a través de los cinco sentidos: ver, oler, oír, tocar y gustar, he tratado
de rescatar de las garras de la cultura judeocristiana, siete sensaciones
tomadas como negativas que consideradas como vicios, debían de ser reprimidos y
combatidos con antídotos considerados virtudes.
Aunque los estados modernos democráticos y laicos, hayan secularizado los
usos y costumbres, aún queda un poso de negativismo en la moral religiosa, imperante durante siglos en Occidente. Para ahondar
en esta metería he tomado el ensayo como formato para llevarlo a cabo. Sí, un
brevísimo ensayo sobre LOS SIETE PECADOS CAPITALES en el siglo XXI. Donde
pretendo desacralizar los conceptos divinos de pecado, vicio y virtud. Estos
siete pecados mortales según el Padre Jerónimo de Ripalda, se llaman capitales porque son cabeza de otros muchos.
1º La lujuria se convierte en pecado cuando la sexualidad se
aparta de su único fin que es la procreación. En la actualidad lejos de ser un
valor negativo es un derecho de las
mujeres y los hombres en libertad e igualdad. El derecho a la
realización sexual. La mujer tiene el derecho para decidir sobre su propio cuerpo.
El ser madre es una opción no una obligación. La sensualidad y la sexualidad
del ser humano es causa de satisfacción y alegría. La castidad
solamente es un valor opcional.
2º La gula está considerada como pecado cuando se abusa de las
comidas y bebidas para obtener placeres con la gastronomía con exceso y con
ansia. Desbordando la mera satisfacción de la alimentación equilibrada para la
subsistencia. En la actualidad más que evitar un pecado o caer en un vicio, lo
que se plantea es una educación desde la edad infantil para tener una vida
saludable y evitar enfermedades derivadas de la obesidad. La Sanidad Pública
debe prescribir una nutrición equilibrada para adultos, que responda a su
esfuerzo físico y su trabajo. Y evitar el abuso de bebidas alcohólicas y
erradicar la droga de cualquier naturaleza para la población sin importar la
edad. La gula como exceso sí es considerada como una cuestión negativa.
Y cuando se atenta contra la salud pública, es un delito. Su antídoto es la templanza:
Moderación, sobriedad y continencia.
3º La avaricia que desborda en grado sumo el afán muy noble de superación de cada persona, no solamente es pecado bajo la moral religiosa, sino que es una conducta antisocial y condenable por la sociedad laica. El egoísmo de acaparar riquezas a cualquier precio, incluso acudiendo al fraude y a la falta de solidaridad, es un comportamiento detestable y muy negativo. Contra avaricia largueza: Generosidad y desprendimiento.
4º La pereza según
dicen los teólogos: “Es el pecado capital que crea tristeza de ánimo.
Una actitud negativa frente a las obligaciones del hombre que tienen que ver
con los ejercicios de piedad y de religión”. Los teólogos añaden: “Asimismo,
hace referencia a la incapacidad que siente el hombre de aceptar y hacerse
cargo de su propia existencia”. Es evidente que este pecado de índole divina
tiene una transcripción en el siglo XXI muy diferente, en las disciplinas de
Psicología y Psiquiatría. El cuadro teológico que se menciona más arriba, tendría
su diagnóstico a través de la gestión del conflicto de las emociones básicas. Diligencia es la virtud que contrarresta
a la pereza, si ésta no es patológica.
5º La ira se
trata de una emoción básica. En el plano religioso en un manual de Teología podemos
leer. “Que una persona comete el pecado capital de la ira cuando adopta una
negación vehemente de la verdad, así como cuando alberga deseos de venganza.
Asimismo, en la actualidad, también se considera ira cuando una persona es
intolerante hacia otras, ya sea por motivos de raza o religión”. La ira en el
campo de la razón es una emoción auténtica y como tal debe tratarse. También
puede ser una satisfacción subjetiva el sentimiento del odio. En ningún caso si no tiene consecuencias
dolosas para el odiado, el odio en sí mismo no es un delito o un factor
negativo. Contra ira paciencia aunque
no es una respuesta muy eficaz, cuando los sentimientos están enconados.
6º La envidia
es el pecado capital que en el plano teológico y en el aspecto laico, tienen la
misma valoración negativa y el mismo rechazo moral. Contra el pecado de la envidia,
la virtud de la caridad. Y en el plano social y político, contra el
deseo de conseguir cosas que tienen terceras personas, está la justicia y la
solidaridad.
7º La soberbia según la Teología es: “Uno de los pecados capitales más importantes y más serios. Este pecado
daría lugar a todos los demás, según las enseñanzas morales de la Iglesia. Se
caracteriza por el deseo y convicción de ser más importante y mejor que los
demás, adoptando una confianza extrema en uno mismo que deriva en la vanidad”. Su
contrario es la humildad. No obstante
la soberbia desde el punto de vista laico, social y político, tiene un punto de
equilibrio. Del lado personal está el derecho a ser respetado y al mismo tiempo
a tener un alto grado de autoestima. Y del lado social tenemos la exigencia a
que nos traten con justicia y con igualdad. La humillación impuesta por los
otros o soportada libremente por el servilismo de uno mismo, no es un valor
positivo.
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