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martes, 28 de mayo de 2019

SOBRE LA MALDAD HUMANA




Sobre la maldad humana





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Desde nuestra muy temprana infancia hemos tenido decenas de figuras autoritarias a las cuales seguir, nos han acostumbrado a obedecer órdenes, acatar reglas y seguir conductas socialmente establecidas, la mayoría de las veces sin cuestionarnos el motivo o la sensatez de estas.

Pero ¿Hasta qué grado estamos dispuestos a seguir órdenes?

Genocidios han estremecido al mundo, injustas muertes de un sin numero de inocentes nos han conmovido, desde la inquisición española hasta asesinatos masivos por parte del estado, tales como la matanza del Salsipuedes en Uruguay, la matanza del 2 de Octubre en México o el Holocausto Nazi. Sin embargo estos hechos, nada serían sin los fieles seguidores que en su momento apoyaron a sus líderes: Ejércitos, simpatizantes, adeptos.

¿Se puede catalogar a estos acontecimientos como “Expresiones de la maldad humana”?

“Aquel que no conoce la historia está condenada a repetirla” ¿Quiere esto decir, que conociendo estos sucesos, estamos exentos de repetirlos?

La maldad humana

Con esto en mente Stanley Milgram, psicólogo estadounidense graduado de la universidad de Harvard, realizó un experimento sobre la obediencia a la autoridad, o la maldad en los humanos.

El fin de esta prueba era comprobar que tan dispuestas están las personas a obedecer, incluso cuando se tiene que traicionar a su propia conciencia personal, pero sobre todo, demostrar lo peligrosa que puede ser la abnegación ante la autoridad al grado de dañar a otra persona.

Se reclutaron a 40 hombres por medio de un anuncio en el periódico, mismos a quienes se les hizo creer que estarían ayudando a la realización de un experimento sobre la memoria y el aprendizaje.

En la prueba se les aseguró que se les iba a pagar por ir y que conservarían el pago “independientemente de lo que pasará después de su llegada”.

Más tarde se les presentó al “psicólogo encargado” y al sujeto participante, quienes eran actores.

Los reclutados fungirían como maestros, y los otros participantes como alumnos.

Milgram creó una máquina de electroshocks falsa con 30 interruptores. Cada interruptor marcado en incrementos de 15 voltios, comenzando en los 15 y terminando en los 450. Cada botón lo que realmente hacía era reproducir una grabación falsa de gritos de dolor.

Los “maestros” deberían de hacer preguntas a los “alumnos” quienes siempre responderían de manera incorrecta. Cada que esto sucedía, los maestros debían dar descargas eléctricas cada vez más fuertes a los alumnos.

Al administrar los choques eléctricos, los maestros podían escuchar los supuestos gritos de los alumnos en la otra habitación. A pesar de eso, los reclutados continuaban con las descargas, ya que el encargado del experimento así se los pedía.

Al llegar a los 75 voltios los maestros se estresaban ante los gritos de los alumnos, a los 135 voltios algunos de ellos paraban y cuestionaban a los encargados sobre el experimento. 25 de los 40 participantes, habrían matado al alumno si las descargas hubieran sido reales.

Antes del experimento, Milgram creía que solo entre el 1% y el 3% continuaría haciendo las descargas hasta el final, sin embargo fue el 65% de los participantes quienes continuaron con el experimento.

La obediencia a la autoridad

Los resultados mostraron que los humanos, ante alguna figura de autoridad, son capaces de cometer actos en contra de su propia naturaleza.

Estudios se han realizado desde entonces, todos demostrando que la mayoría de la gente está dispuesta a hacer a un lado sus principios con tal de obedecer a alguna autoridad y ser aceptados dentro de un circulo.

No es que seamos malos o buenos por naturaleza, es el hecho de lo que somos capaces de hacer ante la influencia de “un ser superior” mismo que nosotros catalogamos como tal.

“Habría que acabar con los uniformes que le dan autoridad a cualquiera… ¿Qué es un general desnudo?” Facundo Cabral.


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