EL EJERCICIO DE LA BUENA MUERTE
"Yo fui victima de esta aberración del nacionalcatolicismo..."
ORACIÓN A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO PARA OBTENER UNA BUENA MUERTE
¡Oh Jesús, Señor mió, Dios de bondad. Padre de misericordia!, yo me presento ante Vos con el corazón humillado y contrito; os encomiendo mi última hora y lo que después de ella me espera.
Cuando mis pies, ya inmóviles, me adviertan que mi carrera en este mundo está próxima a su fin. Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Cuando mis manos, trémulas y entorpecidas, no puedan ya estrecharos, j oh bien mió crucificado!, y contra mi voluntad os dejen caer sobre el lecho de mi dolor. Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Cuando mis ojos llenos de tinieblas y desencajados ante el horror de la cercana muerte fijen en Vos sus miradas lánguidas y moribundas. Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Cuando mis labios, fríos y temblorosos, pronuncien por última vez vuestro adorable nombre. Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Cuando mis mejillas, pálidas y amoratadas, inspiren lástima y terror a los que me rodeen, y mis cabellos, húmedos con el sudor de la muerte, erizándose en la cabeza, anuncien mi próximo fin, Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Cuando mis oídos, próximos a cerrarse para siempre a las conversaciones de los hombres, se abran para oír vuestra voz al pronunciar la sentencia irrevocable que fijará mi suerte por toda la eternidad. Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Cuando mi imaginación, agitada por horrendos y espantosos fantasmas, quede sumergida en congojas de muerte, y mi espíritu, turbado con la visión de mis iniquidades y el temor de vuestra justicia, luche contra el ángel de las tinieblas, que tratará de arrancarme el recuerdo consolador de vuestras misericordias y precipitarme en el abismo de la desesperación, Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Cuando oprimido mi débil corazón con los dolores de la enfermedad, se vea asaltado por el horror de la muerte y desfallecido por los esfuerzos realizados contra los enemigos de mi eterna salvación. Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Cuando derrame las últimas lágrimas reveladoras de mi destrucción, recibidlas, ¡oh Jesús mío!, en sacrificio de expiación para que muera como víctima de penitencia, y en aquel momento terrible, Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Cuando mis parientes y amigos, apretados alrededor de mi lecho, se compadezcan de mi lastimoso estado y os invoquen en mi favor, Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Cuando, perdido ya el uso de todos los sentidos, el mundo entero haya desaparecido de mi vista y gima en el estertor de la última agonía y en las congojas de la muerte, Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Cuando los últimos alientos del corazón obliguen a mi alma a salir del cuerpo, aceptadlos como actos de una santa impaciencia de ir a Vos, y Vos, Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Cuando mi alma salga de los labios entreabiertos despidiéndose para siempre de este mundo, y deje este cuerpo pálido, frío y sin vida, aceptad la destrucción de mi ser como un homenaje que yo ofrezco a Vuestra Divina Majestad, y entonces, Jesús misericordioso, tened piedad de mí.
Obligar a niños de 9 y 10 años a leer en voz alta en una iglesia la truculenta y horrorizante descripción de lo que será su muerte roza la obscenidad y nos habla del sadismo sin límites que es propio de la Iglesia Católica. Pero, por si aún lo dudáis, no os perdáis la descripción detallada que hace el mismo misal en su página 57 sobre qué es y como es el infierno…. Dice así:
Acceso al trabajo completo:
UN EXTRAÑO MONO LLAMADO HOMBRE
Editor y víctima: Pedro Taracena Gil
EL GENOCIDIO FRANQUISTA SE COMETIÓ CON LA COMPLICIDAD DE LA IGLESIA CATÓLICA APOSTÓLICA Y ROMANA
ResponderEliminarMe gusta mucho tu entrada, muy buena lectura.
ResponderEliminarSi quieres, pásate por la siguiente entrada sobre el Trastorno bipolar tratamiento que seguro que también te va a gustar.
Un saludo!